Buenos días. Dicen que cuando te conviertes en madre se acaba el mundo. Al menos tal y como lo conocías. Y, a ver, que no os voy a decir que no. Ya hablo con un poco de conocimiento de causa, que mi peque tiene ya casi 6 meses. A veces has quedado para tomarte un café con una amiga y tienes que cancelar en el último minuto porque el peque sale con tos de la guarde y te pasas la tarde en el centro de salud. O tenías entradas para el concierto de final de gira de Airbag (true story) y te quedas sin ir porque no hay canguros disponibles en el mundo. La vida se vuelve mucho más bonita pero también un pelín más complicada.

Sin embargo, mi gran consejo es: cría a tu hijo en una tribu. Y ahora pensaréis, «esta se ha chalado». Me explico. No os estoy diciendo que os vayáis a una comuna hippy y viva la vida. La madre y el padre son las primeras personas de referencia de un hijo y casi lo único que necesitan. Pero los hijos también son sobrinos, nietos y seres achuchables que mucha gente quiere disfrutar. Además, ellos se benefician de tanto amor. No eres superwoman y vas a necesitar ayuda. Pídela y acéptala. Se es madre las 24 horas del día para toda la vida pero eso no quiere decir que tengas que estar de guardia eternamente. Pasa el relevo e intenta (dentro de lo posible), no dejar de hacer las cosas que te hacen ser tú misma.

*ATENCIÓN: Esta lista es orientativa. Si a ti no te gusta salir de noche y emborracharte, no estoy diciendo que tengas que hacerlo ahora. Tampoco estoy diciendo que tengas que hacer todo lo de la lista todos los días (porque todas las madres nos morimos por pasar tiempo con nuestros hijos). El mensaje es «no dejes de hacer lo que te hace feliz aunque seas madre.» Gracias.

Salir con tus amigas

Es maravilloso que tu peque sea un amor y súper bueno y puedas tenerlo contigo tomándote un café sin incordiar. Sin embargo, de vez en cuando, déjaselo a su padre y pasa una mañana / tarde / noche de chicas sin pensar en nada más que contaros vuestras vidas, saborear esa copa de vino y reírte hasta que te duela la tripa. Tus amigas te necesitan y tú, a ellas. Seguro que te sienta de maravilla tener una conversación que no sea interrumpida cada 2 minutos por un «mamá…». Ya sabéis que las amigas son lo mejor que tenemos. Hay que cuidarlas.

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Follar

Suena a tópico, lo sé. Después de tener un hijo, (al menos justo después) puede que ni te apetezca, que tardes en acostumbrarte a tu nuevo cuerpo, que no tengas ni tiempo. Quizás todo el tiempo libre que te queda en tu vida quieras aprovecharlo para dormir. Sin embargo, recuerda que a tu peque lo habéis hecho entre dos porque os queréis como nadie. Cuando hayas conseguido organizar mínimamente tu vida, intenta encontrar el momento. Podéis empezar por encontrar un día a la semana: la hora de comer mientras el peque está en la guarde o marcar una visita semanal de los abuelos con paseo sin padres incluido. Follar es vida y tu cuerpo necesita orgasmos regularmente. ¿Te acuerdas de ellos?

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Ducharte

De verdad, que antes de parir miedo me daban todos esos artículos que decían que, una vez tuviese el bebé entre mis brazos me pasaría días y días sin ducharme. Por favor, confirmadme que es una exageración. Sé que ducharte mientras vigilas a tu peque en el carro o en la hamaca no es una situación ideal. Entiendo que si eres madre soltera todo es más complicado pero las que tenemos maridos y familias, deberíamos poder escaparnos 10 minutos al día para poder lavarnos el pelo. Cuando tu marido ya haya vuelto de trabajar, mientras tienes al peque en la guardería, aprovechando la visita de tu hermana… Una ducha puede obrar milagros: si no te ves hecha una piltrafa, seguramente te sentirás mejor. Y esos 10 minutos de silencia y agua calentita… ¡Aprovéchalos!

Hacer cosas que «no son de madre»

Vamos a olvidarnos del concepto que tenemos de madre. Es decir, borra la imagen de tu madre de la cabeza, que eso eran los años 80. La última vez que me teñí el pelo de rosa, me sentí rara. «Pero tía, que eres madre.» Y me imaginaba qué pensarían los otros padres de la guardería cuando me viesen con esas pintas. Y eso aplica a los piercings, tatuajes y a tu afición a llevar mochilas con formas de animales. Tú sigues siendo tú misma aunque te haya salido un niño del chocho y te aseguro que el color de tu pelo o los dibujos en tu piel no tienen absolutamente nada que ver con tu capacidad de ser buena madre. Tu hijo solo necesita que le quieras. Además siendo tu misma le enseñarás la valiosa lección de tener personalidad y aceptar a los demás como son.

