Vengo a contaros mi historia. Conocí a un chico por una app de ligar, jamás me habría imaginado que 7 días después estaría montada en un autobús dispuesta a conocerle. Ahí estaba yo, una chica de pueblo que no había pisado Madrid más que con las excursiones del instituto, llegando a Moncloa como un corderillo asustado.

Me bajé del autobús mientras buscaba donde estaba la taquilla para cogerme un billete y pirarme de ahí en ese mismo momento, pero no, me armé de valor y me quedé ahí en medio de la estación esperando al chico, que no lo sabía todavía, pero ya me había enamorado. Fueron los 5 minutos más largos y amargos de mi vida, creía que todos los hombres de más de 50 años se acercarían para decirme que eran el chico con el que había estado hablando, creía que recibiría un mensaje plantándome, me imaginé tantas cosas que podría escribir 5 post, pero por suerte él llego.

Le vi de lejos, vestido de rojo como me había dicho pero me miró y se escondió detrás de una columna.

 

Os podéis imaginar la cara que se me quedó y la cantidad de cosas negativas que pasan por la cabeza de una persona que se quiero muy poquito. Y mientras me estaba preparando mentalmente para volverme a casa le vi salir detrás de la columna y venir directo hacia mí. No sabía qué hacer pero cuando me dio dos besos vi que estaba más nervioso que yo, el pobre estaba temblando y no podía formar una frase con sentido. Así comenzó nuestra primera de muchas citas. Después de unos días le pregunté por qué se escondió y me dijo que estaba muy nervioso y que no sabía si me iba a gustar.  

Para todas aquellas personas que como yo (y como él) tienen miedo de lo que opinarán de ellas cuando su cita las vea en persona, arriesgad. Si es el acertado os querrá con locura tal y como sois, y si no lo es, por lo menos tendréis una historia que contar a vuestras amigas mientras os pimpláis una botella de vino y os queréis con cada copa, un poquito más.  

 

ANÓNIMA

 

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