Crecí con un carrito pegado a las palmas de mis manos, una cocinita, mis muñecas y mi devoción por las princesas Disney. ¿Quién no querría ser una de ellas? Si tenían pelos preciosos, vestidos envidiables, eran bellas, dulces, cantaban como los ángeles y por supuesto lo tenían a él, un príncipe azul, ese amor incondicional que nos vendría a salvar en algún momento de nuestra vida.

Creces y cambias el carrito por la cámara de fotos, las muñecas por el lápiz de ojos y consigues ponerte vestidos y tacones envidiables, casi pareces una princesa, solo me falta ir a por el príncipe. Continuamente tienes que renovar el armario, pues tu imagen es lo más importante de ti, siempre sonriente, cariñosa y detallista, con inmensas ganas de que algún día se fijen en ti y te hagan feliz, porque el amor lo puede todo y el amor para toda la vida existe, pero depende de ellos y si tienes el cuerpo perfecto, si vistes adecuada a sus gustos y si por supuesto tienen una buena imagen de ti.

Prohibido ser excesivamente delgada y procura nunca pasarte del peso, olvídate si eres bajita de ir sin tacones y si eres alta déjalos en tu casa, porque nunca se fijará en ti un chico más bajito que tú, ni tampoco el que esté a tu altura, lo bonito es que vaya por encima de ti. No seas extrovertida, ni segura de ti misma, no quieras parecer una crecida, pero deja a un lado tu timidez que con ella ninguno se te va a acercar. Rieles siempre las gracias, da igual que te ofendan, podrías parecer borde sino lo haces, pero no lo hagas en exceso porque puede parecer que tonteas con ellos. Si te dicen un piropo por la calle sonríe, hazte la tímida, como si fuera el mayor halago del mundo, no importa lo que digan, se han fijado en ti y es lo que importa. Pero ni se te ocurra lanzarles tú un piropo ¿Qué pasa? ¿Quieres parecer una suelta?, cuidado con eso último, si tienes fama de eso ya no tienes derecho a enamorarte en la vida, ni eres persona para ser respetada. Elige bien tu ropa, si vas muy tapada no se van a fijar en ti en nunca, pero si te falta ropa (según su criterio) tienen el derecho de hacer contigo lo que quieran, pues vas provocando, no pidas respeto, vas pidiendo a gritos que te toque o te diga algo. Y olvídate de que te guste alguien de tu mismo sexo, para ellos has dejado de ser mujer, tienes que estar en su mercado para tratarte como tal.

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Y así todos los días, así cada año de mi vida. Hasta que empecé a conocer otras salidas y me hizo querer como nunca antes había querido, porque me hizo quererme, y amar como nunca había amado a las personas de mi entorno. Le escuché por primera vez y me parecía una locura continua, me hacía abrir los ojos de la gran mentira que estaba viviendo, a base de grandes golpes, que cada vez dolían más. Fue el antídoto que me faltaba para despertar, tenía muchas cosas bonitas dentro de mí pero solo me hacía falta sacarlas.

Cuando empecé a despertar de la mentira que vivía me di cuenta de muchas cosas; una de ellas era que llevaba toda mi vida marcada por estereotipos de belleza, por inseguridades, vida donde me habían hecho elegir mi color favorito, que me había dicho necesitaba un hombre para ser feliz y que mi mayor objetivo debía ser convertirme en una gran madre de familia.

Fue tanta la curiosidad que me dio, que empecé a leer libros y buscar artículos. Las noticias ya no las escuchaba de la misma manera y comenzaba a nacer en mí otra persona. Se fueron mis inseguridades, ya no tenía complejos, porque cuando empecé a ponerme bonita por dentro, me olvidé de lo que había por fuera.

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¡Pero qué difícil es salir de todo lo que te impone la sociedad! Qué duro es tener una lucha continua por defender tus derechos y el de tantas mujeres que no pueden hablar y son aún la sombra de sus padres, maridos e hijos. Una incesante campaña a contracorriente por querer contagiar la verdad a tu entorno, pero poder seguir aprendiendo, porque aún no sabemos ni la mitad de la realidad en la que vivimos. Una lucha que no cesa, una lucha poco valorada, una lucha que aún para muchas personas sigue siendo invisible y una lucha que para mí solo acaba de empezar.

Ha llegado el momento de coger el relevo de tantas mujeres que han luchado por mis derechos y ahora toca seguir reproduciendo y contagiar de ganas de luchar a las personas que nos rodean. Hemos nacido en un mundo que no estaba hecho para nosotras, un mundo donde somos el sexo débil, un mundo donde el hombre es dueño y señor, pero que gracias a la lucha feminista cada vez son más los hombres que dejan sus privilegios para unirse a nuestra lucha, para ayudarnos a construir nuestro espacio, a luchar por nuestros derechos, por la igualdad, por la justicia por el hecho de ser personas. Dejen de educar a sus hijas para que sean princesas, las están mandando a la guerra con una varita mágica.

Hemos nacido en otra época y  las personas que nos han educado, a pesar de hacerlo con la mayor ilusión, sacrificio y grandes resultados, se olvidaron de no diferenciarnos en nuestra educación por el hecho de pertenecer a un sexo u otro, aun así debemos agradecer, y en mi caso yo agradezco a esas dos grandes personas encargadas de mi educación, me han inculcado grandes valores, pero empecé cogiendo un camino y me ha tocado cambiar el rumbo. Mamá, papá; Ya no quiero ser princesa.

Autor: Gloria Esther Martín Alba

 

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