Ayer me encontré por la calle a una profesora de mi hijo. Nada más verlo la maestra le dio un abrazo súper cariñoso y me dijo que tenía un niño maravilloso. Le di las gracias muerta de orgullo y añadió: es un niño muy especial, tiene una empatía enorme, siempre ayuda a sus compañeros,  y una sonrisa que ilumina la clase.

No me dijo nada sobre si se le daban bien o mal las matemáticas, el deporte o el inglés. No me habló sobre sus logros académicos, pero sí sobre sus virtudes a nivel emocional. Casi lloro de la emoción, creedme.

Acababa de ver el documental The Mask You Live, que nos había recomendado a todas las “Loversizers” nuestra Rebe. Reflexiona sobre la situación de los niños estadunidenses y refleja de forma clara lo poco que ha evolucionado el rol masculino a lo largo de la historia. El documental nos va mostrando cómo los estereotipos masculinos siguen basados en la fuerza, el poder y el deporte. Todos los niños que no cumplen con estas características siguen siendo tildados de nenazas, maricas o niños de mamá. Sin obviar el menosprecio constante que reciben de todo aquello que sea considerado femenino, no solo a nivel lingüístico, gestual o social, sino considerando las emociones como puramente femeninas y desterrándolas del universo de los hombres. 

Estereotipo masculino perpetuado
Estereotipo masculino perpetuado

Me ha dado mucho que pensar, porque mientras que las mujeres, gracias a mucha lucha y esfuerzo, hemos conseguido implementar otra clase de roles femeninos, los hombres siguen anclados en la jaula de la hipermasculinidad. La sociedad está familiarizada con todo tipo de roles femeninos y podemos decidir, con mayor o menor medida, el camino a seguir, tanto a la hora de vestir, como de comportarnos, como de estilo de vida, sexual, etc. Todavía hay mucho por conseguir, pero el camino ya está más asentado por gran parte de la sociedad.

Pues bien, mientras que las mujeres hemos avanzado, el rol masculino clásico sigue inquebrantable. No se ha evolucionado nada y seguimos educando a los niños en un ideal masculino en el que deben ser fuertes, valientes, no demasiado emocionales, deportistas y manteniendo una forma de vestir y comportarse muy concreta. Los hombres siguen liderando un concepto de hipermasculinidad maltrecha que no les hace bien a ellos, ni a nosotras.  De hecho en el documental explican como esa carencia emocional convierte a los niños en más vulnerables al no saber gestionar sus emociones y lo corroboran con datos como su mayor tendencia al suicidio en la adolescencia.

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Los niños no lloran

Es genial que ya estemos educando a nuestras niñas de manera neutral sin asignarles actividades y roles tradicionalmente femeninos. Pero también debemos empezar a cambiar la forma que tenemos de educar a nuestros niños; porque los estereotipos de género son igual de dañinos tanto para ellos como para ellas. Así que os recomiendo que no insistáis a vuestros niños para que sean superhéroes, fuertes,  valientes, deportistas o competitivos. Dejarles ser libres en cuanto a sus juegos, sus emociones, su ropa o sus habilidades.  Bailar no les hace menos masculinos. Un color determinado tampoco les hace menos varoniles. Tener amigas no les convierte automáricamente en gays. Que les guste “Frozen” no les hace menos machos. Llorar no les convierte en niñas.

Porque las emociones son cosas de todos. Al igual que la música o el deporte.  Yo solo espero que mi hijo siga cultivando su inteligencia emocional y siga sonriendo al mundo.