Viendo este artículo de Buzzfeed que puedes leer pinchando aquí recordé a mi amiga Corina.

La primera vez que fui a casa de mi amiga Corina me pasé horas contándole a mi madre lo guay que era.

Corina tenía piscina. No una inflable, no. Una de obra, enorme.

Su casa tenía dos plantas. Hilo musical.

Dos perros de raza Collie con su pedigree y sus premios y su caseta en el jardín. Buah, esos perretes tenían un pelazo que ya lo quisiera yo para mí.

Tenían tele en la cocina y en el salón un equipo de sonido que te arrancaba las gomas de las coletas.

Su dormitorio estaba dividido en dos ambientes, el de dormir y el de estudiar o relajarse. Había una ventana de suelo a techo y un velux justo encima de la cama por el que veía las estrellas cada noche antes de dormirse.

Encima del escritorio había una lámpara de lava que siempre estaba encendida.

Mi amiga Corina tenía su propio cuarto de baño y un vestidor.

Pasaban los años y yo seguía entrando en aquel chalé como si fuese una suerte de lugar prohibido en el que me estaba colando sin permiso. Sentía que debía descalzarme y lavarme con profusión antes de acceder al interior.

Y es que todos hemos tenido un amigo por encima de nuestras posibilidades en cuanto a pasta se refiere. Ese con el que descubrimos que otra vida más opulenta es posible y que el dinero no dará la felicidad, pero te da un montón de chorraditas que hacen la búsqueda de esta mucho más llevadera.

¿No estás de acuerdo?

Pues revisa la siguiente lista (similar a la del artículo que nos ha traído hasta aquí, pero con un toque más cañí) porque si en tu casa había más de quince de estas cosas, la amiga rica de la pandilla eras tú:

  • Piscina (anota doble punto si también tenías trampolín o tobogán)
  • Cocina con isla
  • Televisión en tu cuarto
  • Televisión en la cocina
  • Karaoke
  • Billar
  • Mesa de ping-pong

  • Microondas integrado en los muebles de la cocina
  • Una cama coche o cama con dosel o con forma de casita
  • Intercomunicadores e hilo musical
  • Barra de desayunos y un office
  • Comedor formal
  • Una sala de mírame y no me toques para las visitas especiales
  • Sofá esquinero de más de cinco plazas

  • Cama elástica
  • Casita del árbol o una casita de juegos en el jardín
  • Mueble bar
  • Nevera de doble puerta
  • Nevera con grifo y dispensador de hielo
  • Jacuzzi
  • Home cinema

  • Bañera de hidromasaje
  • Columpios
  • Habitación de juegos
  • Despacho
  • Baño con dos lavabos
  • Baño con bañera y ducha independientes
  • Tocadiscos

  • Futbolín
  • Cuarto de lavandería
  • Bodega
  • Alimentos almacenados en botes chulos (nada de guardar la pasta o los cereales en sus envases originales)
  • Nevera para bebidas con puerta de cristal
  • Chimenea
  • Teléfono inalámbrico

  • Teléfono con manos libres
  • Televisión plana en la pared
  • Persianas eléctricas
  • Estancias a doble altura
  • Piano
  • Biblioteca

 

  • Luces halógenas en el techo
  • Luces con regulador de intensidad
  • Porche
  • Vestidor
  • Gimnasio
  • Agua embotellada de marca

 

Lo dicho, todo movidas de lo más prescindibles, pero cómo nos molaban a los que no teníamos la suerte de disfrutarlas en nuestros hogares, ¿verdad?