¿A ti también te pasa? Yo soy toda una pro fingiendo orgasmos. Llevo fingiendo orgasmos desde que empecé a follar y mil veces me he preguntado ¿Por qué no puedo dejar de fingir orgasmos?

Según Women’s Health, de todas las mujeres que han admitido fingir orgasmos, el 47% lo hace para no hacer sentir mal a su pareja. El 37% lo hace para finalizar la relación sexual cuanto antes y el 31% lo hace para erotizar la situación.

Después de 12 años de actividad sexual, muchos polvos tristes, situaciones muy incómodas y algún que otro polvo de ensueño, creo que me he ganado la capacidad divina para decir lo siguiente:

Yo finjo orgasmos porque un ente superior hace pensar a toda la humanidad que si una mujer no se corre mediante una penetración (aunque dure menos de 2 minutos) hay algo malo y raro en ella.

Y a partir de ese concepto del demonio, macabro y que tan poco nos favorece a las mujeres, derivan el resto de razones. No me juzgues, esto es así y somos muchas las que pasamos por esto.

¿Qué podemos hacer? ¿Dejar de fingir orgasmos? Pasaríamos de “corrernos” 3 veces por noche a corrernos 3 veces al mes.

¿Crees que nuestros compañeros sexuales se cuestionarían que deben hacer las cosas mejor? ¡Que va nena! El problema sería nuestro: que si somos unas frígidas, que si no sabemos disfrutar y mil historias más. Pero luego, seguro que llegas a tu casa, te bajas las bragas y en 30 minutos te has hecho 5 maratones a corridas.

Que te echen un polvo de 1 minuto y caigan rendidos a la cama mientras preguntan ¿Te ha gustado? Es algo que nos ha pasado a TO-DAS. ¡Es ridículo! ¿Pero cómo me va a gustar? ¡Si no he podido ni quitarme los calcetines!. Entre los que me daban dos empujones y ya esperaban oír cómo me corría y los que me comían el coño de las formas mas sicodélicas posibles, yo no hacía carrera con los hombres. ¿Cómo no iba a fingir orgasmos?

 «Pero diles qué es lo que te gusta« «Si no disfrutas es tu responsabilidad« «Te conformas con un sexo mediocre por no decir nada« ¡Ya vale de comentarios absurdos! ¡Todas somos muy valientes hablando de experiencias ajenas! La realidad es, que cuando intentas explicarles qué es lo que te gusta y entienden que su pene sirve para más bien poco, las reacciones habituales suelen ser:

  • Venirse abajo, lamentarse y perder gran parte de su autoestima porque se sienten incapaces de complacerte. ¿Cómo puede haber tan poca información y educación acerca de como funcionan nuestros orgasmos?
  • Decirme que si no me vale con la penetración seguramente sea lesbiana ¡Ole tus huevos morenos!
  • Darme a entender que si no me corro es mi problema: «Todas las chicas con las que he estado se corrían». No cariño mío, fingían como lo hago yo.

¡Pero eh! ¡Ojo! Que de todo se sale. Yo puedo decir orgullosa, que desde hace unos años mi coño es una nueva persona: radiante, alegre, querido y visitado.

No sé si llegué a mi cupo de orgasmos falsos o simplemente tenía muchas ganas de correrme en la boca de alguien, pero mira, sea por lo que sea, aproveché el final de una relación para plantarme en el asunto. Si no me corro, no me corro y a tomar por culo. ¿Lo conseguí? ¡No!

Vale, no seamos tremendistas. No lo conseguí a la perfección, pero comencé a ser capaz de hablar con mis compañeros sexuales de qué cosas me gustaban. También es cierto, yo no me veo capaz de decirle a un chico que me gusta: mira, tu polla me sobra. Si vamos a follar y él disfruta con la penetración no quiero que sepa que yo paso mil de su pito ¿Me entiendes?

¡Ay Mari cuando descubrí el sexo oral y las friegas a coño abierto!

¡Que yo llevaba fingiendo muchos años! Y de repente llegó un chico que me dejó el coño del revés. Estuve a punto de pedirle matrimonio claro, como no sabía si habría otro con las mismas habilidades… El caso, que se abrió un mundo de posibilidades ante mí y desde entonces he tenido el valor para pedir a mis respectivos compañeros sexuales que me den lo que mi mochi necesita.

Entre tú y yo, sigo fingiendo orgasmos cada vez que me penetran, porque chica, hay algo dentro de mi mente que me impide aceptar que yo con empujones pito-coño no me corro. Además, poquísimos hombres conocen la gran estafa de los orgasmos vaginales, así que no seré yo quien lo desvele.

Aunque mantengo el teatrillo del orgasmillo, he establecido en mi cabeza la norma inquebrantable del bufón: Si no me demuestra tesón, no hay función.

Y con esto me refiero a que, si el chico se esmera y me da orgasmos reales, estoy más que dispuesta a subirme, cabalgar y disfrutar de una buena sesión de penetración. Eso sí, si lo único que pretende es empujarme como si fuera un cajón a medio cerrar, ya puede ir subiéndose los pantalones, que en mi casa no es.

 

Anónimo