Sé cuánto os gustan estas historias, así que empecemos: Hoy en Cita Tinder tenemos a Jordi, o más bien “el chico que trabajaba en la Bolsa”. Y es importante el mote porque ¿sabéis cuando vais en automático en Tinder y de golpe dais “like” a alguien sin querer? Este era Jordi.

Pobrecillo.

Cuando me habló me pareció tan educado y respetuoso que me supo mal pararle los pies y empezamos a hablar. No era PARA NADA mi estilo y me sorprendió sobremanera que yo le hubiera llamado la atención a él, así que le pregunté y me regaló esta preciosa sorpresa:

“Nunca me he acostado con una chica COMO TÚ”.

Al loro.

“¿Como yo? ¿Como yo que, pringao de camisa y mocasines?”, pensé. Y luego especificó:

“Así con piercings, tatuajes, las rastas…”

No sabía si lo estaba arreglando o empeorando, pero le dejé hablar para saber dónde quería llegar (tampoco tenía claro que se responde a eso) y al final me contó que él estaba en esa aplicación para conocer a alguien sincero y humilde ante todo y que las chicas con las que había hablado habían acabado siendo las “típicas pijas falsas”.

Todo eran Red Flags. Ahora con el tiempo analizo su forma de hablar de las mujeres y lo veo claro, pero años atrás no las veía venir. Seguimos hablando, por mi parte sin ningún interés sexual (y dejándolo bien claro desde el principio) pero un día me pilló con la guardia baja y quedamos en vernos para comer un helado y dar una vuelta.

Os podéis imaginar la estampa: Él llegó con unas bermudas con pinza, mocasines náuticos y camisa. Yo iba con un vestido negro, enseñando todos mis tatuajes, las bambas con plataforma rotas, mi riñonera y mis rastas en un moño despeinado. Ese día la lógica se fue por el desagüe. Hasta la gente nos miraba sorprendida al pasar. Normal.

La conversación fue fluida, invitó él a los helados, y aún y con algunas incongruencias en la conversación (distintos puntos de vista, maneras de vivir opuesta, ideologías muy distantes…) al final en un momento de debilidad NO ME PREGUNTÉIS POR QUÉ pero acabamos follando. El tipo no era feo y tenía cierta labia, así que en algún punto de la tarde me dijo de subir a mi casa y le dije que sí. Me podéis preguntar otras cosas:

¿Los besos? Bastante bien. ¿Manos y lengua? Sabían dónde iban y cuando ir.

Pero no, no hubo química ninguna. ¡Qué polvo más incómodo, la madre que me parió! Y no se le daba mal el asunto, eh, pero el no conectar a ningún nivel con él me llevó a no vivirlo. ¿Os ha pasado alguna vez o soy la única?. Cuando consiguió acabar por primera vez pensé que ya se habría acabado… Pero siguió para que yo también y como no había manera se corrió dos veces. La segunda fue más incómoda todavía que la otra.

Yo ya estaba en otra parte cuando me soltó la bomba de “contigo voy a hacer una gran inversión de tiempo y esfuerzo el próximo día”. La frase se me quedará grabada toda la vida. ¿Qué soy un bitcoin? ¿Un placer pasajero al que echar tiempo y dinero?

Ahí supe que no le volvería a ver. Que podía ser muy majo, muy caballeroso, y muy buena gente. Pero no había conexión. Cuando me escribió de nuevo le dije que no me había sentido nada cómoda. E insistió durante meses pidiéndome otra oportunidad, diciéndome que había sido muy especial para él y otros mensajes bastante empalagosos y cansinos. Al final desistió.

Ojalá pudiera leer esto y saber que después de la frasecilla perdió todas sus apuestas y posibilidades conmigo.

Moreiona