Antes de ser madre me imaginaba como una mamá amorosa y jugando con los niños día y noche. En lo de mami cariñosa acerté, pero en lo de dedicarme en cuerpo y alma a jugar con los retoños me equivoqué de lleno, resulta que jugar con los niños me parece un coñazo y siempre me busco excusas para no hacerlo. Hordas de haters tildándome de malamadre en 3, 2, 1…

La vida como madre de dos enanos de 5 y 2 años es agotadora. No vengo a descubriros nada nuevo, ya sabemos lo que hay y no vengo a justificarme. Pero el caso es que después de pasarme el día con los mil y un quehaceres de madre trabajadora de aquí para allá como los locos, lo único que me apetece es tirarme al sofá los diez minutos que me quedan para mí y engancharme al móvil, a leer un libro o ver un trozo de serie antes de caer en coma profundo.

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Seguro que ahora escribís mil personas diciendo que vosotros os lo pasáis bomba tirándoos en el suelo con vuestros hijos y que es lo mejor de la vida. No digo yo que no, pero a mí me aburre cosa mala. Muchas veces prefiero poner una lavadora y tenderla que ponerme a jugar.

Pero que lo aborrezca no significa que no lo practique. De hecho, tengo una máxima desde que nacieron: que todos los días se rían a carcajadas, al menos una vez, jugando conmigo. Está claro que a los niños necesitan jugar como parte de su desarrollo cognitivo. Debemos pasar tiempo con ellos, pero la clave está en divertirnos juntos. Si el juego se convierto en un coñazo para mi ¿vale la pena jugar?

Así hasta el infinito
Así hasta el infinito

Así que en lugar de jugar a algunos de sus juegos que me parecen un coñazo pues hacemos actividades medianamente tolerables para mí. Juego a tiendas y a restaurantes y aguanto estoicamente sirviendo comida ficticia a los treinta peluches de toda la habitación, el escondite lo tolero las primeras veinte veces, les disfrazo, les pinto la cara y bailamos cada dos por tres, hacemos construcciones que parecen la obra de El Escorial y digiero poner voces a sus muñecos durante conversaciones interminables.

Lo que quiero decir con esto es que, si hacer puzzles es un coñazo para ti, no los hagas y no te sientas mal por ello. Los niños pueden ser muy muy muy cansinos y es normal que no te apetezca jugar. Búscate actividades que te resulte más o menos entretenidas para pasar tiempo con ellos. Si te gusta cocinar, preparar platos fáciles con ellos es bastante entretenido y a ellos les encanta (aunque luego tengas que recoger los efectos colaterales de toda la cocina) o si te relajan las manualidades o el deporte puedes adaptar determinadas actividades a su edad y necesidades. Los niños y sobre todo tu salud mental, te lo agradecerán. Palabra de madre.

PD. Escribiré otro post contándoos que odio ir al parque.