Yo no sé de qué están hechas las paredes de las VPO hoy en día, pero os juro que les escucho a mis vecinos absolutamente todo. Me imagino que ellos a nosotros también, porque su habitación de “matrimonio” comparte tabique con la nuestra, pero quiero pensar que nosotros somos algo más discretos, no sé. 

Sabemos a qué hora se meten a dormir y de qué hablan antes de apagar la luz, sabemos a qué hora se levantan, les escuchamos mear (y por cierto, no sabemos cuál de los dos, pero uno de ellos mea durante más de un minuto seguido todas las noches), les escuchamos roncar; no tenemos nada claro de que su relación goce de una buena salud sexual porque jamás les oímos follar, y dudo que sea porque se cortan de hacer ruido, la verdad. 

Así las cosas, a mi novio y a mí no nos ha quedado otra que hacer risas y vacilar con el asunto. De la pareja, ella habla muchísimo más que él y hay veces que nos tumbamos en la cama super atentos a lo que dicen. Una vez le escuchamos hablar de un episodio de Aquí no hay quien viva que por lo visto el marido no había visto, y de verdad que le reprodujo diálogos enteros y ponía las voces de los personajes y todo. El marido se reía un poco a medias, pero fue bastante entrañable. Otra vez le escuchamos cómo le mandaba un audio a una amiga o a su hermana, quizá, poniendo a parir a su marido después de una super bronca porque no había vaciado el lavavajillas cuando le tocaba. Estábamos ya muy acostumbrados a compartir nuestra habitación con ellos, en realidad, pero una noche ocurrió algo que nos hizo empezar a pensar en contratar a alguien para hacer alguna obra de refuerzo, aislamiento, o lo que fuera. 

Estábamos, como siempre a esas horas, intentando escuchar la conversación de aquella noche, cuando de repente ella soltó “estoy hasta el coño de estos, que no saben aparcar, y me dejan cada vez menos sitio para salir”. Los dos abrimos los ojos de par en par porque solo hay un coche que aparca al lado del suyo y es el nuestro, pero de verdad que somos super metódicos aparcando y que lo dejamos siempre en medio, así que flipábamos.

El marido lo puso en duda, y ella arremetía cada vez más fuerte “tú porque no aparcas ahí y no lo ves, pero ya te digo yo que tengo hasta marcas en la puerta del copiloto y son de su coche, de cuando abren la puerta del conductor y me la estampan ahí, y que le den por culo a la pintura, al esmalte y a todo”. Yo me puse hasta roja, y eso que estaba al otro lado de la pared. La mujer siguió como con medio insultos, que si nuestro perro era un coñazo porque a veces se le oía ladrar, que yo iba de mosquita muerta pero que en una reunión de vecinos le llevé la contraria (en aquella reunión yo ni la conocía, era nueva y ni siquiera me había dado cuenta de que era ella, para que os hagáis una idea, además, era una votación en la que se podían tener opiniones, vamos, que no era ninguna discusión)… Bueno, que se quedó bien a gusto, y nosotros flipando a tope. 

A mí me dio mucha rabia, mi novio tiene más capacidad para pasar de las cosas, pero tampoco podía decirle nada, habiéndole escuchado desde el otro lado de la pared. Así que opté por una venganza a su medida, e hice exactamente lo mismo. Esperé una semanita aproximadamente y me tumbé en la cama, sola, para no hacerle a mi novio partícipe de algo que le iba a dar más risa que otra cosa, y como si estuviera grabando un audio para alguien, me dediqué a ponerla a parir. Que si me tenía harta porque no callaba y no me dejaba dormir, que si qué ronquidos, que qué meada de dos horas que seguro que bebía infusiones todo el día… Vamos, me quedé a gusto. No hubo réplica ni nada, así que lo tomo como lección dada. 

 

Anónimo

Envía tus movidas a [email protected]