Es tan habitual que las parejas de hoy en día se conozcan a través de aplicaciones que ya ha dejado de sorprenderme. Blanca y Jose se gustaron casi desde el primer Match. En su primera cita salieron a cenar, Jose la invitó a su restaurante favorito, pero ella quiso pagar.
Siguieron hablando durante varios días antes de volver a verse. Ella trabaja en una consultoría y tiene un buen sueldo y horario. Él tiene un taller que va muy bien, tiene varios empleados a su cargo y se ha acomodado un buen horario y un sueldo generoso por fin, después de años currando más horas que un reloj.
Ambos podían permitirse tener citas en las que no se examinasen con lupa los precios, pero ninguno de ellos era muy amigo de derrochar sin sentido. Así que quedaban para ir al cine, para pasear, pronto empezaron a quedar en casa de ella (pues él vivía con su hermano) … Pero la siguiente vez que él propuso ir a cenar, al llegar la hora de pagar resultó que se había olvidado la cartera en el taller.
Una historia demasiado elaborada para un despiste sin importancia: que si había ido al taller antes de la cita para llevarle unos albaranes a la oficina y al llegar se había encontrado con un cliente que quería que le mirase algo en persona, por lo que se quitó todo de loa bolsillos para ponerse un mono por encima y que no le cayese nada, pero al irse se olvidó de que la cartera la había dejado en el cajón para que no quedase a la vista… ¡En fin! Muchos detalles para un despiste. Además de que no pasaba nada.
Pasaron las semanas y la relación fue evolucionando. Se gustaban mucho, eran realmente compatibles y tenían mucho en común. Disfrutaban de sus citas muchísimo, pero ella empezó a estar tensa cada vez que quedaban para cenar. Si iban al cine, uno pagaba las entradas y otro las palomitas; si salían a bailar uno pagaba la entrada de la discoteca y otro las primeras copas; si cenaban en casa él traía el poste… Pero si cenaban fuera él jamás tenía la cartera.
Que digo yo, que si no tenía la cartera, hoy en día se puede pagar de muchas otras maneras, pero eso ya es opinión personal mía, que a veces me cuesta ser objetiva.
Ella sabía que no era algo importante, pero empezó a no querer salir a cenar. No por no pagar, sino por lo que se tensaba el ambiente a la hora de pedir la cuenta. Si él le dijese que no quería pagar por algún motivo, si estableciesen algún acuerdo sobre esto, no tendría ningún problema incluso por ser ella siempre la que pague, pero ese rollo olvidadizo le molestaba mucho, porque no creía necesario mentir por una chorrada así.
Entonces una noche en que él la llamó a media tarde para ir a cenar ella le dijo que no. Él, cortado por lo tajante de su respuesta, preguntó si pasaba algo. Entonces ella le dijo que si, que no entendía qué pasaba con las cenas fuera. Llevaban cuatro meses juntos ya, se podían considerar pareja. Dormían juntos desde hacía poco, se escribían mensajes de amor y se prometían sinceridad, pero cada vez que salían a cenar él mentía de forma absurda para no pagar, así que prefería no salir más a cenar fuera.
Él se ofendió y dijo que como ella quisiera, que no saldrían más.
Horas más tarde se presentó en su casa, avergonzado por su reacción. Pidió disculpas de la forma más sincera que supo y le contó que, como era obvio, era algo que hacía a propósito por una razón absurda y equivocada.
Al parecer en su grupo de amigos había un par de colegas que eran muy pesados con eso de que las tías que se conocían en ciertas aplicaciones estaban allí para ir a restaurantes caros gratis. Había cierta presión con que los tíos que pagaban siempre eran unos “planchabragas”, “pagafantas”, futuros pardillos que harían siempre lo que quisiera su novia. Cada vez que quedaban para cenar, su amigo Roberto le quitaba la cartera y le decía “Si sigue sin protestar acabará teniendo mi aprobación”. Hace tiempo que le dijo que no necesitaba su aprobación para salir con una chica, pero es de esos amigos que tienes de toda la vida que no te aportan nada positivo, pero que sigues con el porque está ahí desde siempre y te da pena tener que mandar a la mierda.
Ese día él reaccionó mal por la vergüenza que sentía de tener que explicar esto y no poder dar una excusa con sentido por haber tenido ese comportamiento tanto tiempo. Ella aceptó sus disculpas, pero le dijo que no entendía esa falta de personalidad. A ella jamás una amiga le quitaría la cartera, pues dejaría de ser su amiga.
Él recibió un mensaje de su amigo en ese momento “¡Ves! Lo que yo te decía, así que tienen que aflojar la pasta ya no eres tan interesante. Te libré de una buena… Anda que con lo que te ahorraste pagas unas cañas hoy”.
Él bloqueó a su nuevo examigo y se disculpó de nuevo por su comportamiento.
Es curioso que, desde que él se negó a seguir quedando con Roberto, el resto del grupo respiró aliviado, pues nadie lo soportaba desde hacía tiempo y no lo dejaban a un lado por el cariño que Jose le tenía.
Blanca y Jose siguieron juntos y él jamás la dejó volver a pagar una sola cena. Les cayó genial a sus amigos y, sin Roberto, todos comenzaron a quedar en pandilla con sus novias y amigas a las que no traían hasta entonces para evitarles pasar momentos desagradables por culpa de aquel impertinente.
Escrito por Luna Purple, basado en una historia real.
Si tienes una historia interesante y quieres que Luna Purple te la ponga bonita, mándala a [email protected] o a [email protected]