Es la primera vez que cuento esta historia, que me sucedió hace un par de años. Mi novio me había dejado tras varios años de relación y mi compañero de piso me insistió en que me hiciese un Tinder.  Yo no confiaba mucho en eso de ligar por Internet, pero terminé cayendo, y lo abrí.

Al principio, aluciné con tantos chicos guapos e interesantes cerca mía, pero al cabo de pocas semanas, estaba bastante decepcionada: gente con la que nunca pasaba de un “Hola”, conversaciones que más bien parecían interrogatorios y chicos que no resultaban ser tan guapos como en las fotos.

flirting

Al cabo de un par de meses, pasaba bastante del asunto… hasta que apareció ÉL. Físicamente era normalito, un chico mono de ojos y pelo castaño, pero desde la primera conversación, flipé. Era super divertido, inteligente y original, nunca sabía a qué atenerme. Tras dos semanas de tonteo permanente en el que yo ya estaba totalmente fascinada, le propuse quedar. Nos vimos en un bar cercano a mi casa, y a pesar de lo nerviosa que estaba, fue una primera cita de ensueño, él me trataba como una princesa y alternaba bromas absurdas con un suave tonteo y cada vez más excusas para tocarme. Yo estaba encantada y deseando llevármelo a casa, pero él me propuso ir a cenar y acepté. Durante la cena continuaron las bromas, el buen rollo, el tonteo…

Cuando terminamos de cenar, el insistió en pagar la cuenta, y después fue al baño. Regresó con una bolsita de papel y me dijo que era un regalo para mí. ¡Qué maravilla de tío! Me empecé a imaginar nuestra casa y los nombres de nuestros perros mientras cogía la bolsita y la abría. Dentro descubrí un montón de papel higiénico. Me pareció algo cutre, pero yo soy la primera que envuelve los regalos con periódicos viejos, así que no le di mucha importancia y empecé a apartar capas y capas de papel, hasta llegar al regalo: una mierda. Literalmente, una mierda, con pinta de fresca.

agape

Me quedé tan en shock, que ni grité. Cuando lo miré, supongo que con cara de horror y confusión, el tío me soltó super serio “Me has decepcionado. No puedo tener una relación con alguien que no comparte mi humor”. Cogió la bolsa y se marchó antes de que a mi me diera tiempo a reaccionar. Me quedé unos cinco minutos sentada, tratando de asimilar lo que había pasado, o esperando que vinieran los de la cámara oculta o algo, pero en vista de que no venía nadie a darme una explicación, me fui.

Cuando llegué a mi casa lo busqué en WhatsApp y resulta que me había bloqueado. Él a mi. Flipante.

Ahora me río al recordarlo, pero en aquel momento me dio tanta vergüenza que ni se lo conté a mis amigas.

Elena.