Ya hemos hablado de ello: los yogurines están más de moda que nunca, y el hecho de salir con un chico más joven que tú se considera cada vez más normal. Yo, que tengo alma innovadora, me empeño desde adolescente en elegir a chicos menores como presas de caza, con resultados bastante más satisfactorios en general que cuando caigo en brazos de hombres de mi edad o de maduritos. ¿Qué es lo que hace tan especiales a los jovenzuelos que nos vuelve locas a todas? Ahí van unas cuantas respuestas:

No buscan complicarse la vida

Una de las mejores cosas de los veinteañeros es que aún están en esa edad en la que no buscas complicaciones a todo, sino que sólo quieres dejarte llevar. Con ellos es mucho más fácil dejar que las cosas fluyan sin necesidad de definir relaciones, hacer planes de futuro y comerse la cabeza. Además, raras veces vienen con cargas como ex-novias (o peor, llegados a cierta edad aparecen las ex-mujeres), hijos o trabajos que les ocupan 25 horas al día. En definitiva, están en el punto perfecto para hacerte disfrutar del presente sin tener que amargarte por el pasado ni por planes de futuro.

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El sexo

Cierto, no cuentan con la habilidad adquirida tras años de experiencia (como si estas siempre fuesen ligadas, por cierto) pero les sobran vigor, energía y ganas de hacerte disfrutar. Para qué engañarnos: el sexo es uno de los principales motivos que nos llevan a salir con chicos jóvenes. Porque aguantan más, porque hay más posibilidades de que quieran repetir, o porque a ciertas edades eso de innovar y probar cosas nuevas está en el menú de cada día. Nos sobran los motivos para meter a un veinteañero en nuestra cama.

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La juventud… rejuvenece

Y es que es contagiosa. El hecho de que tu pareja sea menor que tú hará en muchas ocasiones que te sientas una cría tú también, al entrar en contacto con sus aficiones, gustos, etc. Salir con él, conocer a sus amigos, ir a los lugares donde suela pasar el rato puede ser en muchas ocasiones una vuelta a tu propia juventud, tanto en las cosas que hagáis como a nivel emocional. ¡Y lo bien que sienta a veces volver a tener veinte años!

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Cuestión de ego

Ese chico podría haber escogido a cualquiera de sus compañeras de universidad, mucho más jóvenes, atolondradas y mejor conservadas que tú. Y sin embargo, resulta que bebe los vientos por ti. No hay nada de malo en reconocer que te encanta que vea en ti a una mujer experimentada y en saber que parte de la atracción reside en un punto de admiración que siente por ti. Por no hablar de las miradas de envidia cuando salís juntos de paseo… miradlo, miradlo, que sólo lo toco yo.

Puedes enseñárselo todo

‘Prefiero a los chicos mayores que yo, vienen aprendidos de serie’. Sí, y en muchos casos también vienen resentidos, amargados y con un cierto toque de superioridad moral sobre ti, que no sabes nada. Bien, tu yogurín está esperando a que le enseñes todo lo que sabes del mundo, ya que sabe que no encontrará mejor maestra que tú en ningún lugar… y quién eres tú para negarte a enseñarle un par de trucos sobre cómo tratar a las mujeres que coincidan exactamente con tus preferencias.

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