Cuando pensamos en una persona (habitualmente una mujer) con un Trastorno de la Conducta Alimentaria (TCA), probablemente nos viene a la mente una adolescente con infrapeso a la que se le marcan todos los huesos, que se niega a comer, o que va al baño a vomitar después de cada comida (o quizá ambas cosas), que se mueve sin parar y hace todo el deporte que puede para quemar calorías, rebelde y en constante lucha con sus cuidadores (padres, profesores, médicos, etc.).
A mí me costó un poquito darme cuenta de que tenía un problema, a pesar de los comentarios preocupados de alguna amiga, a pesar del sufrimiento que sentía, a pesar de conductas extrañas con la comida y con mi cuerpo (y con el de los demás), precisamente porque no cumplía ninguno de esos criterios. Yo tenía 29 años, un peso médicamente normal conseguido después de 3 años de dura dieta controlada por una endocrina, me estaban ascendiendo en el trabajo, iba al gimnasio tres veces por semana, y era una chica cumplidora, sociable, agradable y formal.
Era una muchacha aparentemente de lo más “normal” y la mayoría de mis comportamientos eran “normales”, es decir, cumplían la norma, lo que socialmente se nos dice que deberíamos hacer. ¿Qué mujer no se pone a dieta, qué mujer no va al gimnasio, qué mujer no se esfuerza en “corregir” las imperfecciones de su físico? ¿Qué mujer no pretende ser perfecta para poder ser amada?
Toda mi vida había arrastrado el sentimiento de ser diferente a los demás, de que había algo en mí que no era bueno o suficiente. También desde muy pequeña recuerdo la obsesión por mi peso alrededor de mí, aunque en realidad nunca estuve gorda. Viendo fotos, era una niña normal, pelín rellenita si acaso, pero de ningún modo gorda. Supongo que mi madre y mis abuelas perseguían sus propios demonios, o por lo menos recuerdo a mi madre haciendo comentarios peyorativos sobre su propio cuerpo, o sobre el cuerpo y el peso de otras mujeres. Creo que esa bola transgeneracional se fue engrosando (nunca mejor dicho) de abuelos a padres a hijos hasta que me explotó a mí en la cara, y de algún modo tuve que expiar este tema para romper así con esa carga en mi estirpe familiar.
De algún modo, ese “algo” malo que yo pensaba que había en mí quedó asociado a la gordura. Porque a mi alrededor veía constantemente que estar gordo estaba “mal”, y para una niña era más fácil de identificar algo que era físico y aparente que algo que era emocional.
A los veintipocos años tuve una relación de maltrato, que soporté porque estaba convencida de que nadie más podía quererme. A lo largo de toda mi vida me acosté con muchos hombres a los que no les importaba (y que desde luego no me importaban a mí) en un absurdo y desesperado intento por demostrar que si podía ligar valía algo, que si alguien se dignaba a tocarme estaba más cerca de ser aceptable y más cerca de que alguien me quisiera, aunque fuera sólo durante un rato y para un fin egoísta y muy concreto. Después me sentía sola, vacía y triste.
Con 26 años pesaba más de 100 kilos. Fui a una endocrina y empecé una dieta que me llevó a perder 40 kilos. Me recetó medicamentos varios, uno de los cuales eliminaba la sensación de hambre (tiempo después fue retirado del mercado por ser peligroso para la salud). Ahí algo hizo “clic” en mi cerebro. Empecé a sentirme poderosa y fuerte por poder vivir sin ser esclava del “asqueroso vicio” de comer. De ahí pasé a hacer dietas proteicas súper restrictivas, apenas comía 700 calorías al día. Ya me había obsesionado, mi vida giraba en torno a mi peso y mi aspecto físico. Solo podía pensar en lo perfecta que sería cuando llegara a mi peso meta, y lo maravillosa que sería mi vida entonces: gustaría a los hombres, mis padres estarían orgullosos de mí, sería la chica perfecta y adecuada. Pero cada vez me marcaba un peso meta más y más bajo, y aun cuando casi llegué a los 60 kilos (me faltaron dos kilos que me supusieron una amarga derrota) y tenía una talla 38-40 seguía viendo mi cuerpo deforme e imperfecto: barriga demasiado hinchada, grasita en el interior de los muslos, pechos caídos,… al punto de querer operarme de todo eso, incluído aumento de labios (y no es que los tenga finos). Por suerte, nunca llegué a pasar por el quirófano, aunque sí me gasté 600€ en un tratamiento reductor y remodelador que NO ME HIZO NADA. ¿Y sabéis porqué no me quejé? Porque pensé que la culpa era mía, que lo estaba haciendo mal, que no tenía derecho a reclamar nada porque era una gorda fracasada.
Salía mucho, conocía a mucha gente nueva, iba a fiestas, ligaba más que nunca… pero por dentro me sentía vacía, me faltaba algo y no sabía lo que era.
Muchas noches, en la soledad de mi casa, yo comía. Comía con las manos, con la nevera abierta, con ansiedad. Comía cualquier cosa, a ser posible todo lo que prohíben las dietas, hasta que me sentía “llena” y me tumbaba en el sofá y se apoderaba de mí una especie de somnolencia que me hacía olvidarlo todo. Y al día siguiente me sentía horrible, e intentaba compensarlo yendo al gimnasio, saltándome alguna comida, comiendo muy poco… y por encima de todo ME SENTÍA CULPABLE. Culpable de no estar delgada, culpable de no tener una férrea voluntad que me impidiera lanzarme a comer.
Me despertaba cada mañana tocándome las costillas y el hueso de la pelvis, intentando comprobar si se marcaban un poco más que el día anterior. Me levantaba y me pesaba, y según lo que decía la báscula me sentía orgullosa o profundamente fracasada. Me pasaba el día mirándome en todos los espejos, cristales y superficies reflectantes con las que me cruzaba (que a lo largo del día son muchas, os lo aseguro). Me preparaba mis batidos dietéticos y hacía listas con los alimentos que me prohibía y que algún día, cuando fuera delgada y perfecta, podría volver a comer. Después, por la noche, llegaba a casa y cuando ya estaba sola, a salvo y escondida del mundo, me pegaba los atracones. Era un momento extraño, en que me sentía libre para poder hacer lo que quisiera (comer lo que quisiera) y a la vez esclava de un impulso que me desagradaba pero no podía controlar. Iba al gimnasio casi todos los días, y cuando tenía fuerzas hacía dos clases seguidas, para quemar más grasa, para marcar más mis músculos. Observaba y juzgaba los cuerpos de los demás por la calle, en el autobús, en el supermercado. Dividía el mundo entre “gordos” y “normales”, y estaba convencida de que la raíz de la felicidad se encontraba en la delgadez. Cuando veía a una mujer delgada, aunque supiera que su padre acababa de morir, o que se había quedado sin trabajo, o que le habían detectado una enfermedad incurable, en mi interior pensaba “sí, pero no tienes problemas de verdad: estás delgada”. Delante del espejo, me imaginaba cogiendo un cuchillo y cortando los pedazos de mi cuerpo que “sobraban”. Como he dicho, mi existencia giraba en torno al peso, a la comida y al aspecto físico. TODO tenía que ver con estar gordo o estar delgado: lo que pasara en el trabajo, las relaciones con mis amigos y con mis padres, mi lugar en la sociedad… La preocupación por mi aspecto era como una neblina que penetraba todos los aspectos de mi vida, aunque aparentemente no tuvieran nada que ver con el físico. Era agotador.
Lo peor de todo era lo mal que me sentía conmigo misma. Observaba, troceaba, analizaba y juzgaba mi cuerpo todo el tiempo: me sentía incorrecta, inadecuada, indigna de amor. Me horrorizaba pensar que otro ser humano pudiera ver mi cuerpo desnudo en una situación de intimidad, mucho menos tocarlo. Así que me pasé más de 2 años y medio sin ningún tipo de contacto sexual o romántico. ¿Cómo puede proporcionarte placer algo que te avergüenza? Sin embargo, me sentía muy sola y anhelaba tener pareja, querer y que me quisieran.
