Las primeras impresiones son las que cuentan y mi suegra me vio una vez y ya tuvo suficiente.

Esta historia no la escribo desde el odio, pero sí desde un sentimiento de indiferencia, porque es el que ella tiene hacia mí.

Llevo con mi pareja dos años y he visto a mi suegra tres veces. En cierta manera es una ventaja porque no se mete para nada en la vida de su hija, pero tampoco es agradable cómo me trata.

Mi chica nunca había presentado a ningún amorío en casa y ya estaba rozando los 40. Teníamos claro que la relación iba hacia adelante y yo ya le había presentado a mis padres. Ella me advirtió que su madre era un tanto especial y que igual tardaba en conocerla.

Creo que llevábamos casi un año cuando me dijo que ese domingo iríamos a comer a casa de su madre. Yo solo sabía de mi suegra que era profesora, una mujer estricta y su nombre de pila por menciones de mi pareja. No nos habíamos puesto cara y yo empezaba a sospechar que ella no sabía ni que yo existía. 

Cuando llegamos a su casa, estaba su madre y la pareja de esta, que he decir que mi suegro es un amor. Me los presentó y no dio explicaciones de qué éramos ni nada por el estilo.

A mitad de la comida, su madre hizo alusión a que varias compañeras suyas del trabajo ya estaban casadas, con niños y ella no había presentado a nadie y entonces cayó la bomba:

Sí que te estoy presentando a alguien, mamá. Ella es mi novia y llevamos casi un año juntas.

En ese momento su madre se limitó a decir que quería hablar con su hija a solas en la cocina. Yo me quedé mirando a ese señor que pasaría a ser mi suegro, pero ninguno de los dos supimos muy bien cómo hacer menos incómoda esa situación.

Desde el otro lado de la cocina, se oía a mi suegra despotricar:

Me podrías haber avisado de que esa de ahí es tu novia, porque no me lo esperaba. Pero hija, te has lucido. Tanto tiempo para poder escoger y te quedas con esa, que es fea, gorda y no parece muy inteligente. ¿De verdad que no había nada mejor?

Ojalá hubieran disimulado o hablado por lo bajo, pero no, se escuchó todo. Como agachar la cabeza y hacerme la víctima no va conmigo, me levanté y le dije a mi novia que me tenía que marchar, que si se quería venir, perfecto. 

Al venir conmigo, firmó su sentencia de tirantez con su madre y tenemos la relación justa y necesaria con ella.

¿No hubiera sido mejor pensar que esta chica hace feliz a tu hija?

¿Quién eres tú para juzgar a otra persona que no conoces?

¿Te sirvió de algo ese comentario para modificar la conducta de tu hija?

Estas son algunas de las preguntas que me hago constantemente, pero creo que esta historia sirve para aprender que da igual lo que piensen de ti si tienes claro a quién tienes a tu lado.

 

Anónimo

 

Envía tus movidas a [email protected]