‘Cuando yo parí a mi segundo hijo, perdí 20 kilos de golpe’

Ese es el saludo de mi suegra cada vez que me ve. ¿Para qué dar los buenos días?

Ir a casa de los padres de mi marido se ha convertido en un suplicio como podéis imaginar. Yo nunca he sido una sílfide, mi cuerpo no es perfecto ni mi intención en la vida es ser solo una talla y una cara bonita, pero al parecer eso sería lo importante.

Como casi todas las mujeres, engordé con el embarazo y, aunque mi hijo ya casi tiene dos años, no he perdido parte del peso que gané.

Sinceramente, no le he dado importancia porque tener que comprarme una talla más en los pantalones tampoco me parece tan grave.

Pues no, para mi suegra se ve que no porque está obsesionada con mi cuerpo. No puede evitar verme y soltar perlitas de que esa camiseta me hace gorda, que menudos mofletes o que si mis muslos son cada vez más gordos.

¡Señora, métase en su vida! ¿Me meto yo acaso con usted sobre cómo está envejeciendo?

Se ve que tengo la autoestima muy alta, y me alegro por ello, porque no me veo tan mal. Lo que sí me fastidia es que ella solo crea que soy un maniquí amorfo en lugar de pensar que soy una mujer trabajadora, que cuida muy bien de su hijo y de su nieto y que solo trata de ser feliz consigo misma sin que el estereotipo de mujer 10 me agobie, porque yo soy de 12 para arriba.

Es insoportable que me esté etiquetando constantemente en post de dietas, deporte y vida sana, mientras a mi niño le endosa para merendar las galletas con más azúcar del mercado, a mi marido le hace tapers con callos y siempre hay flan de postre.

 

También se hace tedioso que todas las navidades me regale un perfume diciendo: ‘te habría comprado algo de ropa, pero tu talla es tan cambiante que no quiero equivocarme’.

Y la gota que colma el vaso es cuando viene a casa, ve nuestra foto de casados y suelta: ‘si quisieras ponerte ahora el vestido de novia, deberías llamar a los bomberos para que te ayuden’.

Dudo que vaya a leer esto, pero le voy a decir que nadie es perfecto, que no estamos en este mundo para ir de Preyslers por la vida y que hay cosas más importantes que estar bonita 24/7.

No te creas que no se lo he soltado alguna vez, pero ella sigue erre que erre con la misma cantinela.

 

Anónimo

 

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