“Él jamás me engañaría”. Hoy os hablaré desde mi experiencia y mi más profunda indignación.
No he tenido muchas parejas sentimentales, sin embargo la realidad se ha reído de mí más veces de las que querría y me atrevería a decir, necesitaría.
Cuántas veces me habré tragado mis propias palabras y habré maldecido una y otra vez mi (¿absurda?) manía de confiar plenamente en las personas.
Ha llegado el momento de saber la verdad. Ha llegado el momento de saber que él no sólo te ha engañado sino que te lo ha ocultado. Ha estado con otra persona. ¿Perdón?, ¿culpa?, ¿resentimiento?, ¿dolor? ¿Qué cosas suelen pasarnos por la cabeza en ese momento y posteriores?
1. ¿Por qué?
Primera reacción. No entiendes nada. La vida te ha dado una hostia a mano abierta cuando menos te lo esperabas. Sin anestesia. De golpe, PLAS.
2. No me lo merezco.
Todavía sigues sin entender por qué, y sin saber cómo ya te hayas sumergida en 2876 recuerdos de lo bien que te portaste con él: lo atenta, cariñosa, y buen amante que has sido siempre y que ya no serás porque no quieres volver a saber nada de él jamás de los jamases (o al menos eso piensas).
3. ¿Qué he hecho mal?
Nada. Estas cosas pasan, a veces tienen explicación, otras veces no la tienen. Y esto es algo que no podemos ni queremos entender. Tenemos grabado a fuego que cuando una persona se va con otra aún teniendo pareja es porque ya no quiere a su pareja. Pero no. A veces ni siquiera hay un motivo claro por mucho que te empeñes en analizar cada situación. Quizás no has hecho nada mal, quizás has sido la mejor novia del mundo. Ha pasado, sin más, y esta es una noticia que has de ir digiriendo poco a poco.
4. ¿Con quién habrá sido?
Si lo sabes: “¿Qué tiene ella que no tenga yo?” Y empiezas a cotillear sus redes sociales haciéndote con ello aún más daño. Las fotos, los comentarios y los “me gusta”. Sabes que tienes que parar, pero no puedes, necesitas saber por qué ella es mejor que tú. Lo que no razonas es que ella no es ni mejor ni peor que tú, es diferente.
Si no lo sabes: Empiezan las comparaciones aunque no sepas quién es, da igual, comparas. “¿Tendrá mejor cuerpo que yo? ¿Será más inteligente?” Y acabas imaginando algo así como que tu novio se ha liado con una Barbie con superpoderes que te deja a la altura del betún (JÁ).
5. No me quiere.
Y estás tan convencida que pondrías la mano en el fuego. Entonces te acuerdas del punto 3: a veces no hay un motivo por el que una persona ha sido infiel. Puede que te quiera y te haya puesto los cuernos, y puede que no te quiera y te haya puesto los cuernos igual. A saber.
6. Jamás encontraré a un hombre fiel.
Tiendes a generalizar porque el mundo es muy injusto ahora mismo.
“Socorro” gritas desde dentro, pero nadie te oye. Tú misma intentas silenciar esa mezcla de pena, rabia y decepción que te ha llevado a pensar que “todos son iguales”. Y cuando te das cuenta de que silenciando tus sentimientos no llegas a ninguna parte,te planteas que quizás el problema no es de ellos, sino tuyo. Y vuelves otra vez al punto 3 y luego otra vez a éste y así sucesivamente hasta que pasas al 7.
7. Nadie me quiere.
Te sientes una mierda como una casa. Así de claro. Sientes que te han engañado porque no vales. Un cero a la izquierda tiene un valor infinito comparado contigo y no mereces ser querida. Entonces repasas todos tus defectos dejando a un lado las virtudes porque la ansiedad que produce recordar una y otra vez la noticia no te permite focalizar tu pensamiento en otra cosa que no sean tus defectos (MAL).
8. Confías en el Karma.
Y dando vueltas como una noria te encuentras con un “La vida le devolverá lo que me ha hecho”, aunque en el fondo sabes que no serías capaz de matar una mosca, pero eso lo piensas luego, ahora sólo quieres que sienta todo el daño que te ha hecho, o al menos, que lo entienda y se sienta mal por ello. Luego te vuelves a lamentar y te dices a ti misma “venga, no seas tan mala”, porque eres muy buena persona y en realidad no quieres el mal para nadie, PERO. Y así continuamente, sin descanso, día tras día. Hasta que decides que ya está bien, que tienes que evitar pensar en él de la forma que sea. Pero no querida, ambas sabemos que no es tan fácil.
9. Recaídas y paso del tiempo.
Sólo te acuerdas de las cosas bonitas: de aquel viaje que hicisteis a París, de aquella noche cenando y riendo sin parar, de aquel baño juntos en el hotel, de todas las veces que os decíais “te quiero” y de cómo el que tú creías que era amor de tu vida ha pasado de querer que seas la madre de sus hijos a querer tirar todos vuestros planes de futuro por la borda. Es en este momento cuando te amparas en el paso del tiempo, sabes que él es el único que puede curarte las heridas, ponerte un poco de Betadine, un par de tiritas, y arreglao.
Volverás a enamorarte de nuevo, porque sí amiga mía, lo harás. Mientras tanto te refugiarás en tus amigas, que son las que siempre están ahí. No eres una piedra y por mucho que quieras, esto sólo es un bache; pasarás por situaciones como esta las veces que la vida considere necesarias. Es injusto, pero es así. Y eso si después de todo esto no decides perdonarlo y volver.
10. Olvido y perdón:
Puede que ni te plantees este punto, pero igual que hay personas capaces de perdonar una infidelidad, hay otras que no. Eso es cosa tuya, sin embargo piensa que si vuelves con él, debes perdonar y olvidar. No puedes sacar el tema en futuras discusiones como justificación a cualquier cosa, ni desconfiar porque te ha contestado ahora a un WhatsApp si hace 15 minutos estaba en línea. Una vez perdonas, el asunto queda olvidado si no, no perdones, porque en este caso es peor perdonar y no olvidar que no perdonar.
