En esta vida a cada una nos gusta una cosa y ninguna somos menos que otra por eso. ¿Que qué me gusta a mí? La literatura erótica. Me gusta mucho, muchísimo. Leer guarreridas sexuales y masturbarme mientras tanto es uno de mis pasatiempos favoritos, el porno me parece demasiado explícito. Aunque bueno, las cosas que leo suelen ser a fin de cuentas mucho peor que lo que se ve en algunos vídeos porno, pero chica, está en mi cabeza y me lo pinto como quiero.

Siendo como soy, adicta empedernida a leer relatos picantones os confesaré que nunca antes me había sexmensajeado con nadie, no sé muy bien por qué. Asumo que por la falta de confianza o de conocidos, soy una chica bastante básica, siempre he tenido las mismas amigas, he vivido con mis padres hasta hace nada y salir de mi zona de confort no me gusta, que para eso he tardado tanto tiempo en construirla.

 

Pues la vida nunca es lo que te esperas, a mí que me encanta vivir como vivo, donde vivo y con quien vivo, ya han venido a alterarme la realidad y menudo coñazo, así os lo digo. Soy de un pequeño pueblo de Galicia y ahora por temas de curro me ha tocado pirarme a Lugo a trabajar. Que sí, que para muchos ‘vivir en Lugo’ os parecerá una mierda de desafío, pues para mí no lo es. Aquí no tengo a mi perro, ni al cocido de mi madre, ni a mi mejor amiga Y YO ASÍ NO.

Pero bueno, a males tiempos, peores soluciones. Porque así soy yo de siempre. Me he bajado el Tinder, no sé ni para qué. Porque no quiero novio, no me gustan los novios y odio con toda mi alma mi tendencia heterosexual. O sea, de verdad de corazón, tener pareja es algo que no se me plantea como opción en ningún escenario posible. Me encanto, me amo y como mucho me mudo a un pisito sola, aunque para qué, adoro a mis padres y ellos a mí, vivimos maravillosamente juntos y por qué cambiar eso.

Bueno, que me voy por las ramas. Que me bajé el Tinder por puro, real y absoluto aburrimiento. Al principio fue muchísimo mejor de lo que esperaba, resulta que los señores por ahí siempre están dispuestos a chingar, yo no. Pero guarrear un poco por mensaje nunca se me había planteado como opción antes y he descubierto mi mina del tesoro.

Me lo he pasado TAN bien hasta hace nada que de verdad, no sé cómo no lo había hecho antes. Desconocidos que te dan sexo escrito en vivo y en directo, solamente para ti. Tú llevas los tiros por donde quieres y ellos te siguen encantados, de verdad qué maravilla. He cargado más la batería de mis Satisfayer en estos dos últimos meses que en toda su vida útil.

Pues el caso es que de entre todos y, como no puede ser de otra manera, uno fue a destacar, a destacar muchísimo. Es que le daba mil vueltas a todos, resulta que el chaval había estudiado filología hispánica y quería ser escritor. Madre del amor hermoso el talento que tiene ese hombre, de verdad de corazón, ojalá algún día publique algo y esté disponible para que lo podáis comprar y sepáis de lo que hablo. Llevo consumiendo literatura erótica más de diez años y como este neno no había encontrado nada.

Una sutileza, unas comparaciones, unas metáforas, unas hipérboles… Miña nai, el chaval era para casarse hasta sin conocerse. Pero qué pasa, pues que no todo podía ser perfecto, así que algo tenía que tener. ¿Qué tenía? Gustos sexuales on-line un poco raros, al principio todo era muy básico, muy vainilla, muy válido. Hasta que empezamos a hablar por encima de nuestras posibilidades y claro, teníamos que variar y para eso nos metimos en berenjenales que para qué.

Nos dimos el número de teléfono, porque ya solo con hablar no bastaba. Nos mandamos alguna que otra foto guarrindongona, algún que otro vídeo insinuando y cosas del estilo. Me confesó que lo que más le ponía de un chocho es que tuviera pelo, que se volvía loco con el bello púbico, que tenía una especie de fetiche y que le encantaba correrse sobre un buen gato acostao.

Mi toto no es nada del otro mundo, tengo pelo, lo suelo llevar recortadete, pero jamás full depilación porque yo y el dolor nos llevamos fatal. Además, es que no follo, me da pereza mantener relaciones con otros seres humanos, ya os lo he dicho antes. Y que el pelo es pelo, cojones, a ver para qué tengo que justificar que no me sale de los ovarios depilarme, colega. Pues el caso es que el chico, me empezó a pedir cosas un poco extrañas medio de coña. Que se mearía si me tintara el pelo del chocho, que qué guay estaría darle forma a mi pubis, que existían purpurinas adaptadas para zonas sensibles…

Yo ya me puse un poco en guardia, porque chico, qué me estás contando. En ningún momento nos planteamos conocernos en persona ni nada por el estilo, pero un día me pidió la dirección de mi casa para mandarme un paquete, con lo poco que os he dicho ya os podéis imaginar que ni de coña le iba a dar a nadie mi dirección, pero sí estoy lo suficientemente loca como para abrirme un apartado de correos. Sí, así de triste es mi vida y así de bien lo llevo.

Pues el señorito no mentía, me mandó un paquete del amazon que me llegó cuatro días después de haberme abierto el apartado, llevaba tanto tiempo sin que me hiciera tanto ilusión algo que no sé, mejor que el día de Reyes cuando tienes nueve años, chica. La caja me quemaba en las manos, mi casa nunca antes había estado tan lejos de correos, nunca en mi vida ando deprisa y ese día parecía que andaba a marcha.

Finalmente llego a mi hogar, cojo las tijeras de la cocina y abro con ansiedad y alevosía el paquete… Mira, ojalá alguien me hubiera visto la cara. De verdad que yo no sabía que existían productos así en la vida, no sabía que hubiera oferta y por lo tanto, demanda. Era un paquete con formas para depilarte los pelos del chocho. Podías elegir un corazón, una flor, una nube… Lo que tú quisieras. Todo de fantasía, menuda vergüenza ajena, en serio os lo digo.

Eran como tampones de correos que venían con crema depilatoria, podías elegir ponerles la crema a ellos y que se te quedara la forma sin bello y todos los pelos alrededor, o pegártelo al toto y quitarte todo el pelamen sobrante con una cuchilla. A mí usar esa crema me daba muchísima desconfianza así que opté por usar la cuchilla y dejarme mi bello templo del placer en forma de corazón.

¿Que si lo hice? Sí, claro que lo hice. Después de eso me lo he tintado de rosa, me he puesto flores entre las enredaderas y brillantitos del chino. Es lo que me pide mi público y yo me aburro muchísimo, a cambio recibo narraciones de cómo me comerían el chocho realmente espectaculares y yo por un orgasmo, MA-TO.

¿Me parece ridículo? Sí. ¿Me doy un poco de vergüencita a mi misma? También. ¿Me importa alguna de esas dos cosas? No.

Ahora sé lo que realmente quería decir Alberto el Gambino con eso de ‘a ver si te depilas hazte algo de diseño’. Nunca antes la canción de Purpurina había tenido tanto sentido en mi vida.

 

Anónimo