Sentía que no podía contarle a nadie lo que me estaba pasando, porque era vergonzoso, y porque me sentía culpable de no ser capaz de ser “normal”.
Hasta que un día después de comerme una bolsa de palomitas y una tableta de chocolate vomité. Vomité porque no soportaba la idea de que ese momento de descontrol incontrolable arruinara todos mis esfuerzos por ser delgada (y por tanto hacer lo correcto, ser “buena”, encajar en la sociedad, y ser digna de que los demás me quisieran y me respetaran). Solamente vomité esa vez, pero fue suficiente. Fue mi salvación, porque ahí se me hizo evidente que tenía un problema y que necesitaba buscar ayuda.
Tuve mucha suerte y fui a parar a un centro especializado en TCA con una psicóloga maravillosa. Estuve en tratamiento unos dos años y medio, primero en grupo y luego individualmente. Descubrí que mis conductas compulsivas con la comida y el cuerpo tenían poco que ver con el físico y mucho que ver con las emociones. Descubrí que comía cuando mis sentimientos me desbordaban, cuando la niña interior gritaba que necesitaba algo (necesidades sobretodo emocionales), pero yo no sabía escuchar esos gritos que venían de dentro de mí.
Trabajamos en romper esa imagen de mi “yo perfecto” que me había creado y quería alcanzar a cualquier precio, y en desmontar mi creencia de que sólo podía ser amada si era “perfecta”. Trabajamos en ese sentimiento de inferioridad que arrastraba desde la infancia sin ser muy consciente de ello, lo que me permitió construir, por primera vez en mi vida, una autoestima sana. Trabajamos en volver a conocer y escuchar mis sentimientos. Trabajamos en normalizar mi relación con la comida para dejar de “tapar” con la obsesión por el peso otras cuestiones que me preocupaban o me hacían sentir mal. Trabajamos en mis necesidades. Trabajamos tanto y tan duro que me curé.
Recuerdo una relajación guiada que hice en la terapia junto a un grupo de chicas enfermas como yo, donde se nos sugería que nos convirtiéramos mentalmente en un pájaro que vuela libre por el cielo, y se posa en un claro del bosque y se siente bien allí, siente que está en su sitio, que no es juzgado, que es libre. Empecé a llorar y no pude parar en toda la hora siguiente, hice 4 ó 5 ejercicios más llorando. Porque ni recordaba el tiempo que hacía que no me había dado permiso a mí misma para sentirme aceptada, querida, a gusto, tranquila.
Si tú has puesto una barrera delante de ti, creyendo que no eres digna de recibir amor, aunque otras personas te lo den, no te llega. Y es un pez que se muerde la cola y se retroalimenta a sí mismo: no te llega, y por tanto, corroboras que no eres digna de él. Y el meollo de la cuestión es que cuando te pasa eso, justamente amor es lo que más necesitas.
La creencia popular es que los TCA son solo “lo que se ve”, la obsesión por el peso y la comida. Pero eso es solo la punta del iceberg. Con la comida y con el control del cuerpo “tapas” situaciones y sentimientos que te duelen y no sabes cómo gestionar. La respuesta más fácil, como ya dije, se encuentra en el exterior, y si a tu alrededor recibes día tras día el mensaje de que la “gordura” es lo peor que te puede pasar… ¿cómo no acabar achacándole todos tus males?
A día de hoy, puedo decir que estoy totalmente recuperada de la enfermedad, y que aunque quedan pequeñas secuelas que no sé si se irán algún día (por ejemplo, cuando me siento ansiosa o triste, todavía aparece el impulso de ir a la nevera) sé cómo sobrellevarlas y no me causan malestar. En el proceso de curación engordé muchos kilos, casi todos los que había perdido antes. Pero ahora me acepto y me quiero tal como soy, gorda. Pensaba que para triunfar y conseguir mis objetivos tenía que estar delgada, porque esa era la apariencia de los ganadores. Sin embargo, me volvieron a ascender en el trabajo, y empecé a estudiar una carrera, psicología precisamente, que es a lo que siempre quise dedicarme. Pensaba que para que los demás me vieran como alguien digna de respeto y afecto tenía que estar delgada. Pero la realidad es que tenía que ser yo misma la que me quisiera y respetara, la realidad es que mi familia y mis amigos me quieren y me respetan, lo han hecho siempre, sólo que ahora soy capaz de sentirlo y recibirlo (¡y de darlo yo también!). Pensaba que para que un hombre me quisiera tenía que estar delgada. La realidad es que para encontrar a un hombre que me quiera solo necesitaba ser yo misma, con una talla 40 o con una talla 50. Conocí a un chico hace año y medio, y estamos viviendo juntos. Cuando estuve a gusto conmigo misma y con mi soledad apareció un hombre maravilloso que me quiere tal como soy. Ya sé que estáis hartas de leerlo… ¡pero es que fue así!
Vuelvo a estar gorda, pero me siento mejor que nunca conmigo misma.
Para terminar, tengo que decir que cuando empezaron mis conductas anormales con la comida consulté con una psicóloga que le quitó importancia y me dijo que no creía que tuviera un problema. También iba regularmente a una endocrina a la que nunca le extrañó que perdiera y ganara más de 15 kilos en intervalos de 2-3 meses de forma repetida y que quisiera operarme diversas partes de mi cuerpo. Por último, cuando ya me sentía muy mal conmigo misma (y en realidad ya mostraba los primeros síntomas de enfermedad) estuve unos 6 meses en terapia con una psicóloga que tampoco supo diagnosticar lo que me pasaba.
Con esto quiero decir que a veces, sea por falta de conocimientos o por falta de ética, hay profesionales que no pueden ayudarnos. Aún hay que romper muchas ideas preconcebidas, dejar de encumbrar a los profesionales de la salud como dioses omnisapientes (porque son humanos y se equivocan), y sobretodo confiar en nuestro instinto más profundo, que nos dice cuando algo no anda bien.
Sé que muchas de las que estamos aquí hemos tenido una mala relación con nuestro cuerpo y nuestro peso y que eso ha condicionado nuestras vidas desde pequeñas hasta el día de hoy. En mi caso, y a largo plazo, la enfermedad fue positiva porque me ha llevado a realizar un profundo trabajo personal que me ha permitido volver a conectar conmigo misma y reformular aspectos de mi vida y de mi psique que me estaban causando dolor desde hacía años.
Según he podido entender, un TCA se elabora así: hay varios factores implicados, algunos de tipo personal, y otros de tipo psicosocial. En las personas que desarrollamos este tipo de trastornos se suelen juntar una serie de rasgos: perfeccionismo; auto exigencia; autoestima baja (esto significa que la persona no siente que tenga valor por sí misma, por tanto tiene que darse ese valor a través de elementos externos, por lo que su bienestar siempre depende de la imagen que le devuelven otros (sus padres, su pareja, sus amigos, la sociedad, un espejo…); desconexión de las propias emociones (se ha llegado a un punto en que, por extraño que parezca, uno no sabe reconocer cómo se siente); necesidad de control por inseguridad y falta de confianza (por ejemplo, los números en una báscula son cuantificables y controlables); situaciones familiares o infantiles emocionalmente difíciles que no hemos sabido cómo gestionar; etc. Por otro lado, está el componente social: vivimos en una sociedad que nos enseña a obedecer y encajar, en vez de mirar hacia nuestro interior (primero a los padres, luego a los maestros, luego a los amigos, luego al estado y sus instituciones, luego a los jefes, etc.) y penaliza con la exclusión todo lo que se atreve a desafiar sus normas. Una sociedad gordofóbica, obsesionada por la delgadez, que sataniza la grasa. Una sociedad que tiene a la ciencia (y más concretamente a la medicina) como religión y cree a pies juntillas todo lo que sus representantes digan, sin tener en cuenta que la ciencia no es independiente de los intereses económicos (y la gordofobia reporta muchos ingresos, como bien sabemos.).
He entendido que la obsesión social por la delgadez y la costumbre de valorarnos desde una mirada externa nos enferma a todos un poco.
