Vivimos tiempos convulsos para las amantes de la rutina. Nos bombardean todo el rato con frases motivacionales de esas que casi nos obligan a salir de nuestra zona de confort y hacer cosas nuevas todos los días para conseguir ser mejores personas. Esto me agota demasiado (rozando la ansiedad real) y, como dice un buen amigo mío:

«Con lo que me ha costado construir mi zona de confort, como para salirme de ella porque lo digan cuatro iluminaditos».

Así que, sin ánimo de juzgar lo que les funcione a las demás, ¡viva nuestras zonas de confort!

Entiendo que ni todas somos iguales, ni tenemos las mismas necesidades, pero a mi la rutina me funciona para sentirme equilibrada y para nada me parece sinónimo de aburrimiento (es más, todo lo contrario: la rutina me hace disfrutar más de los momentos menos planificados). Esto no quiere decir que sea una persona inflexible o incapaz de hacer cosas de forma espontánea, todo lo contrario… pero la rutina de la cotidianidad me da mucha paz interior y no tengo ningún reparo en decirlo. A día de hoy parece que te estés perdiendo todas las cosas buenas de la vida si no eres abiertamente aventurera y yo vengo a demostrar que hay cosas muy chachis en nuestras rutinas:

  • Mola mil encontrarte a las mismas personas a las mismas horas y en los sitios (me da igual que sea en el gimnasio, en el transporte público, en la cafetería en la que te tomas el café de media mañana o en el pipí can), porque se genera una especie de intimidad curiosa de saludos y conversaciones de ascensor que pueden llegar a convertirse en amistad o incluso en historias de amor (ojos que miran con ilusión).

  • Si eres un poco desastre (es mi caso), tener unas rutinas marcadas ayudará a que te organices mejor el tiempo y el trabajo, hará que seas más productiva y que procrastines un poquito menos. Esto también funciona con los estudios y os lo digo por experiencia, que a mi costó entenderlo varios años de uni.
  • Dicen los expertos que la rutina es una de las mejores cosas para llevar un estilo de vida healthy y yo estoy bastante de acuerdo. Ponerse unos objetivos y cumplirlos se hace más cómodamente intentando plantearse una vida ordenada.
  • Porque la rutina nos ayuda a gestionar nuestro tiempo de manera óptima y eso, teniendo en cuenta los ritmos vertiginosos propios de la sociedad en la que vivimos, debería ser un valor en sí mismo.

  • También mejora la convivencia, tanto si es en pareja como si es con compañeros/as de piso, porque es una forma perfecta de compartir responsabilidades.
  • Observar el mundo desde la rutina es una manera de conocer la realidad que nos rodea, porque es en la cotidianidad donde la mayoría de las personas se muestran tal cual son. Esto también vale para cuando queremos revisarnos nuestras cosis, porque nuestros hábitos dicen mucho más sobre nosotras mismas de lo que podemos llegar a pensar.
  • Y por último lo más genial de las rutinas: romperlas cuando toque, sin sentimientos de culpa y disfrutando del momento. 

  • Además, hay rutinas que son lo más satisfactorio de la vida. Como la de acabar la jornada laboral viendo un capítulo de la serie del momento, bien de desconexión.

¿Y tú? ¿Eres de las que está deseando volver a la rutina después de la locura navideña o de las que les gusta vivir en un pequeño caos permanente?

Yo es que soy de las que creen que hasta la rutina sexual está chachi. Siempre y cuando se haga con ganas, claro. Sorry, not sorry!