Antes de nada, quiero que os relajéis, que yo sepa aún me queda que dar mucha guerra…

Para empezar, siempre he sido gorda (la mayoría de las veces de cuerpo, siempre de alma). Desde pequeña  era de esas niñas que parece que llevan gomas del pelo demasiado pequeñas en las muñecas y que nunca han sabido lo que es que se les marquen los huesos de los tobillos.

Pese a eso, fui una de las primeras del grupo en tener pareja seria, a mí los rollos de una noche nunca me han ido. Soy de las que conquista con el tiempo. Que no quiere decir que no haya habido tíos (y tías) que se hayan fijado en mí a la primera, pero soy corredora de fondo, aparte de sapiosexual (gracias Mariella Villanueva por descubrirme el término). He ido encadenando relación tras relación hasta dar con el que ahora es mi marido, al que adoro y me idolatra por encima de todas las cosas (te quiero, moñeco) pero nunca he tenido mucha autoestima.

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Siempre he sido la amiga simpática, la graciosa, la inteligente…  Hasta que os encontré. A partir de ese día mi concepción de mí misma ha cambiado, y la gente me lo nota. No estoy más delgada, ni me he hecho nada distinto, sólo me cuido más para verme bien YO. Supongo que habrá tenido que ver que ahora pase tres kilos y medio de lo que me dice la gente, sé que si pierdo peso será por salud, porque yo quiera, no por cánones de belleza absurdos.

Y es que, de un tiempo a esta parte, cada vez oigo más a menudo que “tengo mi “puntito”. Me hace mucha gracia la expresión, pero en los últimos meses se ha convertido casi en mi lema. Gente que en la vida hubiera pensado que se sentiría atraída por mí me la ha dicho (sí, pese a mi sorpresa las casadas también ligamos!!!). Hace dos meses, en la reunión de antiguos alumnos del colegio, fui la Reina del Mambo (la nerd gordita era la que se comía el mundo ahora), y surgió la expresión por parte de varios compañeros. Hace un par de semanas, un ex compañero de mi marido también me la dijo (hay que reconocer que el haberme hecho un tatuaje ha jugado mucho en mi favor). Y la semana pasada un gran amigo me la volvió a decir.

Y por fin (redoble de campanas y tambores, fuegos artificiales y letreros de neón, por favor), me he dado cuenta de que la actitud lo es todo. Ahora que me quiero más que antes, que me importa un pepino enorme el qué dirán y que he dejado atrás casi todos mis temores y miedos, la gente me ve como lo que soy, una mujer fuerte, muuuy sexy y preciosa, divertida, friki, cariñosa, culta, amiga de mis amigos, etc. (Voy a parar ya porque no quiero que penséis que se me ha subido a la cabeza).

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Así que lo he decidido, el día que me muera, si me escriben un epitafio, quiero que pongan, con todo el retintín del mundo, que “tenía mi “puntito”” porque, queridos y queridas, yo no tengo “puntito”, tengo “puntazo”.

Deolinda Latre

En las fotos: Learning to be fearless