Este problema existe. Creedme porque es algo con lo que vivimos día a día y a mi parecer no recibe la atención que se merece.

Os pondré en una situación ( que estoy segura que habéis vivido).

Estáis sentadas en una terracita con las amigas, empezando a planear el verano, los viajes, los festivales o la casa rural que has visto tan mona para fin de semana y poco a poco llegamos al gran tema: ROPA DE VERANO. Lo pongo en grande porque para mí la ropa es algo importante y el verano significa color, alegría e ir de tiendas. Bueno que me voy del tema. En ese punto de la conversación aparece la amiga de siempre, con su talla 38 y dice lo siguiente: «Yo este año me decantaré por bañador tengo una barriga que no es para enseñarla». Tú te callas y observas.

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Sabes qué rumbo va a tener la conversación y te preparas psicológicamente para aguantar callada sin meterte mucho en el tema, ya que al final siempre rebota en ti porque todo el mundo te mira esperando que tú también critiques algo de tu cuerpo, porque sí, estas amigas piensan que si ellas que son la mitad que tú tienen complejos tú estás de psicólogo de guardia y en esos tensos momentos siempre hay una mirada de reojo hacia ti. Yo pienso que muchas veces son conscientes de que para muchas chicas gorditas estas conversaciones son incómodas, pero oye, siempre salen y salen porque las sacan ellas.

Otra de tus amigas de una talla más arriba o más abajo de la 38, en ese mismo instante, responde: «Pero bueno tú me has visto? Yo este año no me pongo ni una  camiseta de tirantes si es que mira que brazos….» Tú te callas y le das un trago a la cerveza. La conversación continúa con dietas. Tú sigues callada porque notas que llega tu momento y que en breves instantes te mirarán para que digas algo. Sigue por los kilos perdidos, por los que han cogido. Tú sigues callada pero empiezan a minarte la moral, porque oye has salido a beberte una jodida cerveza y a ponerte al día con tus amigas, no a dramatizar sobre cuerpos. Todo esto pasa por tu cabeza hasta que de repente alguien te pregunta:  ¿y tú qué opinas?

Que qué opino, dicen
Que qué opino, dicen

Saqué un cigarrillo de la cajetilla, lo encendí y pronuncié estas palabras exactas: Pues opino que las camisetas de tirantes que tú no te vas a poner y los bikinis que tú no te vas a comprar aprovecharé para ponérmelas y comprármelos yo, que ni he adelgazado ni he engordado. Mi barriga está ahí y se adapta a todo y mis brazos quedan genial con el morenito que voy a coger. Y es que chica, me sienta de lujo todo.

Allí estaban las dos mirándome con cara de «La gorda nos ha dado un repaso».

Y es que la gordura psicológica transitoria existe, y aflora donde menos te la esperas. Además es contagiosa. Lo bueno es que nosotras, las mujeres que sabemos lo que pesamos, lo que valemos y estamos seguras  de nosotras mismas, somos inmunes. Así que si podéis vacunar a vuestras amigas, hacedlo,  así este verano os dejarán tranquilas y conseguiremos que no se expanda el virus.

Cristina Torres