Llevo más de 2 años con mi pareja. Hasta la fecha nos hemos apoyado mutuamente en todo, o eso creía yo. Estuve a su lado cuando perdió su trabajo, le apoyé en la muerte de un familiar cercano que le hizo perder un poco el rumbo, le he dado hasta la última gota de amor que quedaba dentro de mi para hacerle sentir mejor en sus momentos menos dulces. Y hasta hace poco él también estaba ahí para mi. Éramos una pareja ideal, o eso quise creer, porque llevo desde la semana pasada sin dormir tras una conversación que ha dado un vuelco a mi vida. 

Como os comentaba, este último año no ha sido un camino de rosas. Varios problemas familiares acabaron haciendo mella en mi y provocándome una ansiedad que se tradujo en 20kg más en 12 gloriosos meses. Soy consciente de mi cambio físico pero no me disgusta. Me veo igual de sexy estando más jamona y no tengo ningún problema de salud. Vamos, que yo no tengo ningún problema con mis kg de más, pero parece que mi novio sí.

Llevaba semanas lanzándome dardos envenenados del tipo:

– Deberías apuntarte al gimnasio, estás todo el día en el sofá.

– No te comas eso, mejor una manzana.

– Qué tal si hoy solo bebes agua?

– Ese pantalón te queda ridículo.

Hasta que harta de sus caras de asco decidí enfrentarle y tuvimos la dichosa conversación en la que no solo me confirmó que no le agrada ‘mi nuevo cuerpo’ sino que me dejó caer que si no adelgazo me dejará. Lo intentó dulcificar con palabras cariñosas y asegurando que me quiere mucho, pero no me quedó duda del trasfondo del asunto. Mi nueva yo le da asquito y o vuelvo a ser la de antes, o se irá en busca de otra talla 38.

Llegados a este punto  y tras mucho reflexionar, entiendo su preocupación por mi salud, pero no dejo de pensar que todos sus argumentos aludían a temas físicos. Me compara constantemente con otras mujeres y me hace sentir que desde que he engordado ya no soy la mujer que era, cuando yo soy exactamente la misma persona.

Por otro lado, puedo llegar a entender que no le atraiga de la misma manera, pero no creo que la solución sea amenazarme. Más que nada porque él sabe que si he engordado ha sido por temas de ansiedad, y darme un ultimátum no es algo que me tranquilice precisamente.

Estaría dispuesta a intentar adelgazar si me lo hubiera propuesto de otra forma y no como un ‘o delgada o hasta luego’. Si viese que lo que le preocupa soy yo y mi bienestar, y no solo tener una novia que entre en los cánones.

Me gustaría añadir que desde que nos conocemos, él ha pasado de tener entradas incipientes a estar calvo como una bola de billar, y yo no solo no le he dicho nada, sino que he asumido que así funciona el paso de la edad y no se me ocurriría echárselo en cara. Ni pedirle que se ponga peluca o que vaya a Svenson. No le quería por su pelo, no le voy a dejar de querer por no tenerlo.

Le quiero pero esto me ha dejado tocadísima. No le imaginaba como el tipo de tío que le hace algo así a su pareja y visto lo visto la opción de dejarlo, aunque me da pena,  se me antoja demasiado apetecible… No quiero estar con alguien que pueda dejarme en la estacada por un tema físico, ¿vosotros qué haríais?

Anónimo.