Que la maternidad no es un camino de rosas ya lo hemos dicho en multitud de ocasiones. Como madres luchamos constantemente porque nuestro mundo no se desmorone y adaptar el día a día a las necesidades vitales de nuestras pequeñas criaturas. +100 en responsabilidad, -100 en sueño y así un sinfín de cambios para los que, quizás, no estábamos preparadas.

Cada día muchas celebrities (o famosas del ámbito nacional) también nos muestran a través de las redes sociales sus vivencias personales en torno a esto de ser madre. Algunas subrayando el lado positivo de la crianza, aunque no son pocas las que se deciden por enseñarnos todas las complicaciones que viven a diario con sus churumbeles.

La cantante Soraya Arnelas ha sido una de las últimas en hacernos a todos partícipes de lo que para ella fueron sus primeros veinte meses como mamá de la pequeña Manuela.

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Con este entrañable y directo post en Instagram, la conocida extremeña resume más de un año en el que se ha estrenado como madre. Habla de estrés, de enfermedades ocasionadas por todos los cambios, de dudas… Muchos han agradecido su total sinceridad viéndose reflejados en su relato, aunque no han sido pocos los que han echado de menos algo más de positivismo en sus palabras.

Porque muchas veces cuando echamos la vista atrás únicamente somos capaces de ver todos los obstáculos que hemos logrado vencer, y dejamos a un lado los momentos buenos, como si esos no mereciesen ser contados a viva voz. Da la impresión de que siempre es más heroico demostrar de lo que hemos sido capaces y no lo mucho que hemos disfrutado de según qué detalles.

¡Qué narices! ¡Pues mi maternidad está siendo preciosa!

Que de repente tu casa huela a bebé en cada una de sus habitaciones, ese aroma mágico que desprende una pequeña personita, una mezcla que hace que un piso de lo más básico se convierta en el hogar de una familia. Y que todo tu mundo se centre casi en exclusiva en tu retoño, que su sonrisa o verlo dormir plácidamente sean siempre el objetivo, sin más.

Ver que cada día es nuevo y diferente, porque esa criatura que es tuya crece y aprende a pasos agigantados. De pronto un día te mira, mañana responderá a tus muecas y antes de que te des cuenta te pedirá con gorgoritos que vuelvas a hacerle sonreír. Son cambios, sí, pero de los buenos, de los que merecen la pena.

Y aunque ves que tu bebé se escapa rápido lo disfrutas y lo exprimes al máximo. Cuidas cada detalle a su lado: su primer baño, los paseos matutinos de invierno o visitar por primera vez un parque donde se relacione con más niños. Todo es nuevo, y lo es para ambos, y eso hace que os unáis muchísimo más.

Cuando te quedas embarazada muchas veces sueñas despierta intentando averiguar cómo sera tu bebé, su forma de ser, su carácter y su personalidad. ¿Será cabezota como yo? ¿o quizás se parecerá más a su padre? Y ahí está lo divertido de todo esto, en ver cómo poco a poco ese peque crece y crea su verdadera persona. No se parece a nadie, es único y y te toca luchar cada día por enseñarle lo mejor de ti.

De repente quieres sin medidas, no existe nadie en este mundo por el que puedas sentir más amor, desde el minuto cero y sin excepciones. Darías tu vida porque ese pequeño esté bien, y aun sin ser consciente se la regalas cada día. Porque él te ha regalado algo mucho más grande: el poder demostrarte a ti misma de todo lo que eres capaz aun sin saberlo.

La maternidad es grandiosa, dura en muchos momentos, pero reconfortante y bonita a la vez. Duele y acaricia por partes iguales. Te llena a cada instante y te hace olvidar mil detalles a los que antes llamabas problemas. La maternidad no es una etapa, es toda una vida, esa en la que ya nunca estarás sola. Es dar la mano para no soltarla, es educar, apoyar, mimar… sin pedir nada a cambio. No hay una definición exacta que pueda explicar lo que es ser madre, porque no hay dos mamás iguales, y aún así todas somos perfectas para nuestros hijos. Todo esto, al fin y al cabo, es la maternidad.