Manuel siempre había  sido un niño muy tranquilo desde pequeño. Creció rodeado del amor de sus padres y su hermana pequeña.

Era el típico niño que te engaña para tener el segundo, comía bien, apenas lloraba y si lo hacía se calmaba pronto. Nunca tuvo problemas a la hora de dormir, podías ponerlo en la cuna después de  comer y allí se quedaba dormidito y tranquilo durante un buen rato.

Su infancia fue la de un niño que vive en una zona no muy alejada de la ciudad pero con mucho espacio para disfrutar de estar en la calle con amigos, vecinos, familia… viviendo un poco entre abuelos y vecinos mientras sus padres se iban a trabajar. Nunca supuso para él ningún problema separarse de sus padres por unas horas, sabía que al terminar el día o al despertarse al día siguiente, allí estarían para recogerle y marcharse todos juntos a su casa.

Tuvo una adolescencia sin mayores preocupaciones para sus padres. A pesar de ser un chico sociable, no le gustaba mucho salir de noche, así que no solía salir mucho y si lo hacía no llegaba muy tarde.

Una noche, Manuel se fue a cama a dormir como de costumbre, le gustaba leer un poco antes de dormir. Estaba ya en la universidad y tenía exámenes, así que después de haber estudiado toda la tarde, decidió leer un poco para relajarse y se quedó dormido un poco más tarde de lo habitual.

Sus padres solían quedarse viendo un rato la tele en el salón, pero también solían acostarse relativamente pronto, y ese día no fue distinto a otros.

El caso, es que en mitad de la noche, estando dormida profundamente, la madre de Manuel sintió un aliento pegado a su nuca y se giró creyendo que sería su marido que había decidido quedarse pegado a ella esa noche, no sabía muy bien con qué propósito.

Ni siquiera abrió los ojos cuando se giró y no le dio mayor importancia, hasta que volvió a girarse notando el aliento otra vez en su cara y, entonces sí, abrió los ojos. Se llevó un susto tremendo al ver a Manuel mirándola fijamente mientras le pedía cariñosamente que le hiciera un hueco en la cama.

  • Hazme un hueco, mami!- decía Manuel como cuando tenía todavía 5 años.
  • Qué dices, Manuel!? – le respondía su madre todavía asombrada viendo a su hijo de 1.90m pedirle un sitio para acurrucarse a su lado en la cama.

Manuel no desistía, fue metiéndose en la esquina de la cama de sus padres para acurrucarse junto a su madre, que no era capaz de hacer otra cosa que preguntarle a su hijo si le había pasado algo, si estaba preocupado, disgustado, si le había dejado su novia y necesitaba hablar o qué era lo que le llevaba allí. Pero Manuel no respondía, solo se metía un poco más en la cama y se tapaba con la sábana que antes cubría a su madre, que había pasado a dormir pegada a su marido, sin haberlo planeado.

Cuando su marido la vio así y descubrió a su hijo metido en la cama, le preguntó qué hacía el “niño” en su cama.

  • Manuel! No eres un poco mayorcito para meterte en la cama de papá y mamá en medio de la noche?- era lo único que acertaba a decir.

Pero Manuel no contestaba, así que su padre decidió marcharse a dormir al sofá e intentar hablar con Manuel la mañana siguiente.

Y así lo hicieron. Al día siguiente mientras desayunaban los padres de Manuel empezaron una conversación que para ellos sería incómoda, pues creían que algo grave le había pasado a su hijo y que no quería contarlo.

La sorpresa llegó cuando Manuel no entendía lo que sus padres le decían. Tampoco sabía por qué se había despertado esa mañana en la cama de sus padres si recordaba perfectamente haberse quedado dormido en su cama mientras leía.

Manuel había ido a cama de sus padres profundamente dormido, sin haberse enterado de nada de lo que había hecho.

Ese día, con 20 años, sus padres descubrieron que era sonámbulo.

 

Escrito por Kerasi