A caballo regalado, no le mires el diente‘, ‘es de bien nacido, ser agradecido‘, ‘a quien dan, no escoge‘… Vamos, que nos han enseñado toda nuestra vida que ser crítica con un regalo no es demasiado educado. Y lo cierto es que no es bonito que alguien se haya parado a comprarte un detallito para recibir a cambio un gesto de desaprobación. Pero no nos sobra razón cuando, en ciertas ocasiones, lo único que queremos al abrir un regalo es tirárselo a la cabeza a la mente pensante que se le ocurrió semejante despropósito.

Lo dice una que no es nada materialista, lo juro. Que a mí se me hace feliz con muy poco, que todo me gusta y todo me apetece, pero con algún límite infranqueable obviamente. Porque hay regalitos que muchas veces llevan mensajes ocultos en su existencia, y eso no es bonito, lo siento pero no.

Así que he preguntado a un variado grupo de mujeres por esos presentes que han recibido con motivo de el Día de la Madre y que les han hecho desear no haber parido jamás, por lo incómodo del momento. Para mi sorpresa, no han sido pocas las respuestas, y aquí os traigo las mejores.

Una inscripción al gimnasio

‘Puedo segurar que jamás he ido a un gimnasio, concretamente porque nunca me ha gustado el concepto de lugar al que ir a hacer ejercicio. Yo soy mucho más de salir a caminar por la playa, ir a andar en bici… El caso es que tras el embarazo gané unos kilos y hablé con mi pareja de comenzar a salir juntos a trotar por el parque para ponernos en forma. Él aceptó mi propuesta, pero un par de meses después apareció el Día de la Madre con una inscripción anual a un gimnasio, solo para mí. En resumen, que el deporte para mí y que le dejara de historias.’

 

Una báscula… pero vintage

‘Soy una mujer curvy desde antes de que pueda recordar. He tenido el mismo cuerpo toda mi vida y ahora, con casi cuarenta años, no puedo ser más feliz conmigo misma. Tengo una hija y he sido madre soltera muchísimo tiempo, hasta que hace un par de años conocí a un hombre maravilloso que pronto se unió a nuestra familia. El primer Día de la Madre que celebramos juntos no me esperaba ningún regalo por su parte, imaginé que esperaría que mi pequeña trajese una manualidad del cole y hasta ahí. Pero esa mañana me sorprendió con una caja inmensa en medio del salón. La abrí desorientadísima para descubrir una báscula enorme de hierro, horrible es decir poco. Encima, pesaba más que un muerto aquel invento. Todavía nos reímos a día de hoy.’

 

Una regleta de enchufes

‘Mi marido es un friki de la tecnología y de los chismes para domotizar nuestra casa. Tiene el salón a tope de pantallitas, teclados, mandos a distancia… Yo me interesé por los dos primeros, pero después de ver cómo intentaba instalar un robot para que las persianas del salón se abriesen automáticamente, pasé de todo. El problema es que en nuestra casa no hay jamás ni un enchufe libre, e intentar poner a cargar el teléfono o enchufar la tostadora es imposible. Mis hijos y yo siempre nos estamos quejando por esto. El año pasado, toda la familia desayunando juntos en la cocina, me dan mis regalos y mi marido con cara de triunfo asegurado me da un paquete y añade ‘este año he acertado, pero fijo’. Lo abrí y ahí estaba, una regleta de seis enchufes. No le di con ella en la cabeza porque no soy pro-violencia, pero ganas no me faltaron.’

Un paquete de maquinillas de afeitar

‘Mi pareja es una persona que vive en constante estrés. Yo lo siento muchísimo por él y siempre intento que desconecte, pero siempre tiene millones de cosas en la cabeza. Cuando se acerca alguna fecha clave me paso días enviándole indirectas de lo que me gustaría que me regalase, y hace un par de años le saqué varias veces el tema de que tenía ganas de hacerme la depilación láser en las piernas. Lo cierto es que podría ir yo a la clínica y hacérmela, pero se me ocurrió que sería un buen regalo por su parte. Llegó el Día de la Madre y me dio un paquetito acolchado del tamaño de una carta. Al abrirlo allí las vi, un lote de cuchillas de afeitar rositas, desechables. Él, que se quedó con el mensaje de que no quería más pelos en mi vida, pero lo del láser no lo había captado.’

Ropa, pero no de mi talla

‘Voy a empezar diciendo que uso una talla 50, es decir, que soy una gordibuena muy gordi (y muy buena). Llevo casada veinte años y tengo tres hijos. Mi marido conoce mi cuerpo perfectamente, y también ha venido conmigo a comprar ropa en varias ocasiones. Él sabe que soy muy especial para elegir modelitos, por eso hace unos años cuando llegó el Día de la Madre con una bolsa de Zara me sorprendió una barbaridad. Pues nada: dos blusas, un pantalón y una chaqueta, todo precioso pero de la talla 38. De verdad, todavía no entiendo qué se le pasó por la cabeza al bueno de mi marido el día que me compró el regalo.’

Unas zapatillas que sacan brillo al suelo

‘En nuestra casa nos repartimos las labores del hogar. Somos cinco en la familia (tres adolescentes) y me he negado en rotundo a cargar yo sola con todo el peso de la casa. Estamos completamente sincronizados y por norma general cada uno cumple con sus cometidos como una rutina más. Mi marido llevaba meses quejándose de que siempre le tocase limpiar el suelo de madera de la casa. Había intentado cambiar la tarea varias veces pero por A o por B lo suyo siempre era la mopa. Ese año apareció el Día de la Madre con unas pantuflas atrapapolvo envueltas en un precioso papel de regalo. Mis hijos y yo estuvimos de acuerdo, se las devolví y le dije que para él para siempre.’

Una comida familiar en una churrasquería

‘Seré breve, soy vegetariana desde que tengo veinte años, y ya voy por los treinta y cinco. Estoy casada y tengo dos hijos. El año pasado mi familia me despertó el Día de la Madre saltando sobre mi cama, con un desayuno perfecto, y una invitación para comer todos juntos ese día. Todo maravilloso, si no hubiese sido porque reservaron en una churrasquería de esas que te ponen carne hasta que rebosas, donde una vegetariana solo tenía en el menú una triste ensalada de lechuga, tomate y cebolla. Ellos se pusieron las botas, y yo no entendí nada.’

Dicen que lo importante es la intención. Así que quedémonos con eso. ¡Feliz Día de la Madre!

Mi Instagram: @albadelimon

Fotografía de portada