Pero de cajón. No sé qué pasa que confundimos que un niño tenga una salud mental buena a que los estamos criando entre algodones y ¡ay, la generación de cristal! Y mira, no.

Ojalá me hubieran llevado a mí de niña al psicólogo y no hubiera vivido toda la vida con depresión hasta que se me ocurrió ir a mí con treinta años y al borde del abismo.

Si un niño está jugando y se cae y se rompe un tobillo, a nadie en su sano juicio se le ocurre decir que ya se le pasará. A nadie se le ocurre llevarlo a casa y dejarlo llorando en su habitación con la puerta cerrada. A nadie le pasa ni un segundo por la cabeza decirle que ea, es que está llorando porque es muy sensible y ya se le pasará. ¿Verdad? ¿Entonces por qué sí nos parece correcto hacer todo lo anterior con un niño que lo está pasando mal y que, probablemente, necesite ayuda psicológica?

Lo sé, he puesto un ejemplo ridículo, pero es que la degradación de la atención en este país a la salud mental también se está convirtiendo en algo ridículo.

Listas de espera interminables, visitas de minutos con el especialista que te manda a tu casa peor de lo que has venido, una sociedad casi al completo ignorando, una vez más, que los niños son personas. Nos gusten o no (porque hay gente que abiertamente dice esa barbaridad de que no le gustan los niños), son personas. No hay más.

Son más pequeñitos, suelen tener la voz más aguda, a veces no saben expresarse del todo bien. Pero, lo repito, siguen siendo personas. Y ninguna persona merece que se ignoren sus necesidades. De hecho, todas las personas deberían tener el derecho de tener todas sus necesidades básicas cubiertas. De hecho, supuestamente, todos tenemos ese derecho.

Y sobre lo que trata esta publicación es que muchas veces en grupos de madres veo como alguna madre pide ayuda sobre cómo gestionar lo que le está pasando a su hijo y cómo a la respuesta de algunas de que pida ayuda profesional de un psicólogo, muchas otras comentan que es una exageración. ¿Una exageración el qué? Siempre pienso si esas madres serán igual con sus propios hijos o si esta respuesta solo la dan a otras personas, pero luego con sus hijos sí que se preocupan.

Está claro que, a día de hoy, no todo el mundo puede acceder a la atención psicológica que merece, pero, por favor, si tenéis un peque en casa que lo está pasando mal y no sabéis por qué, si notáis cosas raras (es vuestro hijo, vosotras lo conocéis mejor que nadie), id a pedir ayuda donde podáis. Y no dudéis ni un segundo que estaréis haciendo lo correcto, por mucho que haya gente queriendo meternos en la cabeza que cuidar nuestra salud mental es de blandos.

La de siempre.