Tengo 35 años, pero me echan 50

 

Yo creo que el que más y el que menos se pasó toda la infancia deseando ser mayor.

De niña me moría de ganas de ser adulta, y cuando era adolescente me moría por cumplir los 18.

A mis amigas les pasaba lo mismo, pero yo tenía una ventaja que ellas no. No podía independizarme ni sacar el carné de conducir, no obstante, podía entrar en cualquier fiesta y local de moda porque aparentaba ser muuuuucho mayor.

Menuda bicoca la mía. Molaba un montón.

A mí me hacía hasta gracia que todo el mundo pensara que tenía 4 o 5 años más de los que decía mi DNI.

Lo malo es que, conforme me he ido haciendo mayor, la diferencia entre mi edad real y la que aparenta mi cuerpo, ha ido aumentando.

 

 

Fijaos cómo ha sido de heavy la progresión, que ahora que tengo 35, me echan 50.

Y la cosa ya no me mola tanto.

Aunque tampoco es que haga nada por evitarlo, porque, francamente, no sé muy bien a qué se debe esta discrepancia.

Supongo que es una parte de estilismo, con dos partes de genética y una parte de actitud.

Como que me he rendido un poco.

O, como me dice mi madre, ‘te has abandonado’.

 

Tengo 35 años, pero me echan 50

 

¿Qué significa eso? Según ella me he abandonado porque no me tiño las canas y no uso cremas.

En fin, por lo demás también es cierto que tengo una forma de vestir quizá demasiado clásica y conservadora.

Me cuesta encontrarme a gusto con otro tipo de ropa, qué le voy a hacer.

Pues nada, que me ha tocado este físico poco agradecido con el paso del tiempo y una actitud que no ayuda mucho.

Pero me da exactamente igual, porque la verdad es que esto de que la peña piense que tengo mucha más edad, también tiene sus ventajas.

 

 

Puedo parecer una chica un poco abandonada, pero también una madurita interesante.

Puedo parecer una joven desfasada, aunque también una mujer madura, ágil y moderna.

Algunos piensan que estoy algo ajada, pero otros se maravillan de lo estupenda que luzco para ‘mi edad’.

No es la primera vez que me insinúan que soy una asaltacunas, pero tampoco es la primera ni la segunda que me preguntan con admiración cómo es eso de tener un novio tan jovencito. Lo cual no deja de ser curioso, porque es él el que me saca un año y medio a mí.

 

Tengo 35 años, pero me echan 50

 

Hay a quien le transmito la serenidad y la confianza que solo se presupone en las personas de mediana edad.

Pocos me agobian con eso de que se me va a pasar el arroz, la mayoría da por hecho que ya lo tengo más que pasado.

Y estoy a un tris de que me empiecen a ceder el asiento en el autobús.

Así que nada, yo feliz de ser una viejóvena de cuerpo y de alma, porque hasta ahora tampoco es que me haya ido tan mal.

 

Silvia

 

Envíanos tus movidas a [email protected]

 

Imagen destacada