Habíamos leído un artículo sobre el sexo tántrico. Éste consiste en centrarse en el proceso y no en llegar al orgasmo. Explicaba los beneficios que tenía a nivel de conocer nuestro propio cuerpo y el de nuestra pareja, para estimular los 5 sentidos, conectar cuerpo y mente e incluso mejorar la eyaculación precoz.

Me pareció una buena forma de conectar mejor entre nosotros y disfrutar más de la experiencia, así que decidimos probar si nos gustaba.

Reservamos un buen rato sin distracciones, pusimos música relajante y velas aromáticas. Nos desnudamos y empezamos a acariciarnos. Me tumbó boca abajo, se embadurnó las manos en aceite y me masajeó la espalda, las piernas y los muslos hasta llegar a mi sexo. Abrí las piernas casi instintivamente y sus dedos se deslizaron por los labios exteriores. El aceite que era efecto calor, me hizo relajarme totalmente a la vez de hacerme sentir placer con sus manos.

Abrió mis labios exteriores y sus dedos jugaron alrededor a la vez que rozaban sutilmente mi clítoris. No lo hacían intensamente para lograr un orgasmo rápido, me acariciaban con calma y dejándome disfrutar de cada uno de los roces, sin prisas y con un ambiente que me hacía despertar todos los sentidos: El olor de las velas, la música de fondo, el tacto de sus manos y las sábanas rozando mi cuerpo desnudo, el conjunto era casi orgásmico.

Abrió un poco más mis piernas e introdujo uno de sus dedos en mi vagina, estaba muy mojada y lo notó al instante, así que encaminó otro hacia dentro y fue moviéndose en círculos hasta notar mi punto G.

Suavemente fue tocándolo mientras con la otra mano seguía rozando mi clítoris. La sensación fue aumentando y un orgasmo recorrió todo mi cuerpo dejándome temblando.

Cuando me recompuse, lo tumbé a él boca abajo y con el aceite que olía tan bien recorrí sus hombros, su espalda, sus piernas y sus nalgas, se le veía muy relajado.

Me subí a horcajadas y froté mi coño sobre su cuerpo y después mis tetas fueron deslizándose sobre su cuerpo aceitado. Pude notar cómo le costaba estar boca abajo y le dejé darse la vuelta.

La tenía más dura que nunca, estaba llena de aceite así que mis manos y mis tetas juguetearon con su erección.

– ¡No puedo más! Quiero notarme dentro de ti antes de correrme. 

Se inclinó un poco hacia delante, quedándose casi sentado con las piernas un poco recogidas. Me puse encima y encaminé su erección para entrar en mí, deslizándose poco a poco y haciéndome sentir cada centímetro de su polla.

Cerré los ojos para aumentar la sensación, moviéndome en círculos y apoyándome en sus piernas. Podía escuchar hasta sus suspiros entre penetración y penetración. Respiramos hondo en cada embestida, disfrutando del roce de nuestros cuerpos, sin prisa.

Mi clítoris rozaba con su pubis mientras seguía teniendo toda su erección dentro de mí, era una sensación que no había experimentado nunca antes y me hizo estremecerme entre sus piernas.

Se dio cuenta y se mordió el labio mirándome fijamente. Pasó un dedo por mi boca y lo deslizó entre mis tetas, para acabar jugando con mis pezones.

Seguí moviéndome y mi cuerpo sucumbió al placer de un orgasmo que duró mucho más de lo habitual. Noté su polla aún más dura y gorda dentro de mí, lo miré y estaba jadeando. Me sentí la dueña absoluta de su placer y disfruté mucho viendo cómo se corría dentro de mí.

Fue una experiencia súper placentera y que os recomiendo a todos que probéis, vais a agudizar todos los sentidos y disfrutar como nunca. Nosotros repetiremos seguro.

Oaipa

Lee aquí otros relatos eróticos