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Ligar

No me estoy refiriendo a las felizmente casadas y emparejadas. Pero las madres solteras, separadas y divorciadas existen. Tener un hijo no tendría que resultar una sentencia de muerta a nuestra vida amorosa. Lo único que te cambia ser madre es tu nivel de responsabilidad. Tú seguirás queriendo enamorarte, sentir mariposas en el estómago, o simplemente, darte una alegría para el cuerpo de vez en cuando. Aquí los abuelos y canguros son fundamentales porque quizás si no vas en serio con alguien no hace falta que tu hijo esté ahí para veros levantaros con cara de resaca.

Salir por las noches (y emborracharte)

Cuando una es una party animal, no se cura de la noche a la mañana. Como decíamos hace unas líneas, siendo madre tienes un nivel top de responsabilidad. Eso no quiero decir que no vuelvas a salir de fiesta y te bebas hasta el agua de los floreros nunca más en tu vida. Escoge bien tus batallas: qué fiestones no te vas a perder y cuáles tendrás que sacrificar. Túrnate con tu chico para salir con vuestros amigos, aprovecha los abuelos y consigue una canguro de confianza (que valen su peso en oro). Como decían los Beastie Boys, «you gotta fight for your right to party

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Darte tus caprichos

Otra vez, no estoy animando a nadie a comprarse un bolso de Louis Vuitton si no hay dinero para comprarle leche y pañales al bebé. Imagino que estoy hablando con personas que tienen sentido común, ¿verdad? Sin embargo, es un hecho que la maternidad viene cargada de culpabilidad. Te sientes culpable por no ser perfecta, por llevarle en la guardería, por no darle el pecho, por dejarle ver la tele de vez en cuando, por volver a trabajar, por todo. Obviamente, si vas a gastarte unos euritos en algo totalmente innecesario pero que te encanta como un bolso nuevo o una crema algo cara, vas a sentirte como el culo por egoísta.

Pues yo digo, ya basta. Una vez tengas la necesidades familiares cubierta (leche, pañales, guardería, ropa, colegio, ropa, lo que sea), ¿por qué no guardas una pequeña cantidad cada mes hasta que hayas ahorrado para darte ese capricho? Pueden ser incluso 10 euros al mes (vas a tardar un poco más pero…). Eso sí, cuando lo hayas ahorrado, compra sin remordimientos. Ser madre se merece un premio y we are material girls living in a material world.

 

Viajar

Buenas noticias: ser madre no significa arresto domiciliario. Siempre hay posibilidades de viajar. Entendemos que en los primeros meses no vas a querer dejar a tu bebé para irte a las Bahamas pero puedes planear viajes más cercanos y de menor duración como una escapadita de fin de semana. Todo el mundo te dirá que viajar con un bebé es relativamente fácil: solo comen leche y los transportas tú a todas partes. Una vez empiezan a caminar y a tener voluntad propia la cosa se complica pero solo se trata de adaptar un poco el viaje a tu hijo. Cuando os sintáis cómodos incluso podéis hacer algún viaje solos y resetear.

 

Comerte el postre sin compartir

Suena fatal pero ¿hay alguna ley que diga que tienes que compartir tu postre con los demás? A ver, si mi hijo quiere un helado como el que me estoy comiendo, le consigo uno, pero el mío es mío. Estoy sonando como Joey Tribbiani, «Joey doesn’t share food«. Pero, de verdad, vamos a retener al menos ese privilegio. Oye y si no te dejan en paz, aprovecha mientras duermen la siesta.

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Tomarte tu tiempo

Lejos quedan esos días de juventud en el que querías estar rodeada de gente día y noche. Especialmente después de ser madre, anhelarás momentos de paz. Y soledad. Estar sola unos minutos o media hora, que nadie te hable, no tener que pensar en nada, sentarte y leer la revista más tonta que encuentres o tomarte un café sin quemarte la lengua con las prisas. Como siempre, aquí la ayuda de quien quiera disfrutarlo es indispensable.

 

Preocuparte por la ropa y el maquillaje

La imagen de la madre despeinada, en chándal y con ojeras en las rodillas es real. Hay días, sí, que no te da la vida para más y ya, de perdidos, al río. Sin embargo, eso no quiere decir que no te tires un buen rato componiendo outfits o haciéndote el eyeliner casi cada día. A ver, que si tú nunca has sido de pintarte y eres más de vaqueros-sudadera-y-listos, ahora de golpe no te va a entrar la vena fashionista. Lo que quiero decir es, que si antes de ser madre tenías un estilo personal y te maquillabas todos los días, volver a recuperar el ritmo es posible. Hay quien dice que para qué vas a ponerte ropa bonita si total tu hijo te va a vomitar encima en breve. Pues bien, para esos meses de transición siempre puedes comprar en Primark en vez de en Bimba y Lola e ir igual de mona. Todo es cuestión de imaginación.

 

¿Qué cosas habéis intentado y conseguido de vuestros «yo» pre-bebé?