Creo que es fácil saber por dónde va la cosa. Esta es una lista extraña y bizarra de tíos a los que me he tirado y han colocado sus polvos dentro de la categoría de los más raros. Algunos porque fue en plan: Para aquí que yo me bajo.
Y otros porque fue más tipo: Eh… bueno, no sé qué hacer con mi vida en estos momentos, pero me vale.
-Míster toquecitos: Chico friki que conocí en una convención, era un Trekkie cómo yo, que veía anime y le encantaban las lecturas y libros SMUT, parecía perfecto pero que pensaba que mi coño era el teclado de su ordenador. En serio… cada vez que lo tocaba parecía que estuviera llamando al ascensor y tuviera prisa. Los dedos no eran su fuerte, le sugerí que lo intentara con la boca. Hacía lo mismo con la lengua. ¿En serio? En lo pezones… Otro tanto. ¿Pero vamos a ver alma cándida de qué coño sirve que leas tanta literatura erótica si no pillas ideas? Mis pezones no eran botones, mi coño no era un botón. Hasta cuando quería acariciarme cualquier otra parte me daba toquecitos. Lo intenté, de verdad, estaba caliente y llevaba semanas sin follar, pero cuando no se puede no se puede.
-El granjero con complejo de arquitecto: Que recuerdos… Que sudores… ¡Que calambres en las putas piernas y que agujetas para nada! Esto fue culpa mía, lo sé. En lugar de pensar con la cabeza pensé con mi entrepierna porque me podían las ganas y el morbo de tirarme al mejor amigo de mi hermano mayor. Llevaba tirándole la caña desde que era una criaja. Hasta que un día en su coche la cosa se calentó. ¡Y por fin! Pero que decepción. Se le ocurrió la brillante idea de largarnos a un sitio con el coche para poder follar a gusto, lo veía, privacidad, bien visto. Pero no le valía cualquier sitio de los que le había dicho y decidió que era buena idea meter el coche en una especie de granja, en el medio de la noche.
El suelo era barro, había una valla bastante chunga que evitaba que se pudiera entrar y un socavón bastante curioso en la entrada a la finca. Pues… ¿No se le ocurre al Einstein bajarse del coche y empezar a construir una especie de puente para tapar el agujero y poder pasar por encima? Pero es que no contento con eso colocó más tablas en el suelo para que su coche no resbalase y le hizo una pasarela con piedras y tablas sueltas. Apartó la valla, la colocó y hasta la arregló. Más de una hora se tiró así. Mira que le pregunté qué hacía. Pero para él tenía todo el sentido del mundo.
Al final follamos en su coche que no tenía sitio dentro, el que estaba más pendiente de que mi hermano no llamara, yo estaba mas pendiente de no darme una hostia contra algo del coche. El polvo bueno… Aprobado justo. Y por si fuera poco tuvimos que avisar a sus amigos y por supuesto a mi hermano, para que nos ayudasen a salir porque el coche se había clavado en el barro y no se movía.
-Académico de la Rae: Me gustan las palabras sucias al oído en un buen polvo. Lo reconozco. Que me digan buena chica, déjame comerte el coño, y que me digan lo mucho que les pongo me pone como una loca. Cuando le digo a un chico que me diga cosas sucias al oído espero que me diga eso. Y si no sabe, porque no está acostumbrado, no me importa. Que no lo haga. No me voy a morir. Lo que no esperaba es que Marc (sí, me acuerdo de su nombre) empezara a hablar como si se hubiera tragado un diccionario, o lo acabaran de nombrar miembro de la Real Academia de la lengua. Fornicar, penetrar, profiláctico, alcoba, senos, y que me diga directamente: Si, te digo cosas sucias.
Pero que eso sea todo, decir te digo cosas sucias era lo máximo a lo que iba a aspirar… No. No es mi rollo. Por no hablar de la parte en la que le pedí que me comiera el coño (con la esperanza de que se callara) y me preguntó si en realidad me refería a la vulva, a los labios mayores, si me refería también a la zona perianal o sólo al monte de Venus. Me sentí como en una clase de biología o medicina. Nop. Gracias. Next.
-El futbolista: Básicamente y resumiendo. Quería meter en la portería las pelotas. ¿Cómo? No lo sé. ¿Por qué? Pues yo que se… porque le molaría la idea supongo. ¿Lo consiguió? No. Pero se tiró toda la noche intentándolo. Y a ver… habilidades tenía, es decir, no me lo estaba pasando nada mal. Por un momento pensé que era virgen y que no tenía ni idea de lo que hacía, por eso de que estaba intentando meterlo todo en un solo sitio y de verdad parecía determinado a ello. Pero sus habilidades manuales y el ritmo que llevaba me dieron a entender que sabía de sobra lo que hacía. Fue raro… ¿me iba a ir? Hombre… no. Pero vamos que me intentaran meter el rabo y los huevos todo a la vez es cuanto menos digno de puesto en la lista de polvos raros.
-El bombero: Si os digo que lo primero que pensé cuando lo vi es que eso que tenía entre las piernas necesitaba carnet de conducir propio y licencia de uso, lo digo en serio. Nunca antes había visto semejante burrada. Fue la primera vez que realmente dudé de que eso pudiera entrarme y entré en pánico. A mí eso de que me digan que si por ahí sale un niño, entonces un rabo también entra… Eso es porque no viera semejante animal. En este caso, el chico era super majo, y muy guapo, pero en cuanto nos quedamos en bolas y puso la punta ya me soltó un: Uy, esto no te va a entrar.
¡Joder! De eso ya me había dado cuenta yo. No había forma física de que eso fuera a entrarme. Pero claro, estábamos los dos en celo, y hay tropecientas formar de follar sin que haya penetración. Así que nos pusimos a jugar…
La teoría estaba de puta madre, pero la práctica… A ver como coño me metía eso en la boca si ni siquiera me entraba en otro sitio. Ni de broma y mira que lo intenté, pero a día de hoy no soy una serpiente que pueda desencajar la mandíbula. Opté por una paja, a dos manos. Obvio. Pero aquello era más largo que un día sin pan, y aunque estaba dura no se mantenía en pie de lo grande que era. Así que al final yo acabé por mi cuenta y el por la suya. Nunca lo había hecho con nadie mirándome, estuvo bien. Pero no había sido mi idea de polvo.