No recuerdo mi vida sin amigos gays. Bueno, si la recuerdo pero era tan aburrida que hago como que no existe. ¿Qué se suele hacer en discotecas y pubs donde no reina el homosexualismo? ¿Cuál es el ritual de apareamiento? ¿Se siguen las mismas excéntricas normas que en los locales de ambiente? ¿Se sigue perrando hasta el suelo, no? Apenas lo recuerdo y no solo por los corona issues sino porque desde que probé la deliciosa miel que supone salir con tus amigos  a discotecas gays ya no me interesa volver a la vida hetero. 

Aquellas personas que no hayan tenido la suerte de experimentar tal éxtasis sensorial os preguntaréis qué tiene de diferente “el ambiente” o qué es lo que lo hace tan genial. Podría enumerar más de 20 razones; sin embargo, me es imposible mencionarlas sin derramar un mar de lágrimas… Como mi ordenador de momento no es acuático, digamos que escuchar en una misma noche la discografía completa de Ladilla Rusa, el Europe’s Living a Celebration de Rosa de España, alguna que otra canción de las ya separadas Bistecs (se habrán separado musicalmente pero jamás en mi corazón), Raffaela Carrá, La Prohibida, Cher o la Britney es un reclamo importante.

Bailar salvajemente y sin miedo al ridículo rodeada de chulazos que te gritan “guapa”, “reina”, “divina” y “REINA DEL MARTES SANTO” es otro punto a favor en un entorno donde ser un auténtico cuadro es una obligación. ¿Y sabes qué es lo mejor de tanto homosexual junto? Que SIEMPRE hay algún hetero perdido, y ese chico, querida amiga, va a ser para ti.  ¿Que te levantas con ganas de un ligue tonto de una noche? Corre a la primera discoteca gay que encuentres, habrá un camarero hetero como gancho (nunca falla, comprobadísimo).  Todavía cabe la posibilidad de encontrar algún otro chaval heterosexual que por un giro inesperado del destino haya acabado allí de fiesta después de una cena o con su grupo del trabajo. También te sirve, pero te digo yo que te renta menos porque no invita a chupitos gratis.

Soy lo que se considera una mariliendre de manual,  una chica cuyos hombres que forman parte de su vida son homosexuales o simplemente maricones, porque el término “marica” o “maricón” no es un insulto a no ser que algún heterobásico lo diga con cierto “tonito” a algún amigo: en ese caso es el peor de los insultos. Rodeada siempre de personas LGBTIQ+, salir se convierte en un espectáculo en sí mismo. El ambiente no es “salir a sitios de maricones”, es una forma de ver la vida, de comportarse y de disfrutar de la libertad. No cualquiera puede ir al ambiente. Tampoco cualquiera puede ser mariliendre. Por eso siempre insisto en desmentir ese mito de LAS MARILIENDRES NO LIGAN, EN EL AMBIENTE LAS CHICAS NO LIGAN, solo van gays, sales por el ambiente porque nadie te va a mirar y vas a estar más cómoda…. ¡¡¡MENTIRAAAAAA!!! A esas discotecas se va a mirar y ser visto, a TOCAR, a SUDAR, a ROZARSE y a PILLAR CACHO y a dudar de tu sexualidad ya que estamos. ¿Y qué pasa entonces? Que entre tanto maricón, los heteros nos tendremos que juntar. No lo digo yo, lo dice la Biblia mariconcil.

Unas miraditas con el camarero, un “hola” sexy pero vulnerable, un “échame un poquito más” o en su defecto “uy, este me lo has puesto cargaíto’” y por último un “a esta invito yo” puede ser el comienzo de un gran polvo en la staff room

TIP: En el caso de que os encontréis de expedición por el extranjero, unas palabritas en italiano nunca vienen mal porque por pura estadística siempre tiene que haber un italiano en alguna discoteca. Aquí os dejo mi recomendación (basada siempre en mi experiencia, por supuesto): Vorrei mangiarti di baci. 10/10 en Tripadvisor.

Cuando os habéis dado un par de besitos de “jajas” la cosa está ya calentita y los “7 minutos en el cielo” (AKA la staff room con productos de limpieza incluidos) están cada vez más cerca. Y aaaaaay, amigas cuando esto ocurre llega el verdadero CLÍMAX donde los chupitos y las cervezas vendrán solos y gratis y no harán más que mejorar y calentar el ambiente (y nunca mejor dicho, reinas). 

Y es que al final, las discotecas de ambiente tienen esa especie de brujería que hace que hasta dos heteros compartan fluidos de manera indirecta gracias a una mariliendre. Como me gustan los finales felices…. Eso y el careto de mis amigos cuando ven que la única chica hetero del grupo ha pillado cacho con ese 0’1% de tíos heterosexuales que estaban en la discoteca mientras ellos siguen a dos velas. 

 

Sé inteligente, sé mariliendre.

 

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