Y así de fácil he captado tu atención. Porque probablemente esperas leer en esta entrada un remedio milagrosísimo para no engrosar tus michelines, o una dieta súper top para recuperar el cuerpito que tenías antes del confinamiento, o incluso alguna entrada con una lista de pequeñas torturas para la misma historia de siempre: no engordar. Pero es que no lo entiendo.

¿Y qué pasa por engordar?

Por favor, alguien tenía que decirlo. ¿Qué problema hay con engordar? Adelgazar está genial, ¿pero engordar nos da miedo? Tanto una cosa como la otra pueden en exceso traernos problemas, lógico, pero no hablo de extremos. Hablo de ese miedo completamente irracional a engordar.

He puesto en el buscador de este nuestro amado blog la palabra “engordar” y adivinad… Miedo a engordar durante la cuarentena, qué hacer para no engordar, no engordar haciendo la compra, cómo no engordar saliendo o en momentos de ocio, ¡en fin! Loversizers queridas, ¿por qué tenemos ese miedo tan loco a engordar? Y sí, me incluyo porque también soy persona. Y más concretamente por lo siguiente:

Como ya os contado alguna vez, tras una etapa de despiporre físico absoluto llamado “vida universitaria”, engordé lo más grande, además de lo que ya venía de serie. Perdí casi 50kg y fui durante varios meses (o eso pensaba) la mujer más feliz del mundo. Hasta que me di cuenta que para poder conservar el peso al que había logrado llegar conllevaban continuas restricciones de comida y bebida, comidas de cabeza innecesarias, obsesión absoluta por las calorías, modificaciones constantes en los planes para que fueran compatibles conmigo,  EN FIN. Una cadena de pequeños detalles que, al menos para mí, eran la diferencia entre vivir la vida y no hacerlo. Durante este último año he abierto los ojos y sí, he recuperado unos 15 kilos y algunas prendas ya no me quedan igual, pero no sabéis lo feliz que soy disfrutando de una comida familiar con mis padres y mi hermana, de cenar pizza en casa un viernes con mi novio o pedir kebab los domingos por la noche, de beberme unas copas con mis amigas, de estar con la regla y darme el gusto de comer chocolate, de viajar y probar todo lo rico de cada sitio… ¡Porque son mis pequeños placeres y nadie puede quitármelos!

Joder, pues si yo siempre he adorado comer, ¿por qué tengo que cogerle miedo? ¿Es que acaso no confiamos en nuestro sentido común? ¿Es porque no nos vayan a caber los pantalones que tenemos? ¡Ya habrá una talla mayor o ya perderemos ese exceso si queremos!

Mi intención no es recuperar todo el peso que perdí, ni mucho menos, mi trabajo me costó y ahora me veo genial, no me gustaría tirarlo por la borda, pero sí pretendo recuperar con ese sentido común esas pequeñas cosas que perdí durante los algo más de dos años que duró mi pérdida de peso.

Si tu salud, tu cabeza y lo que opinas de tu reflejo en el espejo están bien, ¿qué pasa si engordas un par de kilos estas navidades? ¿Y qué pasa si te tiene que bajar la regla y te pones durante la semana de antes como un botijo? ¿Nos moriremos si no nos caben los shorts del verano pasado? ¿Qué van a decir de nosotras? ES MÁS, ¿por qué necesitamos tener una excusa para poder engordar? Porque esa es otra.

Relativicemos, señoras mías, este miedo irracional tiene que acabar… Confiemos más en nuestro sentido común, en nuestras ganas de cuidarnos y disfrutar de manera simultánea en la vida. Da igual si eres gorda o flaca, tienes el mismo problema, porque si engordas “te estás dejando” (a no ser que seas muy flaca, que de ser así es porque “más gordita estás mejor, mujer”) y si adelgazas “no estás bien psicológicamente” (a no ser que seas muy gorda, que de ser así es porque “te has puesto las pilas para verte más guapa”). 

Al final lo válido es lo que tú quieres y a ti te gusta. Cuando te dé tanto miedo hacer algo por miedo a engordar piensa:

¿a qué le tengo miedo realmente?

 

@eva.yummytoo