“Aquellos que no aprenden nada de los hechos desagradables de su vida fuerzan a la consciencia cósmica a que los reproduzca tantas veces como sea necesario para aprender lo que enseña el drama de lo sucedido. Lo que niegas te somete; lo que aceptas te transforma.”
C. G. Jung.
45 comentarios
Precioso texto y enhorabuena por haberte curado y ser feliz :)
Comentario by Raquel on 3 de febrero de 2015 at 12:36Me he emocionado mucho leyéndote porque en algunas partes me he sentido identificada. Espero que tu texto ayude a otras perdonas a identificar cuanto antes su problema y pedir ayuda. Un saludo!
Buff… se me han caído las lágrimas, me he sentido identificada con muchas cosas que has dicho, yo aún ando en proceso de autocuración y de tocar ese linde de la felicidad que nos hace ver las cosasde otra manera.
Comentario by Mar on 3 de febrero de 2015 at 14:06Felicidades por escribir tan bonito y saber plasmar las cosas tan bien y enorabuena por llegar a ser feliz, está claro que te lo mereces. <3
Marta, leerte ha sido casi como leer una parte pequeña de mi vida. La verdad es que yo he pasado por algo similar.
En mi caso, fue una ruptura inesperada la que inició el desastre. Pensaba que si ese chico me había dejado era porque estaba gorda (y es cierto que desde que había empezado con él, había ganado casi 20 kilos). La cuestión es que me obsesioné con mi peso y en tres meses llegué a perder lo que había ganado. Y no contenta con eso, me esforcé al máximo hasta perder otros 10 más. Llegué a tener una talla 36. ¡Yo! ¡Una talla 36! ¡Menudo lujo! Nunca había podido bajar de la 44…
Pensaba que estar delgada me cambiaría la vida y es cierto que me sentía mejor conmigo misma, pero siempre quería más y más y más. Soñaba con una realidad inexistente, con ser alguien imposible, la mujer perfecta que veía en mi cabeza una y otra vez.
Pero cuando cambias las horas de sueño por ir al gimnasio, cuando no quedas con tus amigas porque tienes que hacer ejercicio, cuando te pasas el día contando calorías y te sientes tan mal después de una cena copiosa que intentas vomitar para aliviar tu ansiedad… es que tienes un problema. Y grande.
He vuelto a engordar y mentiría si dijera que no echo de menos la talla 36. Pero era una cárcel. Y sinceramente, yo prefiero ser libre :)
Comentario by Gem on 3 de febrero de 2015 at 14:25Déjame darte las gracias. Gracias por ser valiente y decidirte a escribir sobre este tema. Y gracias por hacer visible un problema que más personas de las que creemos lo padecen. Bueno, padecemos. Y creo que tu sabes bien lo difícil que es llegar a darse cuenta y entender que tienes un problema, que el mundo no te juzga como tú piensas, que tú eres tú, con una talla 38 o 46. Y que el primer paso para avanzar es aceptarse a uno mismo. Nadie es perfecto en este mundo. Incluso diría que la perfección es relativa. Todo es relativo, según los ojos que lo miren.
Los acontecimientos que tú relatas se asemejan mucho a por los que yo he pasado. Obsesión constante desde adolescente, cuidado con lo que comes, gimnasio más de tres veces por semana y dos horas por vez que iba, atracones que después te hacen sentir horrible e intentos de compensarlos, ansiedad, miedo a no notar las costillas que antes ni notabas y ahira ves a simple vista en el espejo que tantas veces al dia te miras (de perfil para ver que tu barriga no ha crecido)… en fin… tantas cosas que tú ya sabes. Gracias de nuevo. Un saludo y cuidate.
Comentario by Raquel CO on 3 de febrero de 2015 at 14:28Yo también me he sentido identificada con el texto, me alegro que el final sea que lo has podido superar y que se puede. Y que se puede vivir normal, y que ser gordo no quiere decir no ser normal!!
Comentario by mtj on 3 de febrero de 2015 at 15:05Se agradece también que digas que los profesionales médicos también se equivocan y se ponga de manifiesto que incluso alguno de ellos nos empujan al desastre porque ellos mismos también están obsesionados con la delgadez más allá de la salud. Eso me está pasando a mí. Estoy realizando un tratamiento de fertilidad artificial por causas de mi pareja, yo estoy sanísima y con análisis estupendos, pero……estoy gorda. La ginecóloga que me ha tocado es una de esas profesionales gordofóbicas. Entiendo que la ciencia indica que todo es mucho mejor con menos peso, lo acepto. Y estoy procurando mejorar ese aspecto. En general intento hacer vida sana y ejercicio dentro de mis posibilidades y también me cuesta mucho trabajo aceptarme. Lo estaba logrando. Bueno, perdón, lo estoy logrando! A pesar de esta doctora que en tan importante momento de mi vida no hace más que decirme que mi gordura es un gran gran gran impedimento para ser madre todo y cuando no estamos en la clínica por ningú problema mío…..Cada visita me encasqueta la frase «….es que tú con tu peso…» Mi pareja y yo filtramos y esperamos que el proceso acabe bien, pero tengo que decir que no será por ella sino porque un tratamiento estándar me está funcionando. Es muy cruel la situación prácticamente sólo le falta decir que no me merezco ser madre con mi peso…pero yo sé que eso no es verdad, que acabaré el tratamiento, si puede ser con final feliz y sinó cambiaré de centro.
Ánimos a todas que os encontréis en situaciones conflictivas y usen el sobrepeso contra vuestra como arma arrojadiza! Sed fuertes porque una vez superada nuestra mayor enemiga que somos nosotras mismas y nuestra cabecita loca, los demás nos importan una mierda.
A ver, no hay médicos «gordofóbicos», sino médicos que se preocupan por la salud de sus pacientes.
Comentario by Lia on 3 de febrero de 2015 at 22:16La obesidad en un factor de riesgo en el embarazo. No sólo hace que sea más dificil quedarse embarazada, sino que el riesgo de complicaciones (pre eclampsia, parto prematuro, diabetes gestacional, etc) son mucho mayores, sin importar que tus análisis estén perfectos.
Así que no creo que la ginecóloga te lo diga por mal, sino todo lo contrario. Claro que hay maneras y maneras de decir las cosas…
Hola disculpa, si hay medicos «gordofóbicos», esta más que sobre entendido lo que ser gordo conlleva y todas las enfermedades a la que estamos propensos. Cuando vamos a consulta suelen tratarnos medicos que nos hablan desde la verdad y nos cantan la cartilla como es. Pero hay otros que si «son gordofóbicos» cuando tenía 16 años y pesaba 76kg fui a un endocrino que me hizo mirarme frente un espejo y me decía: «¿no ves lo gorda que estas? No eres normal para la edad que tienes. Cuanto me desagrada ver a niñas de tu edad tan descuidadas. Si sigues así antes de los 30 no te veo con vida» Eso me dejó secuelas severas, volví a pisar un consultorio a los 20 años… Asi que si, hay doctores «gordofóbicos» que encuentran inaceptables a las persona que se esta condenando a la muerte por no estar en su peso ideal.
Comentario by Valen on 5 de febrero de 2015 at 21:07Sí hay profesionales de la salud gordofóbicos. Muchos.
Comentario by Monarch on 6 de febrero de 2015 at 21:30Los he tenido de compañeros, pues soy enfermera y no siendo yo la paciente. Algunos sugiriéndome lo ideal que es una cintura de 60 cm y que era algo que debía alcanzar yo (ni estando en mi peso más bajo en mi etapa de anorexia pude tener una cintura de 60 cm, aún pesando 46 kg)
Lo he notado constantemente. Los he oído hablar entre bastidores.
Hay de todo, pero muchos son gordofóbicos.
Otros no. Ya de la costumbre, cuando quería quedarme embarazada, me anticipé a mi ginecólogo diciendo «Sí, tengo que adelgazar». Y me sorprendió. Me sorprendió diciendo «No, eso no tiene importancia». Yo en esa época tenía un sobrepeso grande sin llegar a obesidad.
