He necesitado muchas noches llorando y muchos helados de vainilla para llegar a esta conclusión, pero ahora lo tengo claro: si te sientes liberada cuando estás por tu cuenta, esa relación no funciona. No estoy hablando de salir un día con tus colegas y pasártelo como nunca, hablo de esa sensación de felicidad y plenitud cada vez que te quedas sola. 

A mí me pasó y no supe entender muy bien por qué me sentía así. Estaba inmersa en una relación de 7 años que no me hacía feliz, aunque no me diese cuenta. Lo que sí notaba es que cuando iba a Barcelona a visitar a mis amigos, tenía una luz en la mirada que se apagaba cuando volvía con él.

Me mudé a otra ciudad completamente diferente por amor y empecé a crear una vida en torno a mi pareja. Yo no tenía amigos propios, los compartía con él. Si salíamos de fiesta, íbamos al cine o pasábamos la tarde de barbacoa, era con su gente. Yo me sentía feliz. Pensaba, «qué chico más majo que me ha integrado con sus amigos». El problema es que cuando toda tu vida gira en torno a alguien, pierdes poco a poco tu identidad.

Un día alguien del trabajo me invitó a tomar algo con su grupo de amigos. Empecé a conocer gente y a socializar. Recuerdo los nervios; no me sentía así desde que empecé la universidad y tuve que hacer amigos. Por suerte salió bien y conocí a gente con la que me reía y en la que confiaba. Curiosamente, él no se sentía tan feliz como yo. Estaba tan acostumbrado a tenerme orbitando alrededor de su atmósfera, que verme con otros amigos le sabía extraño. 

«Me da miedo que me dejes de querer», decía. «Eres tan perfecta, seguro que ahora que estás saliendo con otra gente conoces a alguien mejor que yo», me repetía una y otra vez. Sus palabras bonitas ocultaban un desagradable propósito: tenerme atada

Cada vez me sentía más liberada cuando me alejaba de su lado y más asfixiada junto a él, y acabó pasando lo inevitable… Me di cuenta de que no estaba enamorada, sino que era dependiente emocionalmente de él y estaba desenganchándome.

Lo dejamos y cada uno siguió su camino, y ahora soy feliz de verdad, soy feliz de nuevo. He aprendido que una persona que te quiere, también te quiere libre. Nadie debe coartar tu libertad o asfixiarte emocionalmente. De haberlo sabido antes, mi autoestima sería mil veces más fuerte. Estoy a tiempo de reconstruirla