“Los beneficios de practicar mindfulness”, “mejora tu vida con el mindfulness”, “comer atento y otras dietas”, “disminuye el estrés con mindfulness” … Vamos, que mindfulness por aquí y mindfulness por allá desde hace unos años. Hasta tu cuñado que no sale del sofá se ha ido a un retiro de mindfulness y yoga. ¡¿Pero qué está pasando?! 

Cuando nos da por algo, no lo soltamos, así somos, y ahora es el mindfulness. Cierto es que cosecha multitudes de estudios e investigaciones que respaldan sus beneficios: mayor bienestar psicológico, mejora la concentración, ayuda en la gestión de emociones, favorece la paz interior, disminuyen las preocupaciones, mejora la salud física, disminuye el estrés… ¡lo tiene todo! 

Cuando leemos esto nos imaginamos una experiencia sobrenatural donde levitamos con la mente en blanco, y siento venir a estropearos la imagen celestial pero nada más lejos de la realidad. Empezando porque el mindfulness no es una meditación, sino un estado de la mente humana que todos tenemos, más o menos desarrollada, caracterizada por: capacidad de estar atento, en el presente, de manera intencional y con aceptación. La meditación es una forma de desarrollar este rasgo entre otros tantos. 

mindfulness

¡Ah! Por no olvidarnos del tema de la mente en blanco, lamento deciros que el mindfulness no se trata de dejar la mente en blanco, algo imposible de mantener más de unos segundos. Consiste más bien en la capacidad de traer la mente al presente una vez que esta se ha distraído. 

¿Por qué propongo no esperar nada del mindfulness? Porque el mindfulness representa el modo ser, es decir, apertura a la experiencia sin objetivos ni expectativas, y si practicamos mindfulness por los beneficios no lo estamos practicando con la actitud adecuada, lo que probablemente repercutirá en sus propios beneficios. 

La actitud para comenzar en la práctica del mindfulness tiene que partir de no esperar nada, de querer descubrir la realidad como es, no como nos gustaría que fuese. Eso implica no juzgar, no etiquetar la experiencia como buena o mala, simplemente es, sin forzar para que surja. Hay un importante componente de aceptación, que nos permite no resistirnos a la experiencia con una actitud amable hacia uno mismo. Además, necesitamos mente de principiante, es decir, experimentar cada situación como si fuere la primera vez que la vivimos. Por último, paciencia y más paciencia. ¡Las primeras veces son simplemente las primeras veces! 

Qué no esperar del mindfulness será la clave para desarrollar el mindfulness

Natalia Mateos Chanca

@Unapsicologaencasa