En otro caso, cerca en el tiempo al anterior, tuve neumonía atípica con asma y, siendo fumadora en aquella época, incluso tras decirle al neumólogo que fumaba, me dijo que debía perder peso, que eso ayudaría a no tener asma. No mencionó mis cigarrillos. No tuvo en cuenta que el asma era causado por la neumonía y que desapareció tras curarse. Los que te ven gorda y no les parece bien, te lo dicen.
La salud es aparte.
Y SÍ, la OMS baja sus parámetros por favorecer los intereses de las farmacéuticas. Eso ni lo dudéis.
Cuando empecé a estudiar enfermería, el IMC por debajo de 20 se consideraba delgadez. Ahora se considera por debajo de 18.
Los parámetros de Presión Arterial ideales han bajado. Toda la vida se ha considerado una presión de 140/95 mm Hg el punto de partida para empezar a considerarla hipertensión. Ahora la mínima para considerar hipertensión es 80 mm Hg. Una persona con esa presión mínima siempre se le ha considerado «sano como un roble» en lo que se refiere a la Tensión Arterial. Ahora no.
Evidentemente que sé las complicaciones que comporta el sobrepeso en el embarazo, y como ya he dicho en el texto, lo acepto. Lo que la ciencia dice me lo creo 100% y por eso estoy poniendo de mi parte poniéndole remedio. Un descenso de peso siempre será positivo para todo el proceso también lo sé.
Comentario by MTJ on 13 de febrero de 2015 at 13:10Si me refiero a mi doctora como gordofóbica es porque se extralimita en el terreno estrictamente médico. Como profesional debiera advertirme de todos los factores en juego, digo TODOS porque el peso no es el único en juego. Por otro lado, si tan importante es, no sé como me ha dejado iniciar el proceso sin enviarme primero a perder peso….una de dos, o no es tan profesional y quiere cobrarme la pasta, o será que no es el factor determinante…..También dicen que el estrés es importante, y de veras os digo que el estrés psicológico que me hace pasar en cada visita haciendome sentir culpable de ser como soy aunque esté haciendo dieta y ejercicio para mejorarlo. Y ojo al dato, bajé de peso y ella no me pesa, prefiere seguir diciendome «….es que con tu peso….» Así que para mí es una doctora gordofóbica.
Plenamente identificada con la mayoría de cosas que dices. Deberíamos dejar de preocuparnos por lo que pueda pensar la gente que nos rodea o por alcanzar ese culmen de la perfección física y centrarnos más en estar sanos (que no tiene nada que ver el estar gordo con estar sano) física y mentalmente.
Comentario by Lu on 3 de febrero de 2015 at 15:49Me alegra que hayas conseguido superar tus problemas, y el hecho de que cuentes tu historia hace que las demás seamos capaces de ver que ciertos errores que cometemos a diario por los dichosos pensamientos morales sobre si comer algo está bien o mal, no nos llevan a ninguna parte excepto a hacer una mella más en nuestra salud psicológica.
Por todo ello, gracias. :)
Enhorabuena por el artículo. Yo también me he sentido identificada en gran parte. Quería preguntarte cuál es el centro al que acudiste, si puedes decírnoslo…. yo he probado ya muchas cosas, mucho dinero y me gustaría dar con alguien que diera en la clave de una vez. Gracias!
Comentario by MUF on 3 de febrero de 2015 at 16:24Hola Muf,
el centro por desgracia ya cerró, pero la psicóloga con la que yo hice toda la terapia sigue ejerciendo en solitario. No sé si puedo pasarte el contacto por aquí, te dejo su web para que consultes, ahí creo que aparece el teléfono. Yo le estoy muy agradecida, y además de buena profesional es muy «persona», lo que se agradece cuando se trata de momentos tan delicados en la vida de alguien :)
Comentario by Marta on 5 de febrero de 2015 at 22:47http://www.roserpsicologia.com
Bravo, bravo y bravo!!!
Comentario by Mireia on 3 de febrero de 2015 at 17:14Enhorabuena por tu superación personal y gracias por compartirlo :)
Me siento completamente identificada, de principio a fin. Ahora mismo estoy pasando por una mala racha donde el peso se está convirtiendo en una parte importante del problema (seguidamente de un accidente, hace unos meses me operé una rodilla, y en marzo debo de operarme la otra) Problema: el peso no es bueno para las rodillas. Problema: claramente no me siento bien conmigo misma y estar impedida no ayuda. Problema: durante al menos un año no puedo hacer deporte, es decir que tengo que controlar mi alimentación y ahí está el fallo por que en cuanto pienso en contar calorías y hacer dieta engordo!
En fin muchas gracias por tu entrada, estoy segura de que te va a ir todo bien, gracias por sacarme una sonrisa y no sentirme sola.
Comentario by Netani on 3 de febrero de 2015 at 17:17A veces la mejor dieta es dejar de hacer dieta. Tanta prohibición genera una espiral de culpa, sentimiento de inutilidad, etc etc, lo que todas sabemos. Deja de hacer dieta unos días, permítetelo, y ya verás ;-) Sé que estarás pensando que es imposible dejar de pensar en lo que está bien o no comer, dejar de pensar en calorías, etc etc. Pero se puede. Por experiencia te lo digo :-)
Comentario by MUF on 3 de febrero de 2015 at 18:28Que bien escrito
Comentario by Gordaalafuga on 3 de febrero de 2015 at 17:18Cuanto sufrimiento
Me alegro que hayas encontrado tu esencia y equilibrio. Eres muy joven y aún te queda todo un precioso camino por recorrer.
Un beso y gracias por compartir algo tan íntimo y tanta verdad
Enhorabuena por haberte curado, y enhorabuena por tener la fuerza de contar como acabas de hacer toda tu historia. Ojalá tus palabras ayuden a personas que estén pasando por lo mismo. Un besazo
Comentario by Ana on 3 de febrero de 2015 at 17:41Maravilla de post! y muchas gracias por compartirlo con todas nosotras! Estoy segura de que en algún punto nos hemos sentido reflejadas en algún momento de nuestras vidas, prácticamente todas las mujeres….de verdad me has emocionado.
Comentario by Lau_Gala on 3 de febrero de 2015 at 18:02Enhorabuena por tu curación!! Yo misma he sentido en mis carnes esa gordofobia médica y también ha afectado a mi actitud hacia los médicos y a mi autoestima. A los 12-13 años que un endocrino te diga: «Maria apellido apellido nunca estará delgada» tampoco ayuda mucho y que se dedique a machacarte diciéndote a esa edad que te estás saltando a la torera la dieta cuando la sigues a rajatabla pero las cifras en la báscula no son las que él dice que deben ser han sido determinantes para que no vuelva a pisar un endocrino/nutricionista en mi puñetera vida. Lo único que provocaba con esos juicios, a parte de grabar a fuego tales palabras en mi mente y en mis emociones, es el atracón de horchata con fartons que me metía en el bar de abajo al acabar la visita!!!! Y que no volviese jamás!!!
Comentario by Maria on 3 de febrero de 2015 at 18:08Lo primero, felicidades por este post y me alegro mucho que ahora hayas conseguido ese punto de felicidad.
Comentario by Pedro on 3 de febrero de 2015 at 18:47Personalmente me siento parcialmente identificado, aunque por suerte la presión estética a los hombres es menor y no he sentido nunca ese peso tan grande como muchas de las chicas que han dejado testimonios en la web. Durante mi vida he pasado por los 70kg y por más de 100 y con obsesión por la comida por el estress durante mucha parte de mi vida laboral, por intentar bajar de peso al creer que las mujeres no se acercaban a mi por la tripa (cuando era mi cabeza la que las alejaba). Odio que el médico me mire la barriga cuando todos mis análisis están perfectos, aunque sí que me gustaría estar un poco más en forma. Por suerte he dejado de lado esa obsesión por mi imagen ignorando a los demás y me doy cuenta que soy mucho más feliz y curiosamente, los que me rodean, también.
Gracias por escribir estas cosas.
