La envidia es el mayor de los defectos, porque suele ir vinculado a muchas inseguridades.

Podría recitar de manera escrita esa mítica canción de Alaska de ‘A quién le importa’, pero ya tengo asumido que siempre va a haber una personita que juzgue qué haces con tu vida.

El truco está en pasar de los comentarios, reírte de ellos y convertirlos en artículos. ¡Sin más!

Hace muchos años llegó a mis oídos esta maravillosa cita que da título a escrito que voy a usar para desahogarme.

‘Siempre serás una cría. Sin hipoteca y sin hijos no vas a madurar nunca’

En mi familia no están muy a favor de la vida que llevo. Seguro que has deducido fácilmente cuál es mi situación. La casa en la que vivo es una herencia de mi pareja y somos dos afortunadas que no tenemos hipoteca. En cuanto a lo de la descendencia, somos algo excéntricas y se lo dejaremos todo a los gatos, como en aquella mítica película de Disney.

Pero, al parecer,  tener obligaciones como ir al trabajo, cuidar de los peludos y los quehaceres de cada día no te hacen responsable. No digo yo que pagar una hipoteca no sea el sumun de la madurez, porque sabes que, aunque llueve, truene o vaya todo como el culo, tienes que ingresar ese dinerito obligatoriamente.

No obstante, el no tener hijos es una decisión nada fácil de tomar. Existe la creencia de que aquellas que elegimos no ser mamás somos una egoístas que solo queremos gastar nuestros dineros en ocio, y pasamos de responsabilidades.

Ser madre no te da sabiduría. Entiendo que traer a un hijo al mundo es la mayor responsabilidad existente, pero no por ello te dan el galardón de la madurez absoluta. Va a sonar mal, pero seguro que hay más de un padre inmaduro y eso tampoco es una maravilla.

Si soy una inmadura por dar prioridad a mi pareja, a mi relación conmigo misma y a disfrutar de lo que la vida me aporte, lo admito. ¡Sí soy! Supongo que quien te dice estas cositas lo hace para que despiertes, pero chica, estoy muy bien en mi eterno sueño de Peter Pan.