Sabrás de sobra quién es Herrejón, pero por si no te suena se trata de una influencer que lleva años cautivando nuestro corazón por sus mensajes reivindicativos. En su canal de Youtube y en su cuenta de Instagram ha hablado abiertamente de temas tan necesarios como el machismo o la gordofobia, y nosotras la adoramos.
“Bueno acabo de llegar a mi casa… Es que estoy en shock, es que no doy crédito.” Así comenzaban los stories de Herrejón.
Os invito a ver los stories en cuestión en su cuenta de Instagram, pero por si se han borrado (ya sabéis que sólo duran 24 horas) os hago un resumen:
Volvía a casa tranquilamente y un hombre empezó a seguirla. Si ella cambiaba de acera, él también. Si ella iba más lento, él también.
Cuando llegó a su edificio y abrió la puerta de la calle, él muchacho en cuestión se colocó detrás con intención de entrar. Ella le preguntó que qué hacía, que qué quería, y él le contestó que quería entrar a tomar una copa con ella en su casa. Todo esto en inglés porque él era extranjero.
Esta historia tan desagradable no fue a más porque amenazó con llamar a la policía si no se iba de allí pero, tal y como ella cuenta, podría haber acabado terriblemente mal. Mientras ella subía, él se quedó mirando con una puñetera sonrisa de oreja a oreja. ASQUEROSO.
“Porque él pibe era un puto pánfilo extranjero que ha intentado ver si se colaba en la casa de una tía, pero me llega a tocar un pibe más peligroso y es que la que me lía es muy fuerte. Puede que ni lo cuente.”
Y en ese punto de impotencia, miedo y rabia Herrejón rompe a llorar.
Os diría que imaginaseis el miedo que debió sentir, pero lo triste es que no os hará falta, porque la mayoría habréis vivido algo parecido. Yo lo he vivido y en más de una ocasión. He tenido que ir con una llave en la mano como si fuese un arma por miedo. He tenido que fingir que hablaba por teléfono con mi padre, diciendo “sí, sí, te veo por la ventana, ya llego” a voces porque estaba ACOJONADA. He tenido que elegir entre beberme una copa más o ahorrar para pillar un taxi y no volver a casa andando.
Y sí, también me han seguido a casa. También he llorado por esto. Y encima me tengo que sentir afortunada porque él CABRÓN que me siguió en su día (y me agarró del culo empujándome contra un arbusto) iba tan borracho que pude quitármelo de encima de una hostia. En su momento tuve tanto pánico que no dije nada a nadie, ni a mis padres ni a la policía, incluso sabiendo quién era él y dónde trabajaba.
Mujeres del mundo, os pido que sigáis el ejemplo de Herrejón: NO OS CALLÉIS. Alzad la voz, contadlo, no lo viváis solas. Sé que es inevitable sentir miedo, pero tengo la esperanza de que algún día podremos andar por la calle tranquilas, sea la hora que sea, vistamos lo que vistamos y hayamos bebido lo que hayamos bebido. Para que llegue ese día hacen falta tres cosas, que estemos unidas, que denunciemos pública y legalmente cualquier delito sexista y que la sociedad vea a las mujeres como puñeteras personas y no como objetos de placer.
Hombres del mundo, sé que muchos sabéis esto, pero por desgracia otros no: NUESTRO MIEDO NO ES EXCITANTE. Chistarnos a las 5 de la mañana NO es divertido, asusta y mucho. Seguirnos NO es ligar, es acosar. Tocarnos sin nuestro permiso NO es normal, es abuso. Follarnos sin que haya consentimiento (y está más que claro cuando lo hay y cuando no, que aquí nadie es tonto) NO es sexo, es una violación.