Marta, bien sabes que la historia me suena…. De todas formas, leerla de tu puño y letra ha hecho que se me ponga la piel de gallina. Tienes un don!
Comentario by Magda on 3 de febrero de 2015 at 19:07Tuvimos mucha suerte de cruzarnos con ella en nuestros caminos…
Un beso
Creo que acabo de descubrir que tengo un problema. Sé que nadie es perfecto, y sin embargo encajo totalmente en esas «características»: auto exigencia, baja autoestima… He llegado al punto de ignorar comentarios positivos de mis seres queridos y considerar que ellos son los que están ciegos, porque yo me veo gorda, fea e incapaz de nada. Estuve así hace tiempo y logré estar bien, pero he vuelto a decaer. Ya no sé si es una enfermedad o simplemente una etapa común de la vida.
Gracias por escribir tu historia y enhorabuena por haberla superado :)
Comentario by Sandra on 3 de febrero de 2015 at 19:25Ojalá tener tu fuerza! Me parecería absurdo darte la enhorabuena por ser feliz, ya que eso es lo que todos deberíamos merecernos, pero de todas formas, enhorabuena por superar algo de lo que no todo el mundo es capaz de salir.
Comentario by Ene Hache on 3 de febrero de 2015 at 22:30Enhorabuena por este precioso post. El TCA no es algo para tomarse a la ligera y que sin embargo se ve muchas veces incentivando por esta sociedad normalizando situaciones del tipo » ¿ha pasado algo malo en tu vida y ya no quieres comer? Es normal ! » y que luego satiriza y ridiculiza esta enfermedad sin apenas entender qué es lo que realmente ocurre de verdad detrás de todo esto. Enhorabuena por tu recuperación, este post sirve de ejemplo para personas que estamos en un tratamiento a punto de ver el final de esta pesadilla. Un saludo !
Comentario by María on 3 de febrero de 2015 at 22:32¡GRACIAS CAMPEONA! ;)
Comentario by Joss on 4 de febrero de 2015 at 00:05me alegra encontrar articulos como estos que lejos de darte por vencida te enseñan a luchar x lo que quieres al tiempo que te dan motivos para aceptarte, pero al tiempo mejorarte…. se que a muchas chicas nos a agradado tanto… gracias x compartir tu verdadero sentir.. para que tantas no ahoguemos nuestras inconformidades !!! muchas gracias… y a echarle ganas chicas… q somos muy lindas y valemos igual que todos y hasta un poco mas x luchonas!.
Comentario by emily on 4 de febrero de 2015 at 00:09Reconozco tantas cosas… la niña que sólo estaba un poco rellenita pero la hacían sentirse como si fuera una bola (en mi caso además siempre fui muy deportista, pero eso nunca se mencionaba; sólo que «tenía tripita») Estar con personas que no te quieren porque el hecho de que alguien se fije en ti te da algo de valor. Incluso lo de tocarse los huesos de la pelvis… eso lo he hecho mil veces tumbada en la cama.
Mil felicidades por haberlo superado, y gracias por este post. Yo también lo he superado, gracias a lo que me enseñó mi psicóloga y al trabajo de muchos años.
Comentario by Miriam on 4 de febrero de 2015 at 01:26Me acabo de dar cuenta de que probablemente tenga un problema, oues coincido con muchos de los puntos que citas en tu texto. Es más, mi marido siempre me dice que estoy obsesionada con mi cuerpo. Yo siempre fuí gordita, desde que nací. Llegué a pesar 120 kg, cuando decidí ponerle remedio se supone que un peso adecuado para lo que había llegado a pesar eran unos 70kg, y me parecía bien. Hasta que llegué a los 70 y pensé que con dos kilos menos estaría mejor, con los 68 pensé que con 65 estaría mejor, luego con 62 y de ahí no bajé, no porque no quiera, sino porque me cuerpo se resiste. Ahora ando entre los 63-65 depende del día. Me miro constantemente en los espejos, cristales, charcos de agua, comprobando lo gorda que se me ve. Cuando empiezo a comer cosas que «no debería» me descontrolo y al día siguiente estoy fatal, lloro por ser tan «vaca» por no poder controlar. Me levanto cada mañana tocandome el hueso de la cadera, es algo tan automático que ni me daba cuenta de que lo hacía para asegurarme de que sigue ahí. Mi humor depende de lo que marque la pesa…, pero es que mi vuda va tan mal que me da la sensación de que de lo único que tengo el control es de mi cuerpo, y cuando pierdo el control me siento tremendamente fracasada e inutil, incluso he vomitado alguna vez. No se, a veces me da la impresión de caer hacía el vacío y no tener a lo que agarrarme. Creo que lo único que me motiva a intentar cambiar esto es mi marido y el pobre es el que más sufres mis continuos cambios de humor y mis idas de olla.
Comentario by Sara on 4 de febrero de 2015 at 10:51Muchas gracias a [email protected] por leer y por comentar, ¡de verdad! Quería contestar vuestros comentarios uno a uno, pero la página tiene un sistema de control que no permite publicar tantos comentarios en tan poco tiempo :)
Comentario by Marta on 5 de febrero de 2015 at 13:51Me hace muy feliz saber que mis palabras y mi experiencia os hacen sentir más acompañadas en este camino de la relación con el propio cuerpo, que a veces es muy solitario y difícil de transitar. Era justamente lo que quería cuando escribí el texto. Sabed que no estáis locas, ni solas, ni perdidas. En el silencio, somos muchas las que nos sentimos de forma parecida. Sobretodo os animo a pedir ayuda a las que creáis necesitarla, porque es posible curarse y estar bien y ser feliz :) Un abrazo!!
Solo puedo llorar y llorar al leer esto. Nunca he vomitado. Y no se si algun día seré capaz de hacerlo. Nunca he visto que haya en mi un problema… Hasta quizá hoy. Porque esa persona soy yo. Solo pienso en cuando podré operarme. En lo fácil que seria coger un cuchillo y cortarme toda la grasa. En lo culpable que me siento ahora, que ya no puedo hacer dieta porque por una lesión apenas puedo moverme del sofa y solo engordo y engordo y engordo… Y estoy deprimida porque he ganado los kilos que tanto me costo perder… Y todos los que aun me quedan por bajar… Espero algun día ser tan valiente como tu y poder pedir ayuda.
Comentario by Anon on 4 de febrero de 2015 at 16:24No conozco toda tu historia, lo único que puedo decirte es que no te juzgues ni te machaques, te mereces darte amor, y el tiempo y el espacio que necesites para digerir lo que te ocurre. Mucho ánimo, y no tengas miedo de pedir ayuda!! Gracias por leerme y gracias por tu comentario!
Comentario by Marta on 5 de febrero de 2015 at 12:50No quiero meterme mucho en el tema, aunque me alegre el hecho de que haya superado esa situación, pienso ¿De verdad que estamos tan mal? Eso no es nuevo todos lo dicen, se sienten identificados. Ahora bien:
¿Nadie cree que se hace algo mal que no sea nuestra culpa al 100%?
¿A cuántos de ustedes les han dado cultura alimenticia?
¿Cuántos anuncios ven patrocinando una vida saludable ¡De verdad!?
Empecemos a pensar un poco y no es por ofender, pero me indigna. Acaso no sera esta sociedad la que falla, o nuestras costumbres. Cuando cambiemos las cosas que nos afectan viviremos mejor, solo en el tema de la alimentación hay miles de ejemplos.
Me gustaría saber qué pasaría si se tornara la balanza y nos viéramos en una sociedad que consume la proporción de comida basura en comida saludable. Que el éxito no lo consiguieran las grasas, azúcar, hidratos, etc. Si se enseñara a la gente a que no se puede privar de un capricho, pero es solo eso un capricho.
Se habla de educación, pero de una que nadie recibe si no es por su propia cuenta e interés. Sé que no soy el más indicado en el tema pero veo que esa es la verdadera causa de cualquier desorden alimenticio, nosotros mismos nos enfermamos y enfermaremos a nuestras próximas generaciones. Aún así pueden existir otras situaciones que induzcan a lo mismo, pero una buena base lo es todo. Hay que cambiar muchas cosas de este MUNDO tan «bonito». Ojalá se dieran cuenta de lo verdaderamente importante en esta vida.
