Hace unos meses, mientras comprábamos lencería sexy para un regalo, mi novio me miró muy serio preguntándome la razón de por qué no me compraba yo algo así. En ese momento pensé que hablaba en balleno. O en chino mandarín. ¿Comprarme yo un modelo de lencería sexy? ¿Unas bragas que tuvieran mas misión que las de sujetar los molletes laterales? ¿Yo con unas bragas de encaje? (El tema de sujetador con mis pechugas de momento me parece misión imposible, aunque visto el instagram de las gordibuenas que sigo será mi siguiente paso). Me sorprende y me halaga que él no vea lo que a mi me obsesiona, mi cuerpo no es para todas las prendas…

Pues bien, lo hice. Me compré unas bragas algo sexys, simples, atrevidas pero no descaradas. Y me las puse. Bastantes días después de comprarlas, eso sí, y un día que estaba yo con el guapo subido. Y me encantó. En serio me encantó. Me encantó saber que debajo de mis vaqueros que me deprimen y a los que prefiero no coger cariño por su muerte inminente en la zona muslamen, se escondía un pequeño secreto. Yo, gordibuena declarada y en proceso de re autoafirmación me sentía sexy. Atractiva. Ajena a críticas y a comentarios dañinos. Yo podía poner de cero a cien en 10 segundos a mi empotrador favorito.

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Y me enganché. Me enganché a desplazar para la zona del fondo del cajón las bragas de abuela, las de regla, las que no me quedan del todo bien pero eran las más grandes cuando fui a comprar ropa con mis amigas y no podía decir en voz alta que a mi eso no me sujetaba nada (Mientras ellas pedían las tallas mas pequeñas a la dependienta).

Al principio me ponía las bragas monas sólo cuando me sentía bonita. Ahora me las pongo cada día para sentirlo. La gente de fuera no las ve, los demás lo ignoran. Pero yo tengo un superpoder, el poder de sentirme segura al saber que al llegar a casa y ponerme el pijama yo me encuentro pletórica y si mi novio me ve, y si no ya haré yo para que me vea, siempre me guiña un ojo con cara picarona y sabe que esa noche hay guerra….

(Dedicado a quienes comentaron en facebook que a las gordas se nos puede querer pero que no despertamos atracción física porque no entramos en los cánones)

Autor: Patricia Gil

En las fotos nuestra querida Fluvia Lacerda