Fui madre en agosto de 2019, en plena ola de calor. Venía de una búsqueda larga, 2 abortos, un embarazo cargado de sobresaltos, con desprendimiento de placenta y parto prematuro. Sufrí de depresión posparto y busqué ayuda en un grupo de madres que se reunía en el centro de salud de mi pueblo.
Si por culpa del coronavirus te has perdido las clases posparto, te resumo lo que yo encontré en mi “tribu” con una matrona como árbitra.
La ‘Mater Perfectam’
Su bebé agarró pecho a la primera, duerme 8 horas del tirón y aún no lo ha escuchado llorar. La Mater Perfectam asegura que la maternidad es lo mejor que le ha pasado en la vida, que su hijo es una bendición.
Y ahí estás tú: con pezoneras en las tetas, sin recordar cuándo fue la última vez que dormiste más de 20 minutos seguidos y con la niña del exorcista berreando en tus brazos.
La que tiene muchos contactos
Digas lo que digas, a ella y/o a alguien de su amplísima agenda le ha pasado lo mismo que a ti. Si intentas explicar lo que te duelen los 6 puntos dobles que te pusieron en el coño tras parir, ella te interrumpirá para decirte que no te puedes imaginar lo que sufrió su prima a la que le pusieron 30.
La que peor lo ha pasado en todo
Es la antagonista de la mater perfectam. Si tienes una mastitis, ella suma cinco; si tu hija de un mes ha empezado con cólicos por las tardes, la suya lleva así desde que nació. Su realidad siempre será peor que la tuya, haciendo sentir a las demás mamás que nuestra necesidad de desahogo es por puro vicio.
La pijilla repelente
Su carrito de bebé cuesta más que lo que te darían por vender tu coche. Tiene todos los productos del mercado, de las mejores marcas: que si la hamaca de balancín natural, que si la mochila de porteo ergonómica, que si un colchón de 500 pavos que cambia de color con la fiebre, etc.
El conjunto de su hijo, de algodón ecológico cultivado en Egipto, contrasta con el body 3 euros que compraste en el chino y con el que vistes a tu pequeña fábrica de buches ácidos y agrios.
La de “pues mi niño ya hace esto y aquello”
Da igual el tiempo que tenga la criatura, “su niño” siempre va por delante al resto. Acaba de salir del hospital y el recién nacido ya usa un número 36 de pie; el crío es grande, pero su madre una exagerada. Balbucea y, según su criterio, ha dicho “mamá, quiero una PS5”. Es competitiva y adora compartir con el grupo que su hijo es el primero que consigue gatear, caminar o comer solo, sin tener en cuenta que cada niño tiene su desarrollo y que compararlos unos a otros es una absoluta gilipollez.
La experta en gangas
Me encanta esta madre. Con ella te enteras de que hay cajas de pañales a 2×1 en el supermercado y de cuándo rebajan al 50 % todo lo que usa la pija. El Black Friday es su día favorito del año y te petará el WhatsApp a enlaces que te solucionarán los Reyes del próximo lustro.
La de lactancia materna exclusiva (y punto)
Todas sabemos que la lactancia materna es lo mejor para nuestros bebés e, incluso, para nosotras mismas; pero, a veces, no es posible sacarla con éxito. Esta madre se encargará de recordarte en cada reunión lo orgullosa que está de dar la teta, lo mucho que sufrió al principio y lo sacrificado que es, porque además su hijo no coge chupete ni biberón y ella le tiene que servir de alimento y consuelo. Agotador.
Va de transigente, pero cada vez que surge la oportunidad tira el dardo de que la fórmula y el biberón son el anticristo y que, si decides dar lactancia artificial a tu bebé, estás (poco menos que) envenenándole con la industria química.
La que es un poco de todas
Por último, también estás TÚ que, desde que has salido del hospital, sobrevives día a día, intentando hacer las cosas lo mejor que puedes. Quizá querías dar el pecho y no pudiste; o no entraba en tus planes colechar y ahora estás pensando en comprarte una cama de 1,80 cm para dormir todos juntos (perro incluido); o, simplemente, a veces necesitas encerrarte sola en el baño para llorar.
Tú, que no juzgas. Tú, que escuchas y aconsejas, que empatizas. Tú, tan real, y la mejor madre que tu bebé podría tener.