Hoy vengo a hablar de los tipos de parejas según los polvos que echan después de ser padres. Pónganse los cinturones que arrancamos.

 

Soy madre primeriza y tengo un grupo de WhatsApp con mis compañeras de las clases pre y posparto en el que, además de pasarnos las ofertas de pañales y los 2×1 en bodis, también nos desahogamos y tratamos temas de maternidad real. El otro día tocó hablar de sexo. O la ausencia de él, más bien. 

De esta charleta entre amigas, puede extraer varios tipos de progenitores. Nos echamos unas risas, porque descubrimos que todas nos hemos visto en algún momento de nuestra maternidad reflejadas en la realidad de las demás. ¿En cuál estás tú ahora?   

Los de “ya follaremos cuando vaya a la universidad” 

Esa pareja que está agotada. Llegan reventados del curro y, lejos de poder tumbarse en el sofá para ver la quinta temporada de La casa de papel con una cerveza y una pizza, tienen por delante la larga rutina de la noche, que incluye revisionar por enésima ocasión ese capítulo de La patrulla canina en el que los chuchos salvan a un narval, preparar los baños, hacer una cena saludable y fingir leer un cuento que realmente recitan de memoria. 

Al llegar a la cama, lo único que quieren es dormir y recargar energías, que mañana hay que entregar un proyecto en el trabajo, el hijo pequeño tiene vacuna y la mayor extraescolar de baloncesto. Ambos se miran y, sin necesidad de pronunciarlo, saben que ya follarán, ya. No hoy, ni mañana. Algún día. Quizá, con suerte, cuando los churumbeles vayan a la universidad. Y suspiran, resignados.  

Los ninjas del colecho

Estos m(p)adres tienen mi admiración. Son unos auténticos profesionales del sigilo. Ni Sam Fisher en Splinter Cell es capaz de dar esquinazo a sus enemigos como ellos a su descendencia; y eso que la criatura duerme en la misma cama. Son capaces de ahogar los gemidos de placer, de hacer las posturas más estrambóticas del Kamasutra sin que lo note ni un muelle del colchón; joder, controlan hasta el sudor. Unos hachas. 

Los que lanzan bengalas de SOS a los abuelos y/o demás familiares y amigos

“Mamá, ¿te puedes quedar con el niño?”. “Primo, ¿te acuerdas de cuándo te acerqué al aeropuerto? Llegó el momento de devolverme el favor”. Les vale cualquier familiar y/o amigo y cualquier excusa para conseguir una brecha de tiempo de un par de horas. Es la pareja más relajada, ya que, pese a ser consciente de que ese rato íntimo tiene la misma cuenta atrás que una bomba de explosivo plástico, saben que están solos y aprovechan cada minuto como si fuese el último de sus vidas. 

Eso sí, fuentes expertas -consultadas para dar testimonio a este artículo- advierten que cuidadín con tanto relax porque quizá llega una nueva sorpresa en 9 meses (real facts). 

AHORA O NUNCA

Los que empiezan siendo dos y (no) terminan por ser tres

Científicamente conocido como coïtus interruptus. “¿Ya los niños están durmiendo, cari?”, pregunta; “Sí, hace un rato”, responde. Ilusos. Ni en víspera del día de Reyes están los críos tan alerta como la noche en la que te animas “a darle a tu cuerpo alegría, Macarena”. Besos, manoseo y, justo cuando van a empezar a hacerte la revisión de bajos, ¡pam! “Mamá, tengo sed”. Te cagas en la madre que lo parió, que curiosamente eres tú misma. Otra vez piensas que “otra vez será”, aunque ya van cuatro solo esta semana. Cuatro vasos de agua que no resuelves ni poniéndole una garrafa de 8 litros en la habitación porque, después del agua, viene el pis. 

Los extremistas 

Para cerrar quiero hablar de esos m(p)adres que viven las dos caras de la moneda del sexo: los que ese puntillo de riesgo a ser pillados les aumenta la libido y follan como un par de conejos cachondos; y los que viven preocupados por convertirse en los responsables de un irreparable trauma infantil, por lo que espacian sus relaciones en el año (o lustro). 

Sea como sea tu realidad, es tuya. Ríete del momento en que te encuentres. No te compares ni te juzgues, ni mucho menos te frustres. Durante la maternidad, todas las relaciones pasan por diferentes etapas y, aunque te falte alguna por vivir, tranquila; ya llegará: el exceso y el defecto. 

Tú solo ríete, ríete mucho; y que te quiten lo follao

María Romero