¿Sabéis todas esas veces que os han preguntado qué le diríais a tu yo de hace unos años? Detesto esa pregunta, plantearte todo lo que hiciste y por lo que lo hiciste ¿y si lo hubieras hecho de otra forma? Yo qué sé. Seguramente de haber hecho algo diferente porque hubiera sabido cosas que entonces no supe, hoy no estaríamos respondiendo a esta pregunta.

Así que yo digo que le den a mi yo del pasado, bastante mérito tiene con lo que tuvo y lo que hizo de eso. Y hoy voy a preguntaros ¿qué le diríais a la yo de vuestro futuro, el inmediato o el más largo?

Yo hoy quiero escribirle a tu yo de dentro de quince años, dentro de siete o la de la próxima regla. Es más, quiero escribirte a ti mujer de dentro de cinco minutos que entras en esa sala de reuniones infernal o que empiezas tu turno en la cafetería y tendrás que aguantar toda clase de problemas ajenos sin resolver. Te escribo a ti porque lejos de decirle a tu yo de hace años qué debería hacer u oír, siendo realistas, deberías agradecerle esta maravilla que eres cuando te miras al espejo y te comes el mundo: todo lo que eres es gracias a esa niña despistada, libre e inocente que fuiste.

 

Te escribo a ti, a la del futuro, porque esa sí que no sabe la que se le viene. Te escribo a ti del futuro, para que la próxima vez que llores te dejes hacerlo. Te escribo a ti de la próxima regla para que cuando te mosquees con tu pareja, sin ton ni son, te permitas sentirte vulnerable en sus brazos de nuevo al reconocerte exagerada. Te escribo a la tú de la fiesta del próximo viernes: escóndete si quieres en tu bebida, en los que se sienten a tu lado o detrás del humo de las velas. Te lo digo ahora, para que te dejes estar, para que respires, para que no le exijas a tu yo del futuro que haga cosas que sabes que no forman parte de ti.

No quiero escribir más a la tú de ahora porque aún te queda esta semana por afrontar para irte de viaje por primera vez con tu pareja; o porque te quedan cinco meses para dar a luz; o porque te quedan siglos para decirle a la chica que te gusta de tu clase, que te gusta. Te escribo a tú tu de cuando hagas todas esas cosas, sea mañana o dentro de cinco meses o en diez años cuando des tu primer beso. Le escribo a ella para decirle que a lo mejor no ha salido tan bien como esperaba, que está siendo más jodido de lo que se lo imaginó y que no pasa nada si ahora casi ni lo recuerda. Le escribo para aflorarle la excitación, el nervio y el miedo que le acompañaban cuando lo hizo, para que sepa que ahora lo que vive nos ha costado sudor y lágrimas conseguirlo a las que estamos en el pasado.

Te escribo a ti, tú del futuro, para recordarte que todo lo que sabes lo aprendimos nosotras antes de ti y que no necesitamos consejos de quien lo ve todo al completo porque cada parada en el viaje en el que estamos, ha construido las sílabas de los consejos que hoy vienes a dar.

Te escribo a la tú de dentro de un rato, la que reflexionará sobre todo aquello que aún tiene por vivir. Háblale a la del futuro y dile que disfrute de no preocuparse de algo que hoy para ti es un mundo y para ella tan solo un recuerdo; dile que sea indulgente con quien eres que lo tuyo te cuesta cada mañana y que, sobre todo, sueñe con conocerte porque te lo debe todo.

Carlota Quiroga