A lo largo de mis cortos veintitrés años han sido numerosas las veces en las que me he topado con señores, niños y hombres que no han estado conmigo por estar gorda.

Y, ¿sabéis qué os digo? Que siempre he creído que es un don, una virtud, un regalo que dios nuestro señor me ha dado para apartar a gilipollas de mi sendero.

El otro día iba paseando con una amiga que tampoco entra dentro de los cánones de belleza establecidos en nuestra magnífica y maravillosa sociedad, llevábamos horas hablando del señor que le gusta, de hecho cada vez que nos ponemos medianamente serias suele ser el protagonista de nuestras conversaciones y en medio de uno de sus bellos monólogos elucubrando sobre todas las circunstancias por las que no están juntos la tuve que frenar.

‘Eh, morena, para el carro, ¿Tú sabes que no está contigo porque estás gorda, no?’

Ojalá hubierais visto su cara, ojalá se lo hubiera dicho antes. Casi se pone a llorar. Empezó a atropellarse con sus propias palabras, diciéndome que ella también lo creía, pero no quería pensarlo, pero que en el fondo sabía que era eso, pero que si es así él es un imbécil, pero que, pero que, pero que.

PERO NADA, CHATA.

Él es un gilipollas integral y gracias a que tú estás gorda lo hemos visto venir desde lejos, amor. Porque os lo prometo, bombones míos, si ella pesara veinte kilos menos estarían juntos desde hace meses, al menos lo hubieran intentado, seguro. No hay más que ver cómo la quiere, cómo la cuida, cómo la mira. Pero no, no está buena a los ojos de muchos y eso es un pecado capital que nadie se puede permitir.

Para que apartes a las gordas de nuestro camino, para que no nos enamoremos de ellas, para que no seamos capaces si quiera de confundir sentimientos que no sean de amistad con ellas; te lo rogamos señor, te lo pedimos óyenos.

Pues bien, queridos y queridas mías, si el filtro que tienen algunos es la talla que usamos o cualquier otro motivo que implique a nuestro físico, usemos nosotras el mismo filtro: si alguien no nos quiere por nuestro cuerpo, vamos a no quererles justo por eso. Porque yo a mi cuerpo lo quiero, mucho, muchísimo. Y no voy a permitir que nadie decida compartir más o menos cosas conmigo por él. Porque no es motivo de nada, porque un cuerpo es un cuerpo y quien no sepa ver más allá de él es esa persona la que tiene el problema, no yo, no nosotras, no mi amiga.

Me tuvo que preguntar varias veces si de verdad creía que no estaban juntos por estar ella gorda, no terminaba de creerse que alguien más pensase justo lo que ella llevaba pensando meses y no se había atrevido a pronunciar. Si lo llego a saber se lo digo desde el primer día, pero es que os prometo que di por sentado que era más que evidente. Así que, si te está pasando a ti te lo digo ya:

NO ESTÁ CONTIGO PORQUE ESTÁS GORDA.

¿Y sabes qué? Que mejor, no te merece.