Que, en realidad, lo nuestro no es un drama, aunque en ocasiones, éstos vendan más.

No es una historia de amor de esas imposibles, de distancias que se entremezclan, de amores surgidos en tropecientas dificultades, de idas y venidas.

No tenemos mil lágrimas derramadas ni quinientas batallas por decidir.

Lo nuestro no será una película de 3 horas nominada a todos los premios del mundo y se parecerá más a una de esas comedias románticas de hora y media que vemos los domingos mientras comemos pizza fría.

Que, en realidad, lo nuestro es una comedia. 

Una comedia salpicada de esas risas que compartimos a través de nuestras copas aquella madrugada, de aquellas lágrimas y cortes de respiración cuando nos reímos de nosotros mismos y de esas carcajadas con las que rompemos la noche mientras elegimos el camino más largo porque ninguno, aunque no lo digamos, quiere llegar a su destino.

Yo lo que quiero es envejecer y que la risa siga siendo nuestra banda sonora favorita. Que nos salgan mil y un líneas de expresión y que nuestras patas de gallo sean de un tamaño enorme y al mirarnos al espejo recordemos cada carcajada. No quiero ninguna risa silenciada y quiero muchos besos abortadas por risas que no pueden esperar a salir, muchas risas repentinas en el sofá porque nos estamos acordando de alguna historia y muchas risas de esas cómplices alrededor de una mesa con copas de vino.

Quiero que rompamos a reír bajo la lluvia, que hagamos la tormenta menos gris. Morir de risa a cada rato para seguir sintiendo que estamos vivos. Reír hasta que duela. Reír tanto frente a ti que podamos reconocernos cada recoveco de nuestras sonrisas.

Reírnos por todo y por nada. Reírnos sin saber porqué y no perder el tiempo buscando un motivo que ya llegará. Reírnos en mitad de la seriedad.

Donde sea, como sea, con quien sea… Lo que sea, con tal de que sean risas.

Que me pilles riéndome mientras te miro. Y viceversa. Que nos riamos tanto y tan bien que terminemos echando el refresco por la nariz. Recargar las baterías vitales al ritmo de las risas y encontrar siempre el momento para reír, aunque nos miren y no nos entiendan.

Nuestra historia es un amor de risas que esconde tras de sí la mayor seriedad que puedas encontrar en mí. No habrá declaración de amor más sincera que aquella que te hice hace años y que no llegue a terminar porque mi risa decidió apuntarse y tú decidiste callarla de la única forma que se deben callar las risas, con besos. No habrá te quiero más bonito que aquellos que se escapan cuando ríes de medio lao. 

Y nunca llegaremos a ser un estreno en cartelera ni aplaudiremos con los títulos de crédito porque no llegaremos a ellos. De eso estoy segura, paráremos la película antes por las risas, y por aquello de no llegar al final. Porque no quiero que haya un final, y menos sino es con carcajadas que absorban las lágrimas de felicidad.

Y vendrán tiempos malos, claro que vendrán, pero los esperaremos con las risas cargadas.