De la noche de bodas habrás oído hablar mucho los meses previos a tu gran día y te habrás comprado ese modelo de ropa interior que era el más caro de la tienda pero también el más erótico festivo y claro, una noche de bodas es, a priori, una de las cosas más eróticas festivas de la vida. Esto es así.

Te habrán contado alguna cosa acerca de la noche de bodas pero estoy segura de que no te han contado otras muchas y que si te ocurren en tu noche de bodas, pensarás que eres la rara del grupo. La excepción que confirma la regla, la novia tonta que no ha tenido la noche de bodas idealizada.

Te hablan de la noche de bodas pero no te contarán que….

Es muy probable que lleguéis tan cansados a ese momento que lo que menos os apetezca sea poneros a retozar. No te han contado que puede pasar que tu chico se desespere desabrochándote esa interminable hilera de botones que adornan tu vestido, y que sólo un amor de madre pueden abrochar,  y pierda la paciencia y hasta la libido en esa tarea.

Igual no te han comentado que a veces te gastas 300 euros en el sujetador más bonito del mundo y la otra parte contratante no le presta ni una mirada. Son cosas que pasan. O que hayas decidido ir con un conjunto más cómodo que bonito bajo tu vestido de boda y se te haya olvidado sacar el guapérrimo para la fiesta privada. No pasa nada, en serio. Si ya te ha visto hasta con bragas color visón y con esas horribles pero cómodas bragas del Primark. Que lo que importa eres tú y no el número de encajes y transparencias que te pongas encima. 

Quizás a alguien se le ha pasado comentarte que a la noche de bodas se llega con tanto alcohol en sangre que el cuerpo es incapaz de no dormirse en cuanto se pone en posición horizontal, aunque aún lleve la corbata colocada.

 

Sucede que a veces en ese momento en el que os quedáis por fin a solas te entra una morriña desmedida fruto de la felicidad desbordada de ese día y tú no quieres que te toquen, porque lo quieres es llorar un rato y cerrar los ojos y que al abrirlos todo volviera a empezar. Porque sí, las bodas pasan muy rápido.

En ocasiones cuando te vas a la suite nupcial lo único que quieres es comer. Comer un bocadillo de madrugada de esos que sientan tan bien aunque tengan más calorías que su tamaño. Joder, que a ti te encanta comer y ese día casi no has probado bocado por los nervios. ¿Sexo vs Comida? La batalla está reñida.

Puede ser que mires el reloj, veas la hora  y tus nervios aparezcan de nuevo al darte cuenta que quedan menos de 5 horas para coger el primer avión con destino a vuestra luna de miel. ¿Sexo vs Dormir? La batalla vuelve a estar reñida.

Quizás os tiréis sobre la cama de 2×2 que desearías llevarte a casa y en menos de un minuto estéis compartiendo carcajadas de esas que sacan hasta lágrimas recordando esos momentazos que os han regalado vuestros amigos perdiendo la poca vergüenza que tenían. O puede ser que os liéis a comentar la cantidad de arroz que ha caído al suelo al quitaros vuestros trajes. En serio, si la recogéis os dará para la paella del domingo. En serio.

A lo mejor tiráis del servicio de habitaciones y os pedís unos copazos para brindar de nuevo, porque nunca son suficientes los brindis por vosotros.

 

O puede que tú termines odiando por momentos a la peluquera y pensando en qué momento te han puesto tantas horquillas en el pelo y si realmente eran necesarias. Esto puede ocurrir cuando lleves treinta minutos de reloj y aún sigan colgando horquillas entre los enredos del pelo.

…existen las noches de boda sin sexo.

Que se puede morir de amor entre las risas permanentes de felicidad, que a veces lo que más se desea es ese pecho donde acurrucarse y sentir que juntos os comeréis el mundo.  Y que mañana será otro día.

Y que siempre nos quedarán las mañanas de postboda con el late check out.