Cuando llegué a trabajar a Correos aquel mes no me imaginaba que podría mantener esa conversación sumamente absurda frente a un portero automático:

-¿Quién es?-pregunta la señora.

-Soy la cartera- le respondo.

-¿Qué cartera?- pregunta ella desconfiada.

-Señora la que le trae las cartas- digo entre molesta y divertida.

Y la señora ni corta ni perezosa, cuelga el telefonillo y no abre.

-Ea, pues castigada sin cartas- me quedo pensando con la incredulidad de lo que acaba de pasar.

Esta es una de las muchas situaciones absurdas que viven las personas que se dedican a repartir el correo.

Desde fuera pensamos que lo único que hacen es echar las cartas a nuestros buzones, molestarnos para que les abramos la puerta o venir justo cuando no estamos en casa para entregar un paquete. Pero va mucho más allá.

Hay que descargar el correo, separarlo por distritos y luego te toca ordenar el correo de tu sección por calles y números. Después de todo esto, hay que preparar el reparto y para ello tienes que empaquetar el correo y colocarlo por orden en el carro o en el cofre si repartes en moto. Y no hay que olvidar que también tienes que registrar las notificaciones, certificados y paquetes de tu sección en el sistema para que te carguen en la PDA y así poder registrar las entregas o no entregas que puedas hacer.

Supongo que a estas alturas habrás pensado ya: -“coño, y yo que creía que sólo repartían cartas”.

Cuando ya lo tienes todo, algo que a mí casi me cuesta la vida las primeras semanas, el jefe ordena la salida y allá que vamos a las calles cargaditos/as como mulas.

Cuando ya estás cerca de tu zona de reparto es donde se empiezan a dar situaciones curiosas como ir andando con el carro por la calle y que te pare una persona y te pregunte que si tienes algo para ella. En primer lugar, ¿quién es usted? Y, en segundo lugar, ¿dónde vive? La gente se cree que tienes un chip que te permite identificar a cualquiera en cualquier lugar y saber si hay entrega para esa persona; les develo un secreto: NO es así. 

Luego está el que no te abra la puerta nadie en absoluto, así que, si encuentras un piso que te abra, lo recordarás para siempre (hay que agilizar el trabajo y no es plan de esperar media hora en cada bloque para conseguir entrar).

Tenemos también a esa gente a la que le llevas una carta certificada y te pregunta que de qué es. Lo siento, todavía no nos han autorizado a abrir su correo para darles un adelanto sobre lo que contiene. Y en este apartado tenemos a quién, cuando le vas a entregar una notificación de hacienda te preguntan qué será; yo en estos casos, siempre les digo que yo creo que viniendo de la agencia tributaria, una felicitación navideña no es.

En fin, ser cartero/a no es fácil, ya os he contado todas las cosas que se hacen además de repartir el correo. Pero también es cierto que nos pasan todo tipo de cosas que hacen que luego haya mil anécdotas que contar. Sólo quiero decir para terminar: abridle a los/as carteros/as, por favor.

Ana Ferrer

@ferrermayor