Soy una ama en fingir orgasmos.

 

Y parece que estoy presumiendo de ello, pero no. Wtf?, ¿quién podría presumir de no terminar de disfrutar en la cama?

Y es que, veréis, que yo en solitario disfruto de lo lindo, pero vaya… cuando me toca retozar con el segundo en la ecuación, no lo consigo. No me preguntéis por qué, porque no lo sé, pero de cincuenta veces, cero. Con ninguno.

Además no sé si os ha pasado pero los hombres con los que he estado parecen asociar estrechísimamente el hacer llegar a su pareja con su autoestima/valía como hombres. Que oye, qué bien que se interesen por el placer de su pareja más allá de por el suyo propio, pero no veáis qué presión.

Por ello, después de que uno se me quedase mirando en más de una ocasión como tratando de descifrar si yo también había acabado o no, de aquel polvo eterno que tuve con otro porque el chico no parecía querer darse por vencido, y de que algún otro se lo tomase como un reto personal y me dijese que eso era que los demás no habían sabido hacérmelo bien, haciendo énfasis en lo bien que sabía hacerlo él, para evitarme el andar poniendo calificaciones después de follar, los silencios incómodos y que a los muchachos se les hiciese polvo su virilidad, decidí empezar a fingir los orgasmos, y creedme, eso es como los bombones, pero con veneno: Una vez que empiezas, ya no puedes parar.

Bueno, la verdad es que no se me da nada mal eso de fingirlos, pero es triste, porque aunque ahora ellos se quedan muy a gusto, yo siempre tengo que ir luego y acabarlo por mi cuenta. Ojalá fuese tan buena alcanzando el orgasmo como lo soy actuándolo.

Que no es que no disfrute, ¿eh?, porque sí que disfruto, pero es muy frustrante lo de tener tanta facilidad para llegar yo sola, y sin embargo jamás poder hacerlo en equipo.

Yo creo que tiene algo que ver con que me cuesta desinhibirme por completo, es como que siempre tengo que mantener el lobo a raya, el lobo dentro de mí, quiero decir, lo cual me lleva a pensar que quizás, por muy feminista que yo sea, en el fondo aún me quedan resquicios de aquellos tabúes que durante siglos han marcado a las mujeres: No muestres, estás hecha para servir y complacer, no sientas placer.

Pero sentimos placer, y vaya si lo sentimos, tanto, que nuestros orgasmos pueden durar hasta una media de diez segundos más que los de los hombres (que tampoco es que esto sea una competición, pero es un dato curioso). Con lo cual son más intensos, podemos llegar a experimentar orgasmos múltiples, e incluso tenemos un órgano cuya única función -que se sepa-, es la de proporcionarnos placer: el clítoris. Así que qué bobada esa de andar fingiendo orgasmos en vez de concentrar toda esa energía en disfrutar, en verbalizar, en dejarnos llevar…

Porque no pasa nada si alguna vez alguno de los dos no llega al orgasmo, ni lo mucho que alguien te pone se debería medir en base a si te hace llegar o no, ni la autoestima de nadie debería salir herida si no hay orgasmo al final, ni deberíamos ponernos en plan dale que te pego durante interminables minutos que no llevan a nada, ni fingir nada, mucho menos para que nos dejen en paz.

Después de todo, si somos capaces de tener orgasmos solas, también podemos tenerlos en pareja y quizás lo primero que haga falta sea dejar de avergonzarnos y comunicar lo que nos gusta y lo que no. Que yo no soy sexóloga, y ya me leéis, aquí la fingidora de orgasmos, pero es que no veo otro modo de que alguien pueda estremecernos, si no es dándole la llave.

 

Lady Sparrow