Uno de mis pensamientos más arraigados es la importancia de despedirse de una fase de la vida, para poder disfrutar la siguiente. Vivirla sin cargas.
Mi parte más optimista piensa que una despedida puede ser el inicio de algo nuevo que nos espera lleno de sorpresas, prefiero pensar así. Me imagino diciendo adiós a las cosas y a las situaciones vividas con lágrimas en los ojos pero a la vez con una sonrisa en los labios. Por supuesto, esto también se aplica a las relaciones de pareja.
Quieres a esa persona. Has invertido mucho tiempo y esfuerzo en ella. Has hecho sacrificios personales y emocionales. Pero, recapacita un segundo: ¿es eso lo que se supone que es el amor real? Ahora sé que no. El amor sano se basa, creo yo, en el apoyo, la comprensión, la aceptación, la libertad del ser, y muchas otras cosas que me hacen pensar en él como algo que no nos incapacita ni nos mutila sentimentalmente.
Piénsalo, si ahora mismo la relación te está trayendo más penas que alegrías, y sabes que debes acabar con ella, entonces, ¿por qué el dolor? Supongo que salir de la zona de confort tiene mucho que ver. Siempre es duro acabar una relación en la que has puesto toda la carne en el asador. Te has desvivido por hacer feliz a esa persona a pesar de no haberlo sido tú. Despídete. De esa persona y de la persona en la que tú te conviertes a su lado. Lo sé, encontrar la fuerza para ello es difícil.
Por eso, debes pensar que la vida es corta. En serio. Todos tenemos a veces la sensación de que no queremos herir a nadie, que podemos aguantar un poco más. ¿Acaso vale la pena? No. La respuesta a algo que acaba con tu paz mental es siempre NO. NUNCA ANTEPONGAS NADA NI NADIE QUE TE PRIVE DE VIVIR CON PAZ MENTAL. Y es que, te dices: “quizá las cosas cambien”, pero dentro de ti, muy dentro de tu subconsciente sabes que hay algo que no funciona.
No estamos viviendo la vida para perder el tiempo, por eso VÍVELA. CONTIGO. SIN ÉL.
TEXTO: CRISTINA RODRIGUEZ JIMÉNEZ
@christinargz