Si hay algo en lo que coincidimos todos, es en que el despertador marca el inicio de nuestro día. Hay algo que da mucha más rabia que cerrar maletas o hacer mudanza, y es programar nuestra alarma para el día siguiente. Puede ser que te queden muchas horas de sueño por delante.  O, por el contrario, puede ser que un escalofrío te recorra el cuerpo al comprobar que ya vas tarde para dormir.  ¡Tendrías que haberte acostado antes!

Esto no quiere decir que haya personas que lo odien, hay gente que incluso se despierta con una sonrisa cuando lo oyen. Pero, ¿qué tipo de persona eres tú cuando te despiertas?

Puedes ser de las que atrasan la alarma una y otra vez. La pospones cinco minutos, diez, quince… Y casi llegas tarde, así todos los días.

-Por otra parte, puedes ser de los que lo ignoran y la dejan sonar mucho tiempo sin ni siquiera apagarlo. Duermes tan profundo, que ni un terremoto podría despertarte.

También puedes ser de los que se despiertan un par de minutos antes de que suene, justo cuando más a gusto estabas en la cama. Miras el reloj y descubres que todavía podrías seguir durmiendo. ¡Maldita sea!

-Y luego están los elegidos, los afortunados que no necesitan el ruido infernal para levantarse. Sus cerebros ya están programados para activarse a la hora exacta y empezar su día con un poquito de mejor humor.

Sea como sea, a todos nos gustaría dormir un poquito más, y esperamos con ansias las vacaciones para desconectar de todo y fluir.