Todos  hemos oído la frase de… ‘Y la princesa le dio un beso al sapo y este se transformó en su príncipe’… Ya sabéis… el final de ese cuento, antes del ‘y vivieron felices y comieron perdices’.  También habréis oído el de ‘para encontrar a tu príncipe hace falta besar muchas ranas’. A la mierda la vida ya. Viene Tiana y su prima la del pueblo y a la primera rana que besan resulta ser su príncipe azul, pues yo estoy cansado del sabor a rana ya y no, no es porque haya besado a muchos anfibios, que también, es porque ya me los estoy comiendo. ¿Tan difícil es encontrar a alguien que no salga rana?

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Las ranas son verdes, verrugosas, van saltando de flor en flor, nadan en la misma charca todos los días, comen moscas y cuando ven una serpiente, huyen despavoridas dando saltos, pues la gente en general también. ME EXPLICO.

 

La persona estándar es esa enferma de la vida, con menos fondo que un charco, obsesionada con la superficie, llenándose de verrugas internas, ralladas mentales vamos, y con miedo a algo que le puede hacer frente, prefieren mosquitas muertas a una fuerte serpiente.

 

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Vamos no me jodas mundo, ¿Qué broma de mal gusto es esta? ¿Por qué he de buscar un príncipe azul entre sapos? ¿Habrá alguna persona entre tanta chusma? Además, ¿Hace falta besar para descubrir qué es? Pienso que no.

Las ranas son alimento, no material besable, no tengo por qué darle un beso a ver si por suerte resulta ser mi príncipe. Estoy muy a gusto solito, gracias. Cualquier príncipe que necesite disfrazarse de rana para vivir la vida no merece más que dientes y puede que la garganta si se está salido.

 

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Acabemos con esa estúpida idea de que hay que probar a las personas a ver si hay química. La química surge sola, una rana te mira a los ojos, te sonríe y el chichi se te hace agua, pero un príncipe/princesa simplemente tiene una conversación contigo y te derrite toíto, no solo la cueva. Está ese chispazo de reconocimiento, de descubrir a alguien de tu misma especie. Como cuando un perro le huele el culo a otro perro y se sorprende que huele a culo de perro y no a árbol, pues lo mismo. Te sorprendes al descubrir que no es una  rana y que, sin probarlo, sabes que será delicioso, principesco.

 

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Lamentablemente estamos en la época mundial de apareamiento de la rana mientras que la especie príncipe/princesa está en peligro de extinción, perseguida y cazada.