Pido disculpas si esta demasiado fuera de contexto, pero a mi parecer es el verdadero problema.
Comentario by SAP on 4 de febrero de 2015 at 18:28Muchas gracias a [email protected] por leer y por comentar, ¡de verdad! Quería contestar vuestros comentarios uno a uno, pero la página tiene un sistema de control que no permite publicar tantos comentarios en tan poco tiempo :)
Comentario by Marta on 5 de febrero de 2015 at 22:39Me hace muy feliz saber que mis palabras y mi experiencia os hacen sentir más acompañadas en este camino de la relación con el propio cuerpo, que a veces es muy solitario y difícil de transitar. Era justamente lo que quería cuando escribí el texto. Sabed que no estáis [email protected], ni [email protected], ni [email protected] En el silencio, somos [email protected] las que nos sentimos así. Sobretodo os animo a pedir ayuda si creeis necesitarla, porque es posible curarse y estar bien y ser feliz :) Un abrazo!!
Hola Marta,
Comentario by Reich on 6 de febrero de 2015 at 18:55Enhorabuena por este post. Me he emocionado tanto al leerlo, y es que he vivido en primera persona cada etapa por la que has pasado. Afortunadamente, siempre tuve el apoyo familiar y de mis amistades durante mi tratamiento, que fue durisimo, y del que aun hago seguimiento, pues tengo algunas aristas pendientes en cuanto a dependencia emocional. Poco, muy poco a poco la gente va tomando conciencia de lo que verdaderamente significa tener un trastorno de la conducta alimentaria, ya sea porque le ha tocado de cerca o sea por una mayor sensibilizacion en su entorno. Pero aún queda mucho por pelear y avanzar en ese sentido.
Un abrazo!
No puedo terminar de leerlo porque rompo a llorar. Llevo un año en tratamiento porque llevo toda mi vida con sobrepeso (tengo 20 y desde los 8-10 años ya pesaba 20kg más de lo normal) y aunque no he llegado a hacer tonterías de ayunos ni vómitos me he dado los atracones más increíbles del mundo. No es fácil y al igual que tú, de repente me he encontrado dentro de esto. Todo empezó con una cita que pedí al médico para que me llevara al psicólogo porque tenía un par de »problemillas» familiares y un poco de mala autoestima. Al principio de la terapia yo la explicaba que no quería adelgazar porque eso sería aceptar las »condiciones» de la sociedad y yo era guapa estando gorda ya que tenía (y tengo) novio, por lo tanto era posible que alguien me quisiera tal y como soy. Sin embargo, al proponerme que empezara a hacer deporte tras hacerme entender (aunque aún seguía un poco reacia) que lo hacía por salud, empeoré. Todo era genial, hacía deporte y me sentía bien pero de vez en cuando tenía atracones y los compensaba con deporte. De repente todo iba a más: comías, hacías deporte, te pesabas y 200gr más. El mundo se avalanza sobre ti. DIOS, ¿QUÉ HE HECHO MAL? Llegué a perder casi 10 kg a base de deporte y atracones. Cuando acabaron las clases en verano, creí que ya tenía voluntad para seguir haciendo una vida »sana» yo sola pero esa fue mi ruina… hasta hoy, que sigo arrastrando este problema porque aunque lo sabe mi novio y trata de apoyarme y aunque lo sabe mi madre (y siento que no me apoya) siempre vas a sentirte sola porque no puedes explicar bien qué sientes o de dónde surge. Es algo dentro de ti que te lleva a eso.
En definitva, no puedo leerlo porque sé que yo estoy aún ahí dentro y me rompe el corazón porque si ya es difícil darte cuenta de cómo has entrado, imaginad lo jo**do que será encontrar la salida.
Comentario by Anynati on 7 de febrero de 2015 at 21:41Puf, ni si quiera me decidía a escribir este comentario.
Se me han puesto los pelos de punta leyéndote porque me he visto completamente reflejada en tus palabras. Con 62 kilos y una talla 38-40 me veo horrible. Yo también experimento ese momento frente al espejo en el que sólo deseo poder coger unas tijeras y rebanar las partes que me sobran en la barriga, en las piernas, en los brazos… Realmente nunca he estado mucho más gorda que eso. Mi peso lleva años bailando entre los 65-60 y nunca ha superado los 70. Aún así soy la más gorda de mis amigas, que con tallas 34-32 no paran de repetir lo gordas que están. ¿Dónde me deja eso entonces a mí? Comentario tras comentario me hunden más y aunque intento hacérselo entender ellas insisten en que yo no estoy para nada mal.
Mi madre y mi hermana son como yo, somos familia al fin y al cabo, no están exageradamente gordas, pero con 5-10 kilos menos estarían genial. Todas somos conscientes de ello y nos hacemos bromas entre nosotras constantemente. Si mi madre me llama gorda a mí, yo le contesto que para gorda mi hermana y, a su vez, ella dice que para gorda mi madre y todas nos reímos. «Las morcillas», «la chicha», «el culazo», «los jamones», fingimos que somos las vacas del anuncio de «la vaca que ríe». Entre las tres, nos reímos de esos kilos de más.
Pero por la noche en mi habitación, me miro al espejo y pienso en todo lo que he comido durante el día. Pienso en los comentarios de mi madre, que muchas veces van algo más en serio. Pienso en mis amigas y en lo bien que les quedan los pantalones cortos. Pienso en que no me queda bien ese bikini que me he comprado por internet con la parte de abajo de la talla L y lloro y lloro y no puedo dejar de llorar hasta que me duermo.
Estoy metida en una espiral en la que hago dieta y deporte, y lo dejo, vuelvo a la dieta y al deporte, y vuelvo a dejarlo, constantemente. Siento que nunca podré llegar a mi objetivo que es quitarme unos 5-7 kilos más. Sólo quiero eso. Pero nunca llega. Realmente no tengo una mala autoestima, en teoría, me considero una tía divertida, guapa, mis notas en la universidad no bajan del notable y, aun así, siento que algo no está bien conmigo y lo único que no me encaja son los kilos. Pienso y tengo el firme convencimiento de que con una talla 34-36 sería más feliz y, aunque sé que normalmente nunca es así, sigo creyendo que ese es mi principal problema. Me has hecho ver con tus palabras que quizá tenga un problema, pero no sé ni por donde empezar.
