Ser tía mola muchísimo. Es como tener hijos por un rato, pero cuando te aburres de niños se lo devuelves a sus padres y listo. Así, un poco en resumen, pero ser tía es muy lo más por muchas razones.
1. Porque de repente descubres lo que es querer a alguien tan chiquitito y de manera incondicional
Con tu primer sobrino, la emoción es máxima. ¡Un bebé! Y lo puedes coger, mimar y achuchar. Porque es tu propio sobrino. Y no has visto un niño más guapo en tu vida. Y tu móvil se llena de sus fotos. Toda la familia está súper pendiente de qué hace, qué dice, qué bien hace de pingüino.
2. Porque casi siempre te toca la parte divertida
Puedes ser la tía maja y encantadora que encima cambia pañales. O no. Y nadie te va a decir nada por no hacerlo.
Puedes achucharle, darle el biberón, cambiarle de ropa, todas esas cosas, pero a la hora de dormir y dar por culo, no va a estar en tu casa.
Y cuando vayan siendo más mayores, en pocas ocasiones te tocará reñirles. La verdad, para reñirles y castigarles ya están sus padres. A ti también te toca de vez en cuando, pero como casi siempre te toca la parte divertida, pocas ocasiones de echar grandes broncas vas a tener. Además, siempre es mejor no interferir en cómo querrán sus padres que sean castigados, así que lo mejor es transferir responsabilidades: «Pues esto se lo voy a tener que contar a los papás, lo siento, mucho». O tener la confianza con tus hermanos de decirles, les he reñido por esto y que esté bien. Pero de buenas a primeras, mejor pensar un poco antes de crear una Drama Familiar Por Qué Riñes Tú a mi Hijo.
Hay que ir a los festivales de fin de curso y a las exhibiciones de kárate, siempre
3. Pero también eres uno de sus ‘role model’ así que ojo, cuidado.
Que no quieras reñirles no quiere decir que no vayas a influir en su educación. Así que ante ellos, empiezas a tener una de tus responsabilidades de adulta. Pero también una oportunidad de enseñarles cosas, de compartir con ellos tus gustos, de llevarles por el buen camino musical, por ejemplo. Ponerles vídeos guays, enseñarles pelis que debería ver.
4. No eres consciente pero están aprendiendo desde pequeñitos qué es una resaca
Domingo después de comer: «la tía no se encuentra muy bien, necesito dormir que me duele la cabeza, no entréis en mi cuarto» o directamente «la tía está malita». Todos los domingos, en unos años atarán cabos.
5. Darles caprichos es lo más.
Ir con mis sobrinas a H&M, Tiger o a por chuches me parece tan tan divertido. E insistir en que se compren lo más fosforito, chalado y divertido. Y que acaben eligiendo algo un poco decepcionante para ti, pero sentirme satisfecha porque lo han elegido ellas.
O la gozada de decirles pues ahora te voy a pintar los labios de rosa y te voy a echar colorete. Y claro, se mueren de la emoción. O de decir, venga hoy vamos al McDonalds. En plan, que maja soy que hago este sacrificio.
Venga, chicas, a comer pizza, pero solo por ser maja, que yo no como de eso
6. Hablar de sus cosas
Y que te cuenten sus movidas del cole, sus teorías sobre los unicornios, que te confiesen que le gusta nosequién o te expliquen alguna preocupación súper dura. Cosas que igual no quieren contar a sus padres, pero tú eres un adulto molón. Aunque a veces duden si tienes 20 o 40 años, da igual. Ellos te siguen viendo a otro nivel de padres y confían en ti. La cosa es que según se van haciendo mayores, te empiezan a preguntar demasiadas cosas sobre tu vida de adulta que ni tu misma sabes responder.
7. JUGAR y ver dibujos sin ningún complejo de nada.
Coger los PinyPon, las cocinitas, hablar de Pokémon, ver Boing durante horas. Hay que admitir que no lo haces tanto por estar con ellos, si no porque te gusta. Y eres casi más feliz que ellos. Estar con tus sobris toda la tarde es un rato de evasión total.
8. Aprender cosas sobre la maternidad.
En cierto modo, si quieres tener hijos, hasta te sirven de entrenamiento. Perder el miedo a muchas cosas que una primeriza sin sobrinos no ha hecho jamás como dormirlo, lavarlo, cambiar pañales, darles de comer etc. Pero es que además, observando lo que hacen mis hermanas y cuñada, yo ya tengo muy clarito cosas que SÍ y cosas que NO, poco a poco voy sabiendo cómo quiero ser cuando sea madre, qué elegir, cómo educar. Poco a poco y desde luego, que hasta el día que me toque no puedo decir nada. Pero creo que no me sentiré tan asustada y descolocada.
9. Te alegran los días tristes sin pedirte nada a cambio
Cuando he tenido días de mucho bajón, de esos que no te apetecía hablar con nadie, lo que mejor me ha ido es irme de paseo con alguno de mis sobrinos. O con los más peques para achucharlos y mirarlos o con mis chicas a hacer manualidades.
Y ahora como este es mi post y hago lo que quiero voy a decirles a mis ocho sobrinos que son lo más, los más guapos, majos y jambicos. Miguel, Javi, Carmen, Eunate, Ana, Nicolás, Jorge y Gabriel sois los mejores.