– Mi última ruptura con un gilipollas, ¿a cuántos imbéciles acumulas tú en la lista de fracasos amorosos?

 

Cuando empiezas en esto del amor, el follar y las relaciones, te piensas que elegirás bien, que tú no te vas con capullos, que alguien como el novio tóxico de tu amiga jamás podría ligar contigo, porque te da tremendo asco. Y luego pestañeas y estás 15 años después llorando por un gilipollas maldiciendo el momento en el que te creíste tan mari listilla.

Yo tengo una teoría sobre esto: todas follaremos con un capullo alguna vez. Todas. Y ojalá no fuera así eh, ojalá no. Y si tú eres esa que afirmas no haberte enamorado nunca de un gilipollas, pues oye enhorabuena de verdad, dime cuál es tu poder. Todas mis amigas, en algún momento, han follado o han tenido una relación con un profundo y completo idiota, esos señores que te dan ganas simplemente de estrangular. ¿Y qué pasó con este? Pues que tenía la gestión emocional de un ladrillo cariñas, como otros tantos. Llevábamos viéndonos unos tres meses, nos conocimos en el trabajo y desde el principio todo fue bastante guay. Nos comíamos con la mirada cuando estábamos de cervezas en el bar de siempre, y cuando nos bebíamos la última solo pensábamos en estar juntos y comernos a besos. Uno de esos viernes de cervezas y sexo fuimos a su casa a rematar el deseo y pasar la noche juntos.

Al día siguiente habíamos quedado para tomar algo por la tarde, y según nos levantamos y nos fuimos cada uno por un lado, me dijo que luego no podría quedar, algo así como que ya nos habíamos visto esa noche (como si fuera una locura absoluta volver a quedar ese día). Yo le respondí que sí, nos habíamos visto, pero con más gente de cervezas y luego follando medio borrachos a las dos de la mañana, que eso no era tiempo de calidad. Bueno, en fin, me fui a casa sintiéndome horrible, claro que yo quería follar con él esa noche, pero aún así me sentí usada, como si fuera una muñeca a la que dejar plantada a su antojo.

Le mandé un mensaje al llegar a casa después de haber soltado mis lagrimitas en el metro (que bien se me da eso de llorar en público oye), diciéndole que si no quería una amistad conmigo y eso iba a ser solo follar, que no me interesaba. Sentía que me estaba pillando por él y eso no me compensaba. Me respondió de forma ambigua, me dijo que estaba todavía resacoso que si me podía responder otro día. Le dije que claro, sin problema, pero yo ya me había quedado tranquila. ¿Os ha llegado a vosotras el mensaje? Porque yo sigo esperando.

Un mes después, yo estando de vacaciones fuera de España, me escribió por si podía quedar conmigo a tomar algo. Yo pensé que esa era la mía, quedaríamos a tomar algo y luego follaríamos de nuevo y ala, todo tan bien. Pero chica, con un señor que es gilipollas las cosas nunca acaban con la frase y tan bien. Quería verme, y llevaba unas semanas insistiendo para verme, porque se había echado novia y yo ya no entraba entre sus ecuaciones.

A tomar por cleta la biciculo, de un día para otro, fuera de su cama.

Mientras me lo dijo me soltó perlitas increíblemente maleducadas, como que había follado muy bien conmigo (lo diría a modo de piropo, pero me sentó como una patada en el ojete) y que me tenía mucho cariño (cariño tengo yo a mi perro Manolo, no a señores con los que follo. Guárdese su falsa empatía para otro día gracias). Y con esto yo le respondí, en toa su cara: “tranquilo, estaré bien, tampoco eres Brad Pitt” y me fui. Pero, lo que peor me sentó de todo, os lo puedo asegurar, es que ahora muchos tíos ya no solo no quieren compromiso, una relación o lo que sea, es que ya ni siquiera invierten en una puta amistad. Que te jodan bonito, voy a buscar a gente que me valore, gracias.

 

Te falta perreo