Comentario by C on 9 de febrero de 2015 at 03:37Es muy triste que me alegre de leer este post y algunos de los comentarios (no he podido leerlos todos) creía que yo estaba empezando a volverme loca. He sido gorda toda mi vida, recuerdo como de pequeña mi tía me insistía para que me pusiera a dieta, todos mis primos eran guapos y delgados y yo era una especie de oveja negra en la familia, o así es como yo me he sentido siempre. Consiguieron convencerme para que fuera a un médico, y desde los 12 años no conozco lo que es comer lo que me salga del muffing sin sentirme después horriblemente mal. Tampoco mejoró cuando fuí cumpliendo años, porque no solo era la gorda de la familia, también era la gorda de mi grupo de amigas, la gorda de la clase… nunca conseguí adelgazar del todo, tenía épocas mejores y épocas peores, pero siempre gorda. Hasta que me canse de ser la sombra de mis «amigas guapas» (lo pongo así porque ni eran amigas ni eran guapas, es que a mi lado era guapo hasta un orco de Mordor.) Sobra decir que el colegio y el insituto fue horrible, ser un blanco fácil es lo que tiene, y en cuanto pude lo deje, algo que se que por desgracia no solo me ha pasado a mi. Con 23 años mi madre me vió tan agobiada que me cambió de médico, con la condición de hacerle caso al 100% fue duro, pero conseguí lo que toda la vida había soñado. Comencé a bajar de peso y conseguí perder 20 kilos. Pero en el camino a la «felicidad» también perdí a mis supuestas amigas que no solo no me ayudaron ni un poco, (cada vez que salía con ellas iban al Burguer King, al Macdonald, o atracaban el kiosko mas cercano y me decián que así ganaba mas fuerza de voluntad al ver a la gente comer delante de mi) si no que como empecé a salir menos con ellas (por razones obvias) dejaron de contar conmigo. También deje de beber hasta el agua de los charcos los sábados, así que la fiesta para mi concluía muchisimo antes que cuando era gorda y no me importaban las calorías vacias de las copas que me tomaba. Pase de amiga gorda manejable a amiga molesta que ya no servía (bueno es cierto que pasaron más cosas, pero para mi esto fue la gota que derramo la garrafa llena de agua ya) despúes de eso lo pase bastante mal, me quede completamente sola, engorde tres kilos y era incapaz de centrarme en la dieta de nuevo. Empecé a hacer bastane ejercicio, y a tomarmelo más enserio, me costo muchisimo pero llegue a los 64 kilos, aunque quiero bajar 4 más mi cuerpo está en huelga, me rallo muchisimo, me peso cada día, me miro en cada espejo, y como vosotras me cojo la barriga y desearía que fuera posible cortar por lo sano. Estar desnuda frente a alguien es algo que ni me planteo, ni siquiera voy a la playa por no ponerme en bañador (el bikini tampoco es planteable) y se que si algún día consigo bajar estos 4 kilos tampoco estaré agusto aunque ahora crea que si. No ayuda que las dos únicas chicas con las que puedo hablar de vez en cuando sean unas obsesas de la delgadez, critiquen a todo el mundo por su cuerpo y crean que una talla 36 es el tope, que mejor una 34. Incluso dejé de salir con ellas una temporada porque cada vez que lo hacía me pasaba días deprimida sintiendome mas gorda aún por culpa de ellas, ahora les planto cara, y ya no dejo que me afecte tanto, intento quererme de verdad, pero no es nada fácil. Hay días buenos y días malos, pero por desgracia abundan los malos. Aún tengo la costumbre de comer sola y en casa si me salto la dieta, tengo esa sensación de que todo el mundo controla lo que como porque soy gorda y no tengo derecho a comer nada, aunque tampoco tengo mucha oportunidad de comer fuera, mi vida social brilla por su ausencia, aunque si algo he aprendido en este camino tan duro y tan cuesta arriba es que mejor ir solo que mal acompañado.
Comentario by Miss Nothing on 17 de febrero de 2015 at 16:44Hola!! Yo he padecido la anorexia y he salido de ella pero todavía voy a revisión y sé que tendré que convivir con esa enfermedad y vigilar para no volver a recaer. El post me a ha gustado pero discrepo en muchas cosas con el. LA PRIMERA NO TODAS LAS QUE SUFRIMOS ANOREXIA NOS VEMOS GORDAS NI LO HEMOS SIDO EN EL PASADO, DE HECHO MUCHAS ESCONDEMOS NUESTRO CUERPO PORQUE SOMOS CONSCIENTES DE NUESTRA EXTREMA DELGADEZ, ASÍ COMO ESTAR GORDO TAMPOCO ES SALUDABLE SI NO ESTAR EN TU ÍNDICE DE MASA CORPORAL CORRESPONDIENTE A TU ESTATURA. LA SEGUNDA COSA Y ÚLTIMA ME SIENTO MUY OFENDIDA Y CANSADA DE LAS FOTOGRAFÍAS QUE SE USAN PARA HABLAR DE ESTA ENFERMEDAD, USÁNDOLA DE INSPIRACIÓN ARTÍSTICA CUANDO HAN SIDO MUCHAS LAS QUE HAN MUERTO A CAUSA DE ELLA. ¿O ES QUE AHORA A LOS QUE TENGAN LA MALA SUERTE DE PADECER CÁNCER LOS VAMOS A FOTOGRAFIAR EN SUS PEORES MOMENTOS, O A UNA PERSONA QUE SUFRA ESQUIZOFRENIA TAMBIÉN VAMOS A RECREARNOS CON FOTOS QUE PARECEN ARTÍSTICAS Y REALMENTE DAN VERDADERA REPULSIÓN? ESAS ILUSTRACIONES, FOTOGRAFÍAS QUE INTENTAN SER ARTÍSTICAS COGIENDO COMO FUENTE DE INSPIRACIÓN A UNA ENFERMEDAD TAN GRAVE COMO LA ANOREXIA ES ESCANDALOSO, INDIGNANTE Y VERDADERAMENTE REPULSIVO. UNA NIÑA CON LA CINTA MÉTRICA POR LA BOCA O VOMITANDO, PERO A DÓNDE VAMOS A LLEGAR CON ESTA FALTA DE EMPATÍA Y RESPETO. NO TODOS LOS CASOS SON IGUALES Y NO COMPRENDO QUE SI HAS VIVIDO ESTO PERMITAS ESAS FOTOGRAFÍAS QUE NOS INSULTAN A LAS PERONAS QUE HEMOS SUFRIDO ESTA ENFERMEDAD, LAS QUE LA SUFREN Y LAS QUE HAN PERDIDO LA VIDA POR ELLA. NO ES UN JUEGUECITO PARA ANDAR HACIENDO EL PAYASO CON LA CÁMARA Y EL ARTE. EL ARTE ES MUCHO MÁS QUE ESO, ESO ES ASQUEROSO Y LA PERSONA QUE LAS HACE ES UNA IGNORANTE COMPLETA Y UNA IRRESPETUOSA. ASÍ QUE CON ESTOS POST NO AYUDAIS MUCHO SI NO QUE AVERGONZAIS A LAS PERSONAS QUE PADECEMOS ESTA ENFERMEDAD TAN SERIA.
Comentario by RESPETO on 13 de marzo de 2015 at 21:44Hola a todos,
Yo soy un hombre que cuando tenia 13 anios estuve vomitando tras cada comida. Era un chico gordo y vi en vomitar la solucion perfecta. En mi casa por un lado mi madre me daba de comer cantidades enormes de comida y por otro me decia que estaba gordo. Mi logica conclusion fue: «Bueno pues como y luego vomito» En cuestion de seis meses pase a tener un peso normal para mi estatura y justo en ese momento mis padres descubrieron que vomitaba. Mi madre se puso de los nervios y lloro y me preguntaba una y otra vez pero porque lo haces??? Yo no supe que contestar pero tras ver tanto sufrimiento en ella, y teniendo en cuenta que ya habia conseguido tener un peso razonable, deje de hacerlo. Al ser chico fue relativamente sencillo mantener un cuerpo atletico, hacia deporte a todas horas. Era mi mejor pasatiempo :). Y asi vivi desde los 13 hasta los 24 anios. Ni que decir tiene que pesase lo que pesase aunque sabia que era fisicamente atractivo siempre podia estar mejor y como un amigo mio me dijo una vez… «Pablo a ti siempre te faltan tres meses para estar bien» :) :) Durante mi adolescencia y hasta hace relativamente poco tiempo siempre tuve muchos problemas para relacionarme con las mujeres… Y yo no entendia por que… por que…
Como resultado de este rechazo solo tuve 2 relaciones (2 y 5 anios respectivamente). La relacion de los 5 anos fue a partir de los 24. No me gustaban ninguna de estas dos mujeres pero las acepte en mi vida porque no creia que pudiera conseguir nada mejor (merecer). Logicamente estas dos personas que accedieron a compartir su tiempo conmigo tenian una cantidad de problemas equivalente a los mios, y las relaciones aunque hubo momentos buenos, estuvieron marcadas por un monton de sufrimiento…(fuuu).
Durante este tiempo yo no era consciente de tener un problema con un trastorno alimencio, ni de baja autoestima, ni de nada… Yo sabia que a los 13 anios vomite durante una temporada pero lo consideraba algo superado y que fue una tecnica util que me habia permitido estar en delgado de una forma rapida y facil. Aissssssss
Estando ya en la segunda de las relaciones, y con un nivel de autoexigencia brutal, con una tortura mental enorme, mi cuerpo dijo basta y empece a tener dolores y sensaciones extranias por todo mi cuerpo. Se me dormian las manos al dormir, se me dormian los pies cuando corria mas de 20 minutos… Cosas muy raras para un chico de 25 anios… Fui a medicos, traumatologos, y todos me decian lo mismo, no sabemos porque te pasa eso pero no se debe a tu espalda, o a tus huesos, o a tus musculos…
El nivel de stress y sufrimiento era enorme… Y la pareja que tenia no ayudaba mucho. Empece a comer compulsivamente por las noches y en cuestion de 1 y medio engorde 25 kg.
Para sobrellevar todo esto empece a ir a una masajista que consiguio quitarme parte de los dolores pero que me recomendo no hacer deporte…
Y asi pase como 3 anios mas. A los 29, la mujer con la que salia me dejo. Y yo (siendo hombre) pense… Pablo las relaciones que tienes son una mierda, el sexo que tienes (si es que lo tienes) es una mierda, asi que tendras que arreglarlo. Como mi problema era sexual (o eso pensaba yo), busque talleres y actividades que me pudieran ayudar… Y encontre un hombre que impartia talleres de Tantra cerca de donde yo vivia. Asi que, me arme de valor, rompi con los frenos que una sociedad catolica como la espaniola habia puesto en mi y me apunte a un curso.
He de decir que las cosas que experimente con esta gente fueron increibles y me pase de estar en un nivel 0 a un nivel 1… Esta bocanada de aire fresco me permitio despertar y volvi a hacer deporte, mi cuerpo funcionaba de nuevo y perdi los 25 kg…
Y en ese momento me mude a otro pais. Yo ya pensaba que estaba genial. Habia superado mi trauma sexual y la vida se abria ante mi :)
En esos momentos flotaba, recuerdo que estaba un dia fregando el suelo de mi casa y estaba en un estado de felicidad tal que no hacia nada mas que sonreir…
Al llegar a mi nuevo destino me apunte a un monton de cosas mas (que me ayudan a conectar con mis emociones). Cuddles parties, ecstatic dance, talleres de desarrollo personal… Decidi salir con cuantas mas mujeres mejor yme puse un reto de acostarme con al menos 14 mujeres durante 2014 y lo consegui. He de clarificar aqui, para evitar que trate a todas ellas lo mejor que pude en cada uno de los momentos que compartimos juntos. Y con subidas y bajadas los niveles de felicidad a los que llegaba eran mas y mas grandes.
De todas formas, todas las manianas me pesaba antes de ducharme (y si, 200 gramos mas que ayer o menos importaban), cada vez que iba a comer pensaba si eso me engordaria o no, y tenia y aun tengo pensamientos recurrentes de cuando pese esto menos esta ropa me quedara tanto mejor… en fin, ademas y de manera sorprendente si algun dia iba a cenar a algun bar con comida que yo consideraba mala la vomitaba al llegar a casa (ocurrio como unas 6 veces en el periodo de 3 o 4 meses) y para mi era algo completamente justificable porque, aunque vomitar era malo aun iba a ser peor dejar que esa comida pasase a formar parte de mi.
De repente un dia, tras encadenar dos cursos seguidos, dije, «ostia Pablo igual tendrias que mirar algo de informacion sobre trastornos alimenticios que mira que cuando tenias 13 anios hiciste aquello y mira que has vomitado unas cuantas veces ultimamente»
Yo tengo una naturaleza inquisitiva y darme cuenta de que llevaba toda mi vida sin mirar ningun tipo de informacion sobre estos temas fue un momento de iluminacion enorme…
Lei, y lei, y me di cuenta que nunca habia abandonado el trastorno alimenticio. Daba igual si estaba en forma o no, el trastorno alimenticio estuvo siempre conmigo.
Tras este momento de iluminacion decidi que no me iba a volver a pesar en todo el 2015. Tambien decidi que iba a dejarle a mi cuerpo pesar lo que quiera y a quererme independientemente de la imagen que me devuelve el espejo. Aun estoy trabajando en ello, pero estoy en el camino correcto.
Una noche hace dos semanas me sentia cansado y me fui a dormir pronto. Estando en la cama no podia dormir y decidi irme a dar una ducha, estando en la ducha senti como si una energia oscura abandonase mi cuerpo y fuera llevada lejos de mi por el agua de la ducha. No se como cambiara mi vida pero quiero deciros que desde hace dos semanas estoy haciendo y viviendo cosas muy diferentes.
Quiero compatir con [email protected] [email protected] que el ser humano esta compuesto por cinco aspectos fundamentales cuerpo, mente, espiritu, emociones y sexualidad. Y que para modificar uno de estos aspectos, podemos y tenemos el derecho de usar los otros. Tener un trastorno alimenticio no es ni bueno ni malo en si mismo. Simplemente es una oportunidad para trabajarnos. Mi consejo es que lo vivais (no lo sufrais), porque dentro de el hay cosas que teneis que aprender :) :) :)
Imaginaos que cuando os mirais en el espejo y veis una molleja y decidis que prefeririais que no estuviese ahi (y yo tambien lo hago), os rieseis de ese pensamiento, dandoos cuenta de la tonteria tan grande que es desear que algo que es no sea :) :) :)
Siento que el texto no este muy trabajado pero he ido escribiendo ideas segun llegaban. Espero que aun asi algo de lo que he compartido os sirva. Un abrazo enorme para todos :) :) :)
Si alguien quiere escribirme algo (constructivo) puede hacerlo a [email protected].
Pablo
Comentario by Pablo on 30 de marzo de 2015 at 22:40Hola Marta,
Qué bonito es todo lo que has escrito! Increíble. Yo no tengo problema de peso, pero si un problema con mi cuerpo. Por una enfermedad que tuve con 13 años tengo muchas cicatrices en todo el cuerpo y un problema con mis pies que no puedo andar sin dolor. Siento también que tengo que estar perfecta. Y solo puedo estarlo si tapo las cicatrices y si no muestro que me duele andar. Me he podido identificar mucho con lo que has escrito. Creo que voy por buen camino, pero a veces me cuesta saber si decido operarme (por ejemplo para quitarme trozos de las cicatrices) por sentirme mas perfecta o mas aceptada en esta sociedad o si lo hago para mi bien.
Mil gracias por compartir tu camino y me alegro que estés bien ahora.
Un abrazo!
Comentario by Daigual on 27 de julio de 2015 at 11:45Yo pase por lo mismo, adelgazé demasiado y muy rápido y por un tio que es lo peor, luego en un momento de mi vida empece a engordar otra vez. Lo que ahora no soporto es ver a compañeras, amigas etc que quieren hacer lo mismo y que se estan obsesionando demasiado por el físico, aveces ya no por ellas si no por los demas, y que encima te intentan convencer para que hagas lo mismo… no no, y por mas que les dices que lo estas haciendo mal, más lo hacen…
Comentario by Beitarock on 1 de febrero de 2016 at 13:40Sencillamente perfecto. Línea tras línea. Estoy segura de que vas a ser una psicóloga increíble.
Que maravilla que encontrases tu camino y ahora vayas a ayudar a otras personas a encontrarlo.
A mí personalmente, me acabas de dar un puñado de buenas respuestas y mucha fuerza.
Gracias por haberte tomado el tiempo necesario para escribir estas palabras. Así se cambia el mundo, poquito a poquito y con mucho amor <3
Comentario by Gorrión on 22 de junio de 2016 at 14:17Hola! Me ha encantado el post, me ha ayudado a entender muchas cosas. Me siento identificada con muchas cosas y me encantaría saber a qué especialistas acudiste, ya que estoy desesperada…cada vez tengo más problemas con la comida y el peso y quisiera hablar con alguien que me pueda ayudar DE VERDAD y me diagnostique con lo que tenga…
Comentario by Marina GMille on 23 de junio de 2016 at 01:18Política de Comentarios de Weloversize
Responsable: We Lover Size SL | Finalidad: Gestión de comentarios | Legitimación: Tu consentimiento Por favor lea nuestra Política de Comentarios antes de comentar.