Las cosas nuevas tiene un olor especial. Un libro, un coche, una casa… Cuando son nuevos todavía no huelen a usados, a las personas que los tocan y poseen, huele a eso… A nuevo, a estrenar.

Y es un aroma especial, agradable, porque aunque mejor o peor, es olor a Nuevo y eso ya tiene una connotación positiva que hace que nos guste.

Un poco por encima en la escala de buenos aromas, están los olores de nuevos lugares: una nueva ciudad, un nuevo restaurante, un nuevo bosque… En este caso el olor pasa a formar parte del nuevo recuerdo de ese lugar, de esa experiencia.

Y es que tener nuevas vivencias es una de las mejores cosas que hay. Saliendo de la rutina, aprendiendo, sorprendiéndonos… cada vez más escasas, estos olores son cada vez más preciados, siendo parte de esas prácticas distintas y novedosas.

Pero los mejores olores, que también se encuadran entre olores a nuevo, son el olor de personas nuevas. Porque los olores de las personas son únicos. Aunque utilicen perfume, cada persona huele diferente, mezclándose con su propia fragancia.

Y el olor de algunas personas nuevas ya nos dice que va a ser especial, que ese aroma no lo vamos a olvidar nunca, que todos los recuerdos con ellos tendrán esa fragancia de la que no nos podremos desprender.

Y cuando olemos un perfume similar, esa colonia que guardamos en el fondo del armario… Nos transporta, nos lleva hasta ellas, nos acompaña más fuerte que una imagen o un sonido porque es su olor, su esencia.

Y es que cuando el olor de una nueva persona te invade, es para quedarse. Es tu nariz la primera que te dice si esa persona va a ocupar un lugar importante en tu historia o, si no te sorprende, sino lo recuerdas al llegar a casa, la persona y su olor pasan desapercibidos.

Como casi todas las cosas buenas de verdad, un gran olor a persona nueva no se experimenta todos los días. Pero cuando llega se nota, lo sientes. Inspira hondo y grábalo en tu memoria, te acompañará muy lejos, seguro que en muy buenos futuros recuerdos.

 

@sandecesbybertabo