Eres preciosa. No lo sabes, no te das cuenta. Pero lo eres. Eres preciosa y maravillosa solo por el hecho de estar viva.

Voy a hablarte de algo de lo que siempre has oído hablar pero de lo que seguramente has pasado toda vuestra vida. Y, probablemente seguirás pasando hasta que te toque a ti o a vuestro entorno. Hablo del melanoma. Melanoma. La gran C. Uno de los tipos más agresivos de cáncer de piel.

Puede que no sepas lo que es un melanoma, pero estoy segura de que sí sabes lo que es el cáncer. La gran epidemia de nuestra era. Pero tranquila, no pasa nada.

Todo empezará en la consulta del médico de cabecera. Te enviarán al dermatólogo y decidirán quitarte uno de esos lunares viejos, de esos que llevan años en tu cuerpo, de esos que conoces tanto como tu chichi. Te diagnosticarán un lunes a principio de mes. Faltarán pocos días para tu cumpleaños, pero te habrán adelantado la cita y algo se removerá en tu interior. Algo malo. Te retrasarán la cita hasta la última de la mañana, querrán tomarse tiempo para explicarlo, para responder tus dudas, para revisarte una nueva vez.

No tendrás preguntas. No llorarás ni hablarás. Oirás la palabra y dejarás de oír lo que te dicen. Seguirás órdenes  como una autómata. Te harán preguntas que no sabrás contestar. Empezará el miedo. Te cabrearás. Te cabrearás mucho. Tu mundo se parará y te indignará que el de los demás no lo haga. Lo pagarás con quien no debes y no serás capaz de pedir perdón. Algunos lo sabrán y lo entenderán. Otros simplemente desaparecerán. No será grave. Tendrás suerte. Te lo extirparán y estarás curada. Solo tendrás que acudir a revisión. Te los mirarán, tal vez te quiten alguno que otro.

Tranquila. Respira. El miedo es normal. La ira es normal. Cada célula de tu cuerpo lo sentirá. Concéntrate en él porque si sientes miedo significa que estás viva. Sigue respirando.  Sobre todo, no dejes de respirar.

Desde ese momento hasta que te mueras, da igual cómo te sientas, serás una superviviente. No importa si eres gorda o delgada, si morena o blanca, si joven o vieja. No importa si ganas o pierdes. Cada día de tu vida serás una superviviente. Habrá momentos buenos en los que empieces a levantar la cabeza y momentos malos en los que vuelvas a caer. Pide ayuda. Confía en los profesionales. Empieza a responsabilizarte de ti  misma. Recuerda: el protector solar no solo te mantiene joven, te puede salvar la vida. Revisa tus lunares, también el cuero capilar y el pubis. Si notas cualquier cambio, acude al médico: color, uniformidad, bordes, diámetro… cualquier cambio. Mejor quedar de paranoica.

Pronto se cumplirá un año de ese momento. Seguirás con altibajos, revisándote el cuerpo , aprendiéndote de memoria la cicatriz, aferrándote al proyecto más bizarro que se te cruce por la vida (un libro, un doctorado, un trabajo, un viaje, un corte de pelo…). Al final se trata de una única misión: sobrevivir.

El melanoma se puede prevenir, se puede combatir y vosotras tenéis las armas en vuestros ojos.

